En los años 60 en plena guerra civil un grupo de rebeldes capturaron , torturaron y violaron a un grupo de monjas. algunas habían quedado embarazadas, sin embargo el Papa Pablo VI autorizó que se les practicara un legrado a las que lo solicitaran, con la única condición de que abandonarán los hábitos. El cardenal Juan Sandoval Iñiguez declaró qué las violaciones han aumentado porque “la sociedad esta erotizada, los medios de comunicación… dan mensajes de libertinaje sexual… las mujeres tienen que poner lo que esta de su parte, pues la manera de vestirse es provocativa, la mujer debe ser más decente y no propiciarla” Nadie obliga a una mujer a practicarse un aborto, ni siquiera se obliga a un médico a practicarlo si su fe no lo acepta, se trata, simplemente, de dejar que la mujer pueda tomar sus propias decisiones.
Poco antes de morir asesinado, Manuel Buendía escribió una serie de columnas sobre el tema del aborto en el que, con documentos originales, demostraba que en los años 60 en plena guerra civil en el Congo belga, una grupo de rebeldes habían tomado el control de un monasterio católico, ahí habían capturado, torturado y violado a un grupo numeroso de monjas, la mayoría de ellas de origen belga, las que posteriormente fueron abandonadas por sus captores. Rescatadas, se comprobó que algunas de ellas habían quedado embarazadas por los violadores. Según la documentación que mostró Buendía en aquellas columnas, el papa Pablo VI autorizó, entonces, que se les practicara un legrado a las monjas que así lo solicitaron con la única condición de que abandonaran los hábitos. Incluso, Buendía daba los nombres y las localidades en donde en aquellos años, vivían esas mujeres tan maltratadas por la vida.
La información que había sido divulgada también en forma simultánea en Europa, provocó un verdadero escándalo, pero Pablo VI (sin duda uno de los sumo pontífice más inteligentes y sensatos que ha tenido la iglesia en este siglo, un hombre que estuvo a punto de aceptar la utilización de métodos anticonceptivos por parte de la iglesia), jamás desmintió públicamente esa información.
Qué enorme distancia separa a hombres de la iglesia como Pablo VI de otros personajes de la iglesia como el cardenal Juan Sandoval Iñiguez. Las declaraciones del arzobispo de Guadalajara publicadas ayer resultan insultantes para las mujeres y para la inteligencia y terminan responsabilizando a las mujeres de propiciar las violaciones e impulsar el aborto. El cardenal declaró que las violaciones han aumentado porque “la sociedad está erotizada. Los medios de comunicación, sobre todo la televisión, da mensajes de libertinaje sexual. Sexo y violencia es el ingrediente de la televisión, lo que se inculca desde niños…la sociedad no debe estar bombardeada por mensajes de sexo y violencia…las mujeres, concluyó, tienen que poner lo que está de su parte (para evitar las violaciones), pues la manera de vestirse es provocativa, la mujer tiene que ser más decente y no propiciarla (la violación)”.
Es, insistimos, una declaración inadmisible en un hombre educado, menos aún en un hombre de la iglesia. ¿Qué mujer “ha propiciado” el ser violada? ¿qué entiende el cardenal el que una mujer luzca indecente o provocativa? ¿cómo explica la violación de niños y niñas, de ancianas, de mujeres de toda clase, edad y formación personal?. Quien exprese una opinión de estas características, con todo respeto al señor cardenal, simplemente no comprende ni al mundo en que vive ni a los hombres y mujeres que lo habitan. Peor aún, no hay, siquiera, un mero dejo de misericordia y comprensión para las víctimas de una violación. Es lamentable.
