Muchos se sorprenden que en el equipo económico de Fox hayan muchas personalidades relacionadas con la iniciativa privada y con grandes empresas sin la suficiente experiencia político administrativa. Pero la lógica que imperó en el priismo era contar con políticos que lo mismo podían ser responsables de desarrollos turísticos que de preservar la seguridad nacional. En el foxismo todo apunta a que se está apostando a tener expertos profesionales en las distintas áreas.
No deja de llamar la atención cómo algunos analistas han descubierto el hilo negro al analizar el equipo económico que dio a conocer Vicente Fox el miércoles: se sorprenden de que haya muchas personalidades relacionadas con la iniciativa privada, y más particularmente con grandes empresas, y que ese equipo no tenga la suficiente experiencia político-administrativa. Evidentemente es así, pero Fox desde la propia campaña, y se supone que por eso lo votaron e incluso apoyaron muchos de los que ahora se sorprenden, siempre dijo que con esos parámetros designaría a su equipo de trabajo, los mismos, por cierto, con los que había gobernado en Guanajuato.Pero, además, reflexionar sobre el pasado inmediato no estaría nada mal: ¿realmente hubo expertos político-administrativos en todas las áreas de gobierno?. Independientemente de su capacidad política, ¿realmente sabía Óscar Espinosa mucho del DF cuando fue regente o de turismo cuando ocupó esa secretaría? ¿Santiago Levy tenía experiencia política previa? ¿José Antonio González Fernández sabía de procuración de justicia, de relaciones laborales, de seguridad social, de trabajo partidario y de salud al ocupar cada una de esas carteras en apenas cinco años? ¿Julia Carabias había trabajado alguna vez en el gobierno antes de hacerse cargo de Semarnap? ¿José Ángel Gurría había sido miembro alguna vez del cuerpo diplomático? ¿Romárico Arroyo, un reconocido ingeniero en minas, había trabajado alguna vez en el sector agropecuario?. No se trata siquiera de hacer una valoración de su desempeño, algunos lo hicieron bien, otros dramáticamente mal, sino de recordar que bajo el argumento de la falta de experiencia en ocasiones se está confundiendo la capacidad para bucear en las mareas burocráticas con el conocimiento real del área de trabajo bajo la responsabilidad de un funcionario. La lógica que imprimió en este sentido el priísmo a los largo de muchos años fue que, salvo en ciertos aspectos muy especializados de la función pública, lo que importaba era contar con políticos que lo mismo podían ser responsables de desarrollos turísticos que de preservar la seguridad nacional. En el foxismo, todo apunta a que se está apostando a otra cosa: a tener expertos profesionales en las distintas áreas, aunque no tengan experiencia política-administrativa previa, apostando a que ya aprenderán y a que contarán con subsecretarios que se encargarán de asumir esos aspectos. Es una apuesta por un estilo empresarial de entender la política, sobre todo en el área económica, que habrá que ver qué resultados tiene, pero a la que habría que darle, por lo menos, el beneficio de la duda.¿Es bueno o malo el gabinete foxista? ¿cubre o no las expectativas?. Las partes que conocemos hasta ahora tienen un poco de todo, pero se enmarca en la combinación que Fox quiere darle a su propia administración. El secreto no estará tanto en saber quién hace qué, sino en ver cómo funciona ese complejo andamiaje de gobierno que, con un concepción y estructura muy similar a la estadunidense, quiere aplicar Fox a partir del primero de diciembre. En ese sentido, algunos aspectos son sólidos: el trípode de Gil Díaz-Derbez-Cerisola, con Eduardo Sojo desde el staff de Los Pinos, no parecer ser nada débil. La designación de Ernesto Martens en Energía ha sido bien vista por los que serán determinantes en ese sector: los inversionistas privados, pero para comprender realmente cómo funcionará esa área tenemos que saber, primero, quiénes quedarán finalmente en los brazos operativos de esa secretaría, que son Pemex y la CFE, más aún cuando Fox planea darle mucha autonomía a ambas empresas: no en vano una de las principales