Ya sabemos que el paquete fiscal aprobado en la cámara de diputados no tiene madre, pero tampoco parece tener padre. Nadie quiere asumir su paternidad. El PAN dice que es incompleto, insuficiente y responsabiliza de ello al PRI, pero votaron por todo el paquete y lo defendieron ardorosamente en el pleno. El PRD se desgarra las vestiduras, permite que un grupo de hooligans del PT tomen en su nombre la tribuna, grita que no quiere más impuestos…y vota a favor del dictamen (la votación fue de 415 votos a favor y 24 en contra: el PRD votó a favor), todo porque ese mismo paquete le autoriza, cinco mil millones de pesos de endeudamiento al gobierno del Distrito Federal.
Ya sabemos que el paquete fiscal aprobado en la cámara de diputados no tiene madre, pero tampoco parece tener padre. Nadie quiere asumir su paternidad. El PAN dice que es incompleto, insuficiente y responsabiliza de ello al PRI, pero votaron por todo el paquete y lo defendieron ardorosamente en el pleno. El PRD se desgarra las vestiduras, permite que un grupo de hooligans del PT tomen en su nombre la tribuna, grita que no quiere más impuestos…y vota a favor del dictamen (la votación fue de 415 votos a favor y 24 en contra: el PRD votó a favor), todo porque ese mismo paquete le autoriza, cinco mil millones de pesos de endeudamiento al gobierno del Distrito Federal. En el PRI los diputados dicen que el acuerdo lo sacaron los gobernadores, éstos aseguran que se lo propuso Hacienda y ellos si no aceptaban se quedaban sin recursos, los senadores están molestos con los diputados y los gobernadores porque cuando estaban discutiendo, supuestamente, el dictamen, éste ya se había dado a conocer, en la tarde del domingo, en las páginas de Internet de varios periódicos. Pero también votaron a favor e incluso alguno de ellos dijo que con este paquete económico “salvaron, literalmente, a la patria”. El más honesto me pareció el diputado Oscar Levín Coppel que dijo que la verdadera reforma fiscal que requiere el país la realizarán los priistas cuando lleguen a Los Pinos. Mientras tanto, decimos nosotros, el país puede esperar.
Se dice, con razón, que a nadie le gusta pagar impuestos. Pero mucho menos gusta cuando no se nos dice, siquiera, en qué se van a utilizar, o cuando se habla primero de programas de apoyo a la pobreza que repentinamente desaparecen del panorama, o cuando los partidos simplemente ignoran los llamados a colaborar en el presupuesto recortándose a sí mismo sus gastos, que ascenderán en el 2010 a unos seis mil millones de pesos financiados, por supuesto, vía recursos públicos.
El paquete fiscal, ya lo hemos dicho, es muy desafortunado, pero además de lo que ha resultado más notable para la opinión pública como es el tema del aumento del IVA o del ISR, contiene otras disposiciones francamente preocupantes. Una de ellas es la eliminación retroactiva de la consolidación, el mecanismo que permite que distintos grupos empresariales puedan cargar las utilidades de un empresa del mismo grupo a las perdidas de otra y así equilibrar el pago de sus impuestos. La disposición aprobada en la cámara de diputados, impulsada firmemente por Hacienda, establece que quienes hayan utilizado se mecanismo entre 1999 y el 2004 deberán pagar con base en las nuevas normas ahora aprobadas ese diferencial a lo largo del 2010: estamos hablando, calcula Hacienda, de unos 16 mil millones de pesos que tendrán que erogar las empresas que utilizaron ese mecanismo. Es una barbaridad, ninguna ley puede tener efectos retroactivos. No soy fiscalista y no sé si la consolidación como estaba planteada es benéfica o no para las inversiones o las finanzas nacionales, pero sin duda sé que una norma retroactiva viola la constitución y la seguridad jurídica. Y que si se llevara a cabo de esta forma tendrá costos muy altos para muchas empresas. El mismo miércoles en la mañana el CEO de una importante transnacional asentada en México llamó a Agustín Carstens para advertirle que si ese impuesto retroactivo pasaba él no tendría cómo explicarle a su casa matriz que tendría que pagar unos miles de millones adicionales de impuestos. Y que la orden que tendría sería desinvertir en México porque no se le garantizaba la seguridad jurídica mínima.
Otro punto que pasó entre los diputados y que podría ser revisado por los senadores, sería el código fiscal, que para muchos raya con el terrorismo fiscal. Hay normas inadmisibles como que el SAT pueda intervenir y extraer de las cuentas privadas de cualquier persona o empresa que se considere que ha evadido impuestos la cantidad que considere justa para resarcir el daño y hacerlo sin orden judicial alguna. Que se puedan realizar auditorias a empresas instalándose en la casa habitación de su propietario. O que se puedan expropiar los seguros de gastos médicos como una forma de cobrar una multa fiscal.
Hay mucho más que se podría ver y corregir para hacer menos lesivo el paquete fiscal. Por ejemplo, y sólo por si deciden echarle un ojo, algunos senadores ya lo han hecho, ¿sabe cuánto fue el subsidio a la gasolina en el 2008? Unos 150 mil millones de pesos, subsidio que de alguna forma termina financiando el contrabando de gasolina al norte de la frontera. ¿No sería hora de cambiar esas reglas del juego?