Y lo es doblemente porque declaraciones tan irracionales como la citada, no hacen más que agregarle gasolina al fuego del falso debate sobre el aborto. Falso porque se está hablando de muchas cosas, pero no del fondo del problema: la ley está hecha para todos, se consideren creyentes o no, la ley es del ámbito público, la fe es del ámbito privado. Nadie obliga a una mujer a practicarse un aborto, ni en caso de violación ni en ningún otro, ni siquiera se obliga a un médico a practicarlo si su fe no lo acepta. Se trata, simplemente, de dejar que la mujer pueda tomar sus propias decisiones sobre su cuerpo y sobre su vida. Y a nadie se le puede exigir que traiga al mundo un hijo producto de una violación. ¿Qué es una cuestión de fe inalterable, que el derecho a la vida está por sobre todas las cosas? ¿Entonces porqué la iglesia acepta la existencia de guerras justas y en casos extraordinarios de la pena de muerte y ha ejecutado durante veinte siglos unas y otras?. O ahí está el caso de las monjas violadas en el Congo belga y las decisiones tomadas por el propio Vaticano en los años 60.
Lo cierto es que este falso debate se da en un mal contexto y sin términos de discusión claros, marcados más por el oportunismo de unos u otros que por la búsqueda de razonar y convencer. Es verdad que en temas como el aborto será muy difíciles encontrar acuerdos tomados por consenso, pero por lo menos debe haber un debate razonado y razonable. En este sentido, es donde la iniciativa de Rosario Robles para aumentar las causas de la despenalización del aborto (cuando el feto tenga comprobadas malformaciones genéticas o cuando esté en peligro la salud de la madre) puede ser más criticable: en la inmediatez de la iniciativa, se adelantó el viernes pasado, se presentó el lunes y este viernes, hoy, será votada en un periodo extraordinario de la asamblea legislativa del DF. Se puede argumentar, con toda razón, que es la respuesta al albazo legislativo de los diputados de Guanajuato, que sorprendieron en una votación a sus colegas de la oposición local, votando la enmienda que castiga el aborto aún en caso de violación. Es verdad también que el caso guanajuatense es aún más delicado porque una legislación de ese tipo no figura en ningún otro estado de la república y en el caso del DF se trata de equiparar la legislación con la que rige en la mayoría de los estados de la república. Pero tampoco se puede negar que esa decisión se tomará sin que se dé el debate adecuado sobre el tema.
¿Es incorrecta la enmienda presentada por Rosario Robles?. Desde el punto de vista de las leyes, de la salud pública y del sentido común no lo es, al contrario, debe ser apoyada. Pero no nos engañemos: está lejos de colocar un punto final al debate sobre el tema, por el contrario, siendo antagónicas, las decisiones de Guanajuato y el DF, lo que hacen es profundizar las diferencias, sin ahondar en los razonamientos.
No son estas semanas las más adecuadas para ello, pero se debe establecer un verdadero debate nacional que concluya en una consulta pública, un referéndum sobre el tema: organizado con un cuestionario preciso, con autoridades responsables del mismo y objetivos claros de lo que se quiere saber, desde el ámbito de la ley y no de la fe (¿cómo plebiscitar la fe?).
Por cierto, ¿qué hará hoy el PRI en la asamblea legislativa del DF?. Porque el PRD y el PAN tienen posiciones claras y antagónicas al respecto. Aparentemente, el PRI quisiera tener una posición intermedia. Lamentablemente para su causa, en temas como éste no es posible. En todo caso lo que podrían hacer es dejar en libertad a sus legisladores para votar según su conciencia pero ¿no catalizará eso las divisiones internas?.
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Me habló Fausto Alzati y me asegura que el capítulo de la educación, en su caso, está ya completamente cerrado y que por lo tanto sus caminos no se cruzarán con los de Elba Esther Gordillo. Asegura que ha reconstruido su amistad con la dirigente magisterial y dice que si ella fuera designada en la SEP tendría todo su apoyo y tiene todos los elementos para hacerlo bien. Y agrega, en su propio descargo, que ello demostraría que para ser un buen titular de la SEP no se requiere, necesariamente, de contar con licenciatura, maestría o doctorado. Su tema en el equipo de transición, dice, es el capítulo energético, donde habrá novedades muy importantes.