Mientras nos ocupamos del “caníbal de la colonia Guerrero” o de la “sacrílega” foto de la bella Paulina Rubio con la bandera nacional, hubo elecciones en Sinaloa y entramos en el tramo final de los procesos electorales en Michoacán, Puebla, Tlaxcala y Tamaulipas. Y lo cierto es que en todos esos estados parece consolidarse cada vez más un esquema bipartidista en el cual, salvo y con limitaciones, en Michoacán, el perredismo no tiene nada que hacer.
Mientras nos ocupamos del “caníbal de la colonia Guerrero” o de la “sacrílega” foto de la bella Paulina Rubio con la bandera nacional, hubo elecciones en Sinaloa y entramos en el tramo final de los procesos electorales en Michoacán, Puebla, Tlaxcala y Tamaulipas. Y lo cierto es que en todos esos estados parece consolidarse cada vez más un esquema bipartidista en el cual, salvo y con limitaciones, en Michoacán, el perredismo no tiene nada que hacer.
En Sinaloa ha ganado con carro casi completo el PRI, aliado en este caso con Nueva Alianza (un dato que habría que tomar en cuenta) recuperando todas las ciudades importantes del estado y obteniendo más del 50 por ciento de los votos. Lejos, aunque con presencia, ha quedado el PAN. El PRD simplemente ha desaparecido del panorama electoral, no ha ganado un solo distrito ni un municipio. Simplemente se ha convertido, como en casi todo el resto del país, con excepción de enclaves como el Distrito Federal, en un fuerza marginal. El patrón se ha repetido en todas las elecciones del último año. Alguien podrá decir que en Chiapas le ha ido relativamente bien, pero sólo si considera que el gobernador Juan Sabines tiene algo que ver con el PRD.
Peor aún se presenta el panorama futuro para ese partido y, en menor medida para el PAN. Este puede revertir todas las derrotas del año si gana Michoacán el próximo 11 de noviembre. Su candidato, Salvador López Orduña dista de ser carismático y el adelantamiento de la fecha de la elección interna para la dirigencia del blanquiazul, ha obligado a que Germán Martínez, también michoacano como Felipe Calderón, no pueda dedicarse, como lo tenía contemplado, de tiempo completo a ese proceso, pero de todas formas las distancias entre López Orduña y el candidato perredista, Leonel Godoy, son mínimas, mientras que el número de indecisos aún es alto. El panismo, con todos sus errores organizativos, ha puesto en el debate el mantener una buena relación en su estado con el gobierno federal o apostar a la polarización que plantearía Leonel Godoy, un hombre que en su momento decidió distanciarse de los Cárdenas y que ahora está urgido de ese apoyo que no será incondicional. Michoacán es una moneda al vuelo y paradójicamente mucho dependerá de un priismo que no tiene posibilidades y que en la elección de gobernador muy probablemente se decidirá por el voto útil. Y parece serle más útil el voto por el PAN que por el PRD.
Perder Michoacán para el perredismo sería la confirmación última de que la línea seguida por López Obrador (y acatada sin discusión por el partido) los llevará al desastre en el 2009. Pero incluso un triunfo apretado en ese estado, sería una mala señal de cara al futuro, cuando el PAN pueda y quiera tener mayores opciones en el estado y una dirigencia nacional que realmente sepa operar procesos electorales, porque lo que es el equipo de Manuel Espino ha demostrado ser completamente ineficiente en ese rubro.
Pero salvo Michoacán, donde puede sacar mucho rédito de su derrota, el priismo no parece tener problemas en el resto de la agenda electoral del año: en Puebla, pese a todo, tendrá una cómoda ventaja (una vez más porque el panismo no ha sabido crear una estructura eficiente y sus candidatos vuelven a ser los mismos de siempre), mientras que en Tlaxcala (donde el gobernador panista ha sido un cercanísimo colaborador de Beatriz Paredes) y en Tamaulipas no tendrá problemas. En los tres estados el priismo, parece estar mejor posicionado que el PAN (quizás con la excepción de Tlaxcala, pero con todas las peculiaridades de ese estado), y, una vez más, con el perredismo virtualmente desaparecido del panorama. Si hacemos un cálculo de los resultados electorales del PRD desde el dos de julio del año pasado incluyendo las previsiones para los comicios del 11 de noviembre, nos encontraremos con que el partido del sol azteca ha retrocedido incluso de sus parámetros históricos, y no sobrepasa el 15 o 16 por ciento, con una tendencia constante a la baja. Y aún falta el proceso interno de elección de su dirigencia que, independientemente del resultado, apunta a una brutal lucha fraticida, en la que se ha apuntado ahora también Camilo Valenzuela, blandiendo más que ningún otro la bandera del chavismo.
El PAN tampoco puede estar demasiado tranquilo, aunque la renovación de su dirigencia, en el mismo mes de noviembre, podría darle no sólo un respiro, sino también la posibilidad de cortar con este ciclo de malos resultados estatales y comenzar a construir, como propone Germán Martínez, una estructura que se ocupe, realmente, de ganar elecciones, de buscar buenos candidatos y hacer competitivo a ese partido. Con Manuel Espino, independientemente de la opinión que se pueda tener del actual dirigente del PAN, no cabe duda que la operación electoral fue, por lo menos, mala.
Y en el PRI tendrán que reflexionar también mucho sobre el futuro. Su maquinaria y su operación han demostrado, como ocurrió en los tres o cuatro años anteriores a los comicios del 2006, ser eficiente y poder triunfar en la mayoría de las elecciones locales. Pero esa misma maquinaria se derrumbó en el 2006, en la presidencial. Deben comprender que la selección de candidatos cada día es más importante y si bien la nueva reforma electoral redimensiona y le da más peso a los aparatos partidarios, ello nunca termina de ser suficiente. Por lo pronto, mientras los reflectores están en los líderes parlamentarios del tricolor, lo cierto es que con estos resultados electorales, los que se fortalecen son sus gobernadores y la presidenta del partido, Beatriz Paredes, que sin aparecer demasiado, está tejiendo una red política y electoral que será muy útil para su futuro.