tareas de Gil Díaz es despetrolizar los ingresos fiscal.En Turismo, Leticia Navarro, parece ser lo que se busca para ese sector: una promotora experta en mercadotecnia. Quedan dudas sobre la capacidad de John McCarthy para encargarse del área de los desarrollos turísticos, aunque tiene experiencia empresarial, no muy destacada, en esa área. En medio ambiente, Víctor Lichtinger es un especialista reconocido, aunque muchos pensaron que allí hubiera podido permanecer Julia Carabias. En agricultura Javier Usabiaga es un hombre que sabe del sector y que ya lo ha demostrado, tanto en su actividad empresarial como en Guanajuato, donde hizo un trabajo muy interesante. Es, además, un hombre de toda la confianza de Fox al que habrá que prestarle atención porque con las modificaciones a la ley orgánica de la administración pública ha acumulado en esa dependencia mucho poder. Incluso no deja de llamar la atención que en la ceremonia del miércoles, al mismo tiempo que se daba a conocer el titular de agricultura no apareciera el de reforma agraria, lo que indica que esa dependencia terminará siendo absorbida por Usabiaga. Lo que llama la atención es que se incluya a Relaciones Exteriores en este gabinete llamado demasiado pomposamente de “crecimiento con calidad”. Como lo dijo Fox con anterioridad y lo reiteró el propio Jorge G. Castañeda, la tesis es incorporar mucho más a la cancillería en la promoción económica de México en el mundo. Pero sería un error pensar que esa es la labor principal de la SRE y que Castañeda es un hombre con ese perfil. Jorge Castañeda es un hombre polémico, que en muchas ocasiones no deja de suscitar animadversión por posturas demasiado soberbias (recordemos sus desafortunadas declaraciones respecto a la primera gira de Fox a Estados Unidos), pero no cabe duda que se trata de un hombre extremadamente talentoso, que supo apostar a Vicente Fox desde muy al comienzo de sus aspiraciones (en realidad desde 1994), que le proporcionó a éste, junto con Adolfo Aguilar Zínser, innumerables contactos y conocimientos que resultaron definitivos para ampliar la visión de un político que, hace seis años, no había superado los horizontes de Guanajuato, y finalmente, quien le abrió, sobre todo, espacios imprescindibles en la comunidad política estadunidense.Es verdad que al designar a Castañeda en la cancillería, como con Aguilar Zínser en el consejo de seguridad nacional, Fox se juega un par de cartas altas: no son panistas, están alejados, ambos, en muchos sentidos del PAN, son personajes con un fuerte componente de autonomía personal y política y, en el caso de Castañeda, sin duda, independientemente de la promoción económica y comercial, le imprimirá un fuerte contenido político a la labor de Tlatelolco. Eso también lo necesitará y mucho Fox: debe demostrarla al mundo que, en ciertos aspectos habrá cambios y, paradójicamente, Castañeda, desde sus posiciones de centro-izquierda, es uno de los que mejor entiende, en todo el entorno de Fox, de qué se trata, realmente, la globalización. Tendrá que tener cuidado con sus enemigos, internos y externos, sobre todo si George Bush termina ganando la presidencia estadunidense, porque los republicanos recuerdan demasiado bien su relación con el demócrata Robert Pastor y su oposición, hace diez años, al TLC. Sin duda, si finalmente Al Gore terminara siendo el inquilino de la Casa Blanca, el panorama para Castañeda sería, en ese y en otros sentidos, más sencillo.Lo cierto, es que independientemente de que haya sido presentado en el área económica del gobierno, se debe ver a Castañeda como una pieza importante sobre todo del rompecabezas político de Fox, junto con Santiago Creel, Rodolfo Elizondo, Francisco Barrio y Aguilar Zínser. Hoy, por lo pronto, cuando se de a conocer el gabinete social podríamos ver algo así como la cara amable del foxismo. Faltará, en los próximos días, la confirmación de lo que será la mano dura del próximo gobierno: la dupla que conformarán Alejandro Gertz Manero y el general Rafael Macedo de la Concha, junto con los aún no anunciados, pero seguramente ya decididos, secretarios de Defensa y Marina.