Era diciembre del 2010 y en Apatzingán se daba el más duro enfrentamiento que se recuerda en esa ciudad. Pero producto de ese combate lo que quedó en el aire fue una afirmación: allí había muerto Nazario Moreno, el Chayo o el Más Loco, líder fundador de La Familia y en esos días de escisión del cártel del grupo de Los Templarios. La muerte se confirmó por audios interceptados entre distintos integrantes de ese grupo criminal y por imágenes del enfrentamiento (algunas de las cuales en esos días tuvimos oportunidad de ver) que demostrarían que El Chayo no podría haber salido con vida del mismo.
Y sin embargo, el cuerpo nunca pudo ser recuperado y la muerte nunca pudo ser completamente confirmada a pesar de los anuncios oficiales. Pasaron los meses y el rumor comenzó: Nazario Moreno estaba vivo, aparecía aquí o allá, pero sobre todo lo que se intentaba esparcir era al mito sobre el personaje, querían que se creyera en el líder del cártel como en una suerte de Jesús Malverde.
En el 2012 comenzaron no sólo a circular rumores de que Moreno no estaba muerto sino que también comenzaron a aparecer hasta altares para Nazario Moreno. Hace algunas semanas cuando arreciaron los rumores de que El Chayo estaba vivo, escribíamos aquí sobre su mito y afirmábamos: “¿qué mejor analogía de su propia forma de ver las cosas que presentarse como un ser que volvió de la muerte, que la engañó y regresó a la vida?”. Creíamos entonces que Nazario sí estaba muerto y que la construcción del mito era una manipulación más de su grupo criminal.
Pero Moreno estaba vivo y las autodefensas, hay que decirlo, cumplieron un papel fundamental, no sólo insistiendo ante las autoridades en que no había muerto sino también aportando pruebas y datos al respecto. Ayer se confirmó su muerte en un enfrentamiento con un grupo de élite de la Marina. Nazario Moreno, junto con Servando Gómez, La Tuta, y Enrique Plancarte, le dieron al cártel La Familia sus principales características. Esa organización utiliza un fuerte cariz religioso, que le dio directamente Moreno, imbuido de un sentido místico. Pero el principal sello de Moreno era un libro que consideran “fuente de sabiduría” firmado como El más Loco, que se constituyó en una especie de “guía moral” del cártel.
La Familia tenía a su servicio un reclutador de primer nivel. Se trata de Rafael Cedeño Hernández, El Cede, responsable del adoctrinamiento del grupo criminal. El sábado 18 de abril de 2009, El Cede fue detenido en Morelia. Según las autoridades, el Cede reportaba directamente a Nazario Moreno. Por órdenes suyas, Cedeño se había convertido en El Licenciado, un “defensor” de los derechos humanos en Michoacán, acreditado como observador permanente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Para quienes ahora se asombran de las marchas en apoyo al Chapo, el 13 de febrero del 2009, un grupo de manifestantes, convocados por El Licenciado, recorrió las calles de Morelia pidiendo la salida del Ejército del estado; llamaron a su movilización “marcha por el paro a la corrupción”. Lo encabezaba Cedeño y participaron conocidos activistas del movimiento de derechos humanos en el estado.
También, junto con el libro de Pensamientos y las marchas en “defensa de los derechos humanos”, Moreno impulsó la presencia y creación de centros contra las adicciones convertidos en casas operativas, mezclando un muy elaborado y eficiente discurso que fusionaba el factor religioso con la violencia. Moreno, con Cedeño como su operador, era quien controlaba esa estructura, a partir de esos albergues donde, según su propio testimonio, se adoctrinaron a miles jóvenes. Los albergues se llamaban Gratitud. A ellos llegaban cada tres semanas contingentes de jóvenes que eran enviados desde Michoacán, el estado de México, Guerrero, el DF, Morelos, Querétaro y Guanajuato. Y ahí eran formados como parte de la organización criminal. Incluso el gobierno estatal enviaba a los Albergues Gratitud a jóvenes que requerían tratamiento contra las adicciones: en los hechos se los entregaban a los propios grupos criminales.
Había de todo: desde grupos en donde, al comenzar la “instrucción”, uno de ellos, elegido al azar, era asesinado frente a todos los demás para demostrar qué sucedería con quien los traicionara, hasta grupos que eran convencidos de que había que acabar con los narcotraficantes en forma violenta y que terminaban matando a los rivales de esa organización criminal convencidos de que estaban ayudando en la lucha contra el narcotráfico.
Ese fue el esquema de operación que hizo a La Familia y luego a los Templarios uno de los grupos criminales más peligrosos del país. Quizás no fueron, no son, los más poderosos, pero prácticamente ninguno como ellos lograron desestabilizar, cooptar, violentar y someter a una sociedad utilizando tantos recursos simultáneos, desde la coerción y la muerte, hasta la religión y la política. Y Nazario Moreno era el principal constructor de ese monstruo.
Jorge Fernández Menéndez