17-07-2014 El debate, es un decir, porque cuando para obstruir un proceso legislativo se suman, por un puñado de legisladores, casi cuatro mil reservas no estamos hablando de un debate, sobre las leyes secundarias en materia energética son fundamentales para el futuro del país. México necesita inversiones, fuentes de empleo, infraestructura, oportunidades y ellas deben provenir sobre todo del ámbito energético que junto con el turismo, las telecomunicaciones e industrias con la automovilística, la aeroespacial, la de bienes de consumo y artículos para el hogar son las que pueden y deben disparar la economía.
Nada de eso será rápido. El corazón de la reforma energética, más allá de que se hable tanto del petróleo, está en el gas, como el recurso indispensable para la generación de energía que alimentará desde las plantas productoras de electricidad hasta las empresas: hoy el gas es 25 por ciento más caro en México que en otros países por la sencilla razón de que lo tenemos en el subsuelo pero no lo explotamos y tampoco tenemos la red de gasoductos necesarios para transportarlo. Hoy le compramos gas licuado a varios países del mundo, hay que transportarlo a México casi siempre en barco, convertirlo de gas licuado en gas y en ocasiones no hay como transportarlo a los centros de consumo. Al mismo tiempo nuestras plantas termoeléctricas no pueden usar gas, lo que reduciría notablemente el costo de la producción, porque el producto escasea, y usan entonces combustóleo, un combustible que produce importantes emisiones de bióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y partículas suspendidas.
Con la reforma que se está votando en el congreso, no en semanas, pero sí en un proceso que comenzará en meses se puede revertir este círculo vicioso para tener una energía más limpia, más barata y más abundante.
Es difícil entender porqué una fuerza de izquierda, que se tendría que definir a sí misma como progresista, se puede oponer en forma tan terminante como infantil a estas reformas. Cómo pueden sacarse del sombrero mentiras, no hay otra forma de describirlo, tales como de que se venderá el petróleo, el gas, los recursos naturales, la soberanía. ¿Para qué sirven el petróleo o el gas si no es para explotarlos, para beneficiar a la sociedad, a quienes quieren invertir y crear empleos?¿de qué sirve un petróleo o un gas que permanece en el subsuelo porque los recursos no son suficientes para explotarlos o cuando se propone hacerlo con recursos públicos que entonces tendrían que distraerse de la salud, la educación, la infraestructura?¿A usted le importa si la energía que llega a su casa es generada por una empresa privada o por una pública o prefiere tener energía suficiente, buen servicio y tarifas más bajas?¿realmente prefiere que los contratos de Pemex se entreguen, como hemos visto en estos días, quizás de forma legal pero siempre discrecional o prefiere que haya licitaciones donde puedan participar empresas privadas nacionales o extranjeras?.
Nuestra economía requiere de fuertes estímulos para poder reaccionar. Necesita una verdadera inyección de recursos que no pueden provenir de negocios menores o puntuales. Y la energía lo deben proporcionar. Por supuesto que no es suficiente ni alcanza para solucionar la economía cotidiana. Los datos se acumulan: por ejemplo, según información del propio SAT, de los 53 millones de personas que componen la Población Económicamente Activa, unos 29 millones no pagan impuestos y tampoco se ve que con las medidas propuestas en la última reforma fiscal se aligere seriamente ese porcentaje. La reforma fiscal ha provocado, según información bancaria, una caída del 12 por ciento en el consumo con tarjetas de créditos en abril pasado. Y los empresarios siguen asegurando que es la mayor traba para las inversiones. Respaldar la propuesta fiscal del PRD fue un error, quizás el más significativo, de esta administración y tarde o temprano se tendrá que rectificar.
Todo esto, y mucho más, incluyendo la corrupción y la seguridad, debe ser objeto de trabajo, cambios y transformaciones. Nos hemos tardado 20 años en sacar una reforma que todos sabían que era imprescindible: en esas dos décadas el mercado de la energía ha demostrado que entonces y ahora esa reforma era necesaria. Hace 20 años, Estados Unidos era dependiente de sus importaciones de petróleo. Hoy, gracias al gas, es casi autosuficiente. El petróleo era relativamente barato y China estaba muy lejos de ser la potencia que hoy es y de requerir tanto crudo. Las energías renovables prácticamente no estaban en el escenario y hoy son una realidad.
Lo cierto es que en el debate que se escenificará el día de hoy habrá casi cuatro mil reservas pero no se discutirá nada de esto. Así es la política, pero lo importante es que dos décadas después se convertirá en realidad una reforma que el país necesitaba, y se le negó en repetidas oportunidades (y según el momento por la oposición del PAN, del PRD o del PRI).
Jorge Fernández Menéndez