11-08-2014 En los últimos días me han llegado algunos comentarios extraños: un amigo me aseguró, la versión salió también publicada como si fuera un hecho, que el verdadero dueño de un periódico que anda hoy con problemas jurídicos y financieros era, en realidad, Felipe Calderón. Otro me aseguró que el partido Humanista, de nuevo cuño, en realidad, estaba impulsado por Calderón. Uno más me dijo que el ex presidente estaba sumamente deprimido y viviendo en Boston, y ya no quería regresar a México. En realidad, Calderón no tiene nada que ver con periódico alguno, tampoco con el partido Humanista y mucho menos está deprimido y viviendo en Boston: desde junio pasado está en México, tuve oportunidad de cenar con él esta semana y lo percibí de excelente humor.
Lo único que no dijeron en esa ola de rumores fue que se lanzaría esta semana un libro, titulado Los retos que enfrentamos, publicado por el sello Debate, y que podría ser un texto más sobre el convulso periodo 2006-2012, si no fuera porque su autor es el ex presidente Calderón. Está saliendo de imprenta en estos días y en unas 300 páginas intenta, como dice su introducción, “presentar en un esquema general los principales desafíos que viví como presidente de la República y las políticas públicas, es decir las acciones, los programas y la normatividad, que permitieron enfrentarlos y resolverlos bajo la perspectiva del Desarrollo Humano Sustentable”. No es un libro que recupere sus memorias (dice que eso será más adelante) ni mucho menos que haga ajustes de cuentas con el presente (lo que está fuera de su intencionalidad y, diría yo, del espacio que un ex presidente le debe dar a su sucesor).
El texto aborda muchos temas, pero dos son centrales, porque están en el corazón de lo que fue la administración Calderón: la seguridad y la economía. En el ámbito de la seguridad, explica cómo se había deteriorado la situación en los años previos a su toma de posesión, con una estrategia de los grupos criminales para adoptar políticas de control no sólo territorial sino también político y social. Niega terminantemente que hubiera algo similar a “una declaratoria de guerra contra el narcotráfico” y sostiene que es un error de análisis y de diagnóstico reducir el origen de la problemática de inseguridad y violencia a “una guerra contra las drogas”. El origen de esta problemática, dice, “radica en el crecimiento exorbitante de la criminalidad derivada de la presencia masiva del crimen organizado…es precisamente en esos lugares en los que la fuerza publica ha sido nulificada o sometida donde todo mecanismo de control del crimen simplemente se colapsa”. En este contexto, Calderón dice que “prefiere asumir la crítica, así sea injusta, de haber actuado, a quedarme con el cargo de conciencia de haber visto el problema y, por conveniencia o cálculo político, no haber hecho nada”.
¿Cuál fue entonces el desafío?. “Logramos mucho a nivel federal, pero no avanzamos al mismo ritmo a nivel estatal, entre otras cosas porque el sistema político mexicano no cuenta con las herramientas o los incentivos suficientes para obligar a cada autoridad en el ámbito de su competencia a cumplir con su deber, ni los ciudadanos cuentan con instrumentos para exigirles a éstas de manera apropiada y eficaz que realicen su tarea básica de brindar seguridad”.
Dice que es posible buscar nuevas alternativas y construir nuevos caminos en temas como la legalización de las drogas, pero “con las variantes que se quiera, en esencia la lucha por la seguridad pública en México sólo será exitosa si sigue al menos sobre estos tres ejes: 1) enfrentar y llevar ante la justicia a los criminales; 2) depurar y fortalecer los cuerpos policíacos, ministeriales y judiciales y 3) reconstruir el tejido social a través de la generación de oportunidades sociales y de trabajo para la gente, especialmente para nuestros niños y jóvenes”. Y coloca como ejemplos exitosos de ese proceso lo ocurrido, sobre todo en Ciudad Juárez, en Tijuana y en parte en Monterrey.
La parte económica y sobre todo en el tratamiento de la crisis del 2008 hace un largo recuento de las acciones asumidas y de los resultados obtenidos. Dice que si las reforma del sector energético se llevan a cabo con imparcialidad y transparencia “permitirán que México recupere su lugar primordial en el sector energético mundial”. Y concluye que, empero, “la reforma económica que México más necesita es la del verdadero cumplimiento de la ley…en la medida en que los secuestros, las extorsiones y la violencia se reduzcan, la inversión y el turismo fluirán de manera abundante”.
Es la historia que cuenta Felipe Calderón en su nuevo libro. Una historia que se debe evaluar como se debe hacer con todos los ex mandatarios que cuentan la que les tocó vivir. Un ejercicio que debería ser valorado como imprescindible, necesario y casi obligatorio para todos ellos. Y que debería enriquecer el debate nacional.
Jorge Fernández Menéndez