La violencia y la lucha contra el narcotráfico en México no puede ser entendida como una simple lucha de buenos contra malos, como un enfrentamiento en el cual se gana o se pierde. En parte es así, pero sus razones, sus consecuencias, la influencia de la misma sólo puede comprenderse si se la ubica en un contexto global, tan global como el negocio que se intenta combatir.
La violencia y la lucha contra el narcotráfico en México no puede ser entendida como una simple lucha de buenos contra malos, como un enfrentamiento en el cual se gana o se pierde. En parte es así, pero sus razones, sus consecuencias, la influencia de la misma sólo puede comprenderse si se la ubica en un contexto global, tan global como el negocio que se intenta combatir.
Dos reportajes, de dos de los periódicos más influyentes de la prensa estadounidense de este lunes lo confirman. El primero se publica en el Wall Street Journal. Es una amplia historia sobre el boom económico, en medio de la crisis y cuando el país apenas comienza a salir de la recesión, que vive la ciudad fronteriza de El Paso. Seguramente el gobierno local está haciendo una buena labor pero el secreto del boom que le permite a El Paso tener una tasa de desempleo mucho menor que otras ciudades como Houston y Dallas o que el resto de las ciudades fronterizas del sur de los Estados Unidos, está en la violencia que se ha generado en Ciudad Juárez y que lleva ya casi dos años de muertes, secuestros, extorsiones. Las dos últimas han sido determinantes para que miles de personas de medianos y altos recursos económicos hayan decidido dejar Juárez e instalarse en El Paso. Según el reportaje unas 200 nuevas empresas de mexicanos se han creado entre julio del 2008 y julio pasado en esa ciudad. Según el propio gobierno local se trata de la mayor migración “de mexicanos ricos desde la revolución mexicana”. Ello se ve en la creación de empresas, en la renta de casas y departamentos (la ciudad tiene un 92 por ciento de ocupación de toda la oferta disponible) e incluso en el crecimiento de la vida nocturna. Si antes El Paso era considerada una ciudad aburrida donde para divertirse había que cruzar la frontera y hacerlo en Juárez, ahora el flujo es el contrario: la diversión está en la ciudad estadounidense que, además, tiene una seguridad redoblada por la presencia y el también enorme crecimiento del complejo militar de Fort Bliss (no lo dice el reportaje del WSJ pero otra paradoja es que desde allí se monitorea y se concentra la inteligencia estadounidense de la lucha contra el narcotráfico en el resto de América, incluyendo por supuesto a México). El tema de la seguridad proporcionada por las bases militares es clave porque El Paso, a diferencia de otras ciudades como Laredo o Bronswille, no se han visto contaminadas por la violencia fronteriza. Por lo pronto, ya sabemos que uno de los grandes beneficiarios de la lucha contra el narcotráfico en México es, sin duda, la muy texana ciudad de El Paso y sus 600 mil habitantes.
Otra nota aparecida también este lunes en la portada del New York Times muestra otro ángulo de esta historia. Desde que en los 90 se comenzaron a expedir leyes en unos 19 estados de la Unión Americana sobre la despenalización del uso medicinal de la marihuana (lo que en los hechos es prácticamente una despenalización total porque se requiere sólo de una receta médica para acudir a cualquier centro de expendio o en algunos estados para poder tener sus propios cultivos en forma legal) se había generado una contradicción entre esas leyes locales y las federales, que prohibían esa práctica. En los hechos, personas a las que las leyes locales les permitían, por ejemplo, tener plantíos en sus casas, eran perseguidas basándose en las leyes federales. Eso se acabó, desde la semana pasada el departamento de Justicia anunció que no perseguirá ese delito en los estados en los cuales esté legalizada la venta de marihuana “para uso médico”. Ello ha provocado dice el NYT, una revisión profunda de las consecuencias en los estados donde se aplica la ley, con una tendencia a ampliar la permisividad en la utilización de esa droga, mientras que otros estados comienzan a analizar esa opción.
En los hechos es un paso enorme para la legalización del consumo de marihuana en buena parte de los EU. Un paso que va de la mano con un dato que no es menor: más del 60 por ciento de la marihuana que se consume en la Unión Americana se produce dentro de sus fronteras, mucha en enormes extensiones sobre todo en los parques nacionales, donde las labores de erradicación hace tiempo que se han abandonado. Pero lo importante, por el efecto social. es la producción de marihuana genéticamente modificada producida entre grupos de consumidores. Si en los hechos todo tiende a confirmar que Estados Unidos prácticamente ha renunciado a luchar contra el consumo de marihuana ¿en que se enfoca entonces su combate en ese ámbito?. Sobre todo en dos capítulos: restringir el consumo de cocaína, que muy poco pero ha bajado, y el de metanfetaminas, que ha crecido en forma geométrica. Ambos productos están llegando de México. Pero para ellos la guerra ya ha asumido otro carácter y hay áreas en las que ya la han abandonado. El mundo, también allí, se transforma.