Los otros poderes en Michoacán
Columna JFM

Los otros poderes en Michoacán

12-02-14

Sólo viviendo absurdamente se podría

romper alguna vez este absurdo infinito

Julio Cortázar

La agresión que sufrió el secretario de Educación Pública, Emilio Cuayffet en Morelia, cuando estaba entregando apoyos para una institución académica local, pone de manifiesto varias cosas. La primera es que en ese estado son muchas más las cosas que están sueltas, sin control, además de la inseguridad y la delincuencia. Segundo, que esa falta de control vulnera o pone en riesgo la seguridad de los propios funcionarios federales que tendrán que ir, por instrucciones del propio presidente Peña, a hacerse cargo de muchas tareas políticas en el estado. Tercero, que las acciones de la Coordinadora, pese a los esfuerzos oficiales, seguirán desarrollándose en el terreno de la violencia.

 

Lo más evidente es lo primero. Lo hemos olvidado porque en la vorágine de violencia que se desarrolló sobre todo en Tierra Caliente no hubo casi espacio para lo demás, pero Michoacán tiene varios otros problemas graves que han contribuido a la desestabilización en ese estado. Problemas que son consecuencia, también, de la complicidad entre autoridades locales y grupos de poder. Uno de los más evidentes es el de la sección 18 del sindicato de maestros, uno de los principales integrantes de la CNTE. Desde hace años, la Coordinadora en Michoacán ha realizado todo tipo de acciones violentas: ha reventado asambleas de grupos opuestos a ellos, ha tomado calles, parques y oficinas, públicas y privadas, quemado camiones en plena calle, llegó a sacar a los golpes a una dirigente de la SNTE de un estudio de televisión y la agredió, en plena calle, de todas las formas posibles. La lista es interminable, pero la norma ha sido siempre una: jamás alguno de sus integrantes ha sido procesado por ello, siempre han gozado de impunidad.

La CNTE en el estado, la sección 18, está aliada con los dirigentes de las normales rurales, otro espacio convertido en una suerte de zona liberada con sus propios programas, mecanismos de admisión, sus propias autoridades…y con un generoso presupuesto público que defienden a capa y espada. Son esas normales rurales en el estado escuelas de “cuadros” para distintos grupos radicales que terminan confluyendo con la sección 18. En estos días lo hemos olvidado, pero durante meses, las rurales han secuestrado camiones repartidores de empresas privadas, de la CFE, carros, trailers, autobuses de pasajeros, han bloqueado calles y autopistas. Y son otros que siempre se han salido con la suya.

Lo volvieron a hacer el lunes en la visita de Chuayffet. Resulta incomprensible que el secretario de Educación no tuviera protección en sus entrada y salidas, a un recinto rodeado por manifestantes altamente agresivos que ni siquiera se sabía si eran o no maestros. Fueron piedras las que arrojaron pero podría haber sido cualquier otra cosa. Lo cierto es que en las imágenes se observa que no hay un solo policía cubriendo la salida del secretario. Como no hay nada que permita suponer que pasada la crisis de seguridad en Tierra Caliente, la situación con la CNTE y las normales rurales haya cambiado en algo: y ahí se encuentra uno de los mayores factores de desestabilización en el estado.

Pero hay algo que aparece como sospecha, misma que parece confirmarse con datos duros. No se ve al gobierno local realmente comprometido con el cambio profundo, radical que se requiere en Michoacán y en ocasiones esa misma clase política pareciera que conciente o inconscientemente boicotea ese proceso. Se percibe lo mismo en varios ámbitos: lo sucedido a Chuayffet no es diferente a lo que ocurre con Alfredo Castillo (¿alguien no entendió que lo de la foto con Farías fue una trampa?, la pregunta es quién la puso). Insistimos, recuperar la seguridad es un objetivo insoslayable en Michoacán, pero más temprano o más tarde habrá que depurar la clase política para alcanzarlo.

30 años sin Cortázar

En lo personal desde siempre, comencé a leerlo a los 13 años, Julio Cortázar fue el más grande, el más importante, el escritor con el que me sentí, me siento, más identificado. Un día como hoy, demasiado prematuramente, se fue Julio Cortázar, víctima de la tristeza y la enfermedad en su añorado París. En agosto se cumplirán cien años de su nacimiento. Hay que recordarlo, sobre todo, leyéndolo, porque “qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera cara se borra poco a poco como en las viejas fotos…” (Rayuela, capítulo 21).

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