24-06-2014 En la comparecencia que brindó la semana pasada el procurador general de la república, Jesús Murillo Karam, sobre el caso Oceanografía, hay una intervención de Murillo muy interesante. Cuando le preguntan sobre el monto del fraude a Banamex, el procurador dice que hay que establecer todavía con claridad el mismo porque se deben sumar las facturas fraudulentas o modificadas (lo que detona todo el caso, también lo ha revelado el procurador, fue que en un momento determinado la gente de Amado Yañez dejó de pagar las fianzas sobre esas facturas, eso fue lo que disparó las luces rojas como para iniciar las investigaciones a partir de una solicitud de Banamex y del propio Pemex, porque la cuenta de factoraje de Oceanografía en Banamex estaba considerada como de la empresa petrolera) que son las que suman 455 millones de dólares, pero también se deben analizar las utilidades cobradas por el banco que tenía, vía el acuerdo con Oceanografía, un rendimiento anual por esas labores de factoraje de un 20 por ciento.
Tiene razón el procurador y en todo el proceso de Oceanografía hay que ver aún muchos temas que están aún en el espacio de los grises. Uno de ellos ¿qué ha pasado con un financista llamado José Ortega?.
José Ortega comenzó a trabajar en Banamex a principios de la década pasada y fue liquidado en un recorte de personal, pero volvió a ser contratado por el banco en el 2010, para dirigir y reorganizar el área de factoraje, y redefinir el proceso como jefe del área, establecer controles y definir su gestión diaria. La investigación de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores establece que Ortega fue quien contrató a Erick Cervantes, quien, a su vez, fue el que resguardó y validó los documentos de Pemex y Oceanografia, y hoy está inculpado como uno de los tres funcionarios del banco que participaron en el fraude.
Durante los años que estuvo en factoraje de Banamex, Ortega, aparte de redefinir y llevar el día a día de esas operaciones con Oceanografia, desarrolló una cercana amistad con Amado. Fue despedido del banco porque se detectaron depósitos millonarios en las cuentas de su esposa, realizados por Yáñez, supuestamente por compraventa de arte e inmuebles (se supone que la esposa de Ortega le vendía arte a Yañez por lo cual éste pagaba cantidades millonarias). Esas prácticas violaban claramente los códigos de ética implementados por el banco para una relación entre un cliente y sus ejecutivos.
Cuando lo despiden de Banamex y ante la imposibilidad de contratarlo en Oceanografia, Oliver Fernández, socio de Yañez Osuna, lo contrata para que siga haciendo operaciones financieras para la empresa desde fuera de la misma. Se presume que fueron ellos quienes manipularon a los funcionarios de Banamex para cambiar el contrato marco regulador, modificación por la cual ya no tenían que revisar la legitimidad de las facturas de Pemex, que es lo que propicia a que se pueda perpetrar el fraude. Ortega tenía a Erick Cervantes como operador del banco en ciudad del Carmen y conocía perfectamente el manejo de factoraje de Banamex.
Oliver Fernández es socio de Oceanografia, vía grupo Aknuuk, que ostenta el 5 por ciento de la empresa. También es socio de Amado Yañez en las empresas de outsoursing y en la construcción de una carretera en Puebla, contrato que por cierto fue rescindido, entre otras razones, porque no tenían recursos para efectuarlo y pretendían que fuera financiado por Banobras. Ortega y Fernández son personajes claves para profundizar la investigación.
El hijo de la Tuta
Huber Gómez Patiño, de 22 años, y quien el hijo de Servando Gómez Martínez, La Tuta, líder de los Templarios, quedó a disposición del Ministerio Público Federal desde la noche del sábado cuando fue detenido saliendo de una fiesta en Arteaga, en la Tierra Caliente, en Michoacán, de donde es originario su padre. El hijo de la Tuta está arraigado y las autoridades tenían hasta las nueve de la noche de ayer para fincarle nuevos cargos, porque ahora está acusado de portar una pistola calibre 45 y droga sintética, conocida como cristal.
Establecer la acusación contra el hijo de la Tuta no es un tema menor. No sería la primera vez que hijos de capos quedaran en libertad porque no existen casos bien construidos en su contra. Ahí está la historia de Iván Archivaldo Guzmán, el hijo del Chapo de que a pesar de que fue acusado de ser operador del cártel que encabezaba su padre e incluso del asesinato de una joven canadiense en Guadalajara, terminó quedando en libertad y hoy, con el Chapo detenido, es uno de los que busca, junto con su hermano Alfredo, quedarse con el control de esa organización criminal.
Jorge Fernández Menéndez