La muerte de Saldaña y el trabajo rudo
Columna JFM

La muerte de Saldaña y el trabajo rudo

“Me acaban de informar que El Negro Saldaña quien aparentemente es el que estaba pidiendo mi cabeza, hoy amaneció muerto en el DF”. Quien hablaba era el alcalde San Pedro Garza García, Mauricio Fernández Garza que estaba tomando por segunda ocasión posesión de esa responsabilidad en el municipio más rico y hasta hace unos años, el más seguro del país. Era el sábado poco antes de las 12. El anuncio fue recibido con un amplio aplauso. El hombre que controlaba los secuestros en San Pedro, que dirigía las extorsiones y que había amenazado días atrás al nuevo alcalde, había muerto.

“Me acaban de informar que El Negro Saldaña quien aparentemente es el que estaba pidiendo mi cabeza, hoy amaneció muerto en el DF”. Quien hablaba era el alcalde San Pedro Garza García, Mauricio Fernández Garza que estaba tomando por segunda ocasión posesión de esa responsabilidad en el municipio más rico y hasta hace unos años, el más seguro del país. Era el sábado poco antes de las 12. El anuncio fue recibido con un amplio aplauso. El hombre que controlaba los secuestros en San Pedro, que dirigía las extorsiones y que había amenazado días atrás al nuevo alcalde, había muerto.

Pero  había un detalle. El anuncio del alcalde fue cerca de las doce del día. Los cuerpos de Héctor El Negro Saldaña, de su hermano Alan, apodado el Flaco, de un primo, Carlos Saldaña y de uno de sus sicarios César Rodríguez, fueron encontrados por la procuraduría capitalina poco después de las tres de la tarde en un calle de la colonia Daniel Garza, en la delegación Miguel Hidalgo. En otras palabras, el anuncio de la muerte de estos extorsionadores y narcotraficantes se dio tres horas antes de que se descubrieran los cuerpos.

A partir de allí se dispararon las especulaciones. Mauricio Fernández había denunciado que el Negro Saldaña se había convertido en el jefe de la plaza de San Pedro y que era quien estaba detrás de la ola de secuestros y extorsiones. Por eso anunció en octubre pasado que al asumir la presidencia municipal echaría a andar “equipos de limpieza, de trabajo rudo”, así los llamó, para eliminar los grupos criminales, los giros negros y los 300 puntos de venta de droga que tenía localizados en el municipio. Y el propio Mauricio anunció que el Negro Saldaña lo había amenazado de muerte.

¿Quién mató a estos personajes?¿fueron los llamados equipos de trabajo rudo?. Los cuerpos fueron encontrados vendados y con varios disparos en la cabeza. Fue una ejecución. En la camioneta donde fueron abandonados se encontraron tres mensajes, uno citando un versículo bíblico, Job 35:15 Güero; otro cartel en el que leía por “secuestradores, jefe de jefes, atte” y el mismo mensaje estaba escrito en las espaldas de las víctimas, con plumón. El versículo bíblico dice que “la luz de los impíos es quitada de ellos y  el brazo enaltecido es quebrantado”. La firma de “el jefe de jefes” ha aparecido en por lo menos unas 30 ejecuciones en las últimas semanas.

Jefe de jefes le decían a Amado Carrillo Fuentes, hasta su muerte en 1997 y fue popularizado por un corrido de los Tigres del Norte. Ahora se cree que quien se hace llamar el jefe de jefes es Arturo Beltrán Leyva, el Barbas y jefe del cártel de Sonora, un grupo que en otras ocasiones ha dado muestras de no querer que su gente se involucre en secuestros.

Por eso  la historia puede tener otros ángulos. Los Beltrán Leyva han sido muy golpeados en Nuevo León. Héctor Huerta, La Burra, durante años el jefe de esa plaza fue detenido el 24 de marzo pasado. Para reemplazarlo enviaron desde Sonora a Rodolfo López Ibarra, El Nito, pero fue detenido el 18 de mayo. Y llegó un tercer encargado, Omar Ibarra Lozano, el 34, detenido el 25 de junio con la lista con los nombres de los policías y mandos que le daban protección a los Beltrán Leyva en el municipio de San Pedro. Entonces apareció Héctor El Negro Saldaña, hasta entonces un simple operador y sicario de los Beltrán. Y comenzó una guerra feroz por el control de San Pedro. El Negro Saldaña quiso hacerse del control de municipio a sangre y fuego, pero también ampliando, para financiarse, su campo de acción. Y se dispararon los secuestros y las extorsiones en todo el municipio. Por los secuestros cobraban unos cinco millones de pesos de rescate y realizaban hasta tres a la semana. A los bares, antros y comercios los extorsionaban cobrándoles un mínimo 100 mil pesos mensuales.

En Monterrey desde el jueves hubo versiones de que Saldaña había sido asesinado. Los hermanos Saldaña y su gente salieron al DF ese jueves para una “reunión de negocios”. En realidad habrían sido citados por los verdaderos jefes del cártel de los Beltrán Leyva. Tenían muchos pendientes: se habían quedado por la fuerza con la plaza de San Pedro y en esos  enfrentamientos, se habían quedado con un cargamento de cocaína. Y se dedicaban a los secuestros, una actividad en la que los Beltrán aparentemente no quieren involucrarse.

Más que equipos especializados todo indica que, en este caso, el que se deshizo de El Negro Saldaña y su banda fueron sus jefes, los Beltrán Leyva, la pregunta que no se termina de responder plenamente es porqué.

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