Buscar su destino…a los 75
Columna JFM

Buscar su destino…a los 75

“El mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de grandes malvados. Entiendo que se subestima la estupidez”

Adolfo Bioy Casares, en sus 100 años

Los insultos al futbolista Ronaldinho del ex secretario de Desarrollo Social en Querétaro, Carlos Treviño, deberían tener un destino sencillo: el de los tribunales civiles. Los graves delitos del ex jefe de la oficina de la Sedesol federal, Luis Ignacio Muñoz, acusado de encabezar una red de lavado de dinero para el cártel de Sinaloa, también: la justicia penal, por lo menos en Estados Unidos y habrá que ver si esos graves delitos no deben ser juzgados, además, en México. Que un grupo de senadores se vayan de fiesta es un tema privado, aunque si sus acompañantes son sexoservidoras o si usaron para la fiesta recursos públicos, podrían estar cometiendo un delito, pero dejémoslo en el ámbito personal: lo que es irreparable para muchos es la imagen política.

Que en una plenaria entre senadores se acusen unos a otros de estar ofreciéndose dinero o muchachas es una muestra de descomposición interna. Que se acuse a otros legisladores de cobrar moches en las partidas presupuestales es, si llegara a comprobar, lisa y llanamente un delito.

La lista podría continuar porque el PAN se ha esforzado en los últimos meses en ser noticia por los escándalos y los excesos de varios de sus militantes más destacados. Pero el problema del PAN no pasa por los desfiguros racistas de alguno de sus miembros o el ánimo fiestero de otros, ni siquiera por hechos delictivos o corruptos de unos terceros. En todos los partidos hay integrantes racistas, corruptos o amigos de fiestas privadas, el problema en el PAN es que a 75 años de su fundación su imagen pública está sufriendo un deterioro notable que todos estos, y otros casos, ayudan a acentuar y que no permiten ver, siquiera, qué es lo que están haciendo, bien o mal, en el ámbito de la política.

El PAN ha apoyado todas las reformas estructurales y se debe reconocer que muchas de ellas eran propuestas suyas que en el pasado no habían sido aceptadas por los partidos de la oposición a los gobiernos de Fox y Calderón. Sólo se ha opuesto, y eso fue un acierto político, a una reforma fiscal que terminó siendo muy distinta a la planteada originalmente en el Pacto por México. Lo hizo manteniendo un voto disciplinado y homogéneo en ambas cámaras. De cara a las elecciones del año próximo tiene la posibilidad de avanzar en varias posiciones políticas importantes y de disputar por lo menos dos estados además de los que ya tiene. Pero no eso no lo sabe casi nadie: lo que ha jalonado el devenir panista en los últimos meses han sido los escándalos privados o públicos, políticos o personales. Y puede ser que, como dijo el ex presidente Calderón, ese partido esté ante un proceso de descomposición moral que importa poco saber cuándo comenzó, pero lo cierto es que esa descomposición es política y se cataliza a través de esos escándalos, porque el PAN no alcanza a mostrar un discurso político coherente.

El PAN cumple 75 años y no se sabe qué quiere para el futuro. Durante años el objetivo del panismo fue realizar una oposición más ética y moral que política hacia el régimen priista. Desde fines de los 80 esa oposición se centró en lograr la alternancia en el poder, primero local, luego federal. En ese camino se tuvo que despojar de muchas cosas y abandonar principios que no se adaptaban a la lucha cotidiana, a la real politik que caracteriza la lucha por el poder. Lo alcanzó en el 2000 y lo mantuvo durante doce años, pero durante ese periodo el partido nunca encontró ni su perfil ni su camino. Perdió identidad y contenido estratégico. El partido como tal se volvió intrascendente y la mejor demostración de ello fue el desencuentro partidario con Fox y Calderón, y el muy desafortunado proceso interno para la selección de candidato para el 2012. 

Hoy el PAN está cosechando lo que sembró a lo largo de esos doce años, donde es muy fácil responsabilizar a los mandatarios en turno, o a los líderes partidarios, pero se olvida que más allá de sus reales o supuestas fallas, lo que hubo fue una descomposición sistemática del partido por la ausencia de un rumbo claro.

No todo está perdido para el PAN: es un partido con arraigo, con historia, con posibilidades políticas, al que si se organiza no le irá tan mal en las elecciones del año próximo. Pero debe asumir un rumbo, una coherencia, un objetivo político claro que vaya más allá de la coyuntura. Y debe buscar mecanismos integradores, de una identidad común, que hoy no encuentra. Se podrá argumentar que cualquier partido que se ve obligado a dejar el poder después de 12 años tiene que pasar por una etapa similar. Puede ser, pero sin identidad, lo que queda es un partido sin trascendencia. Más allá de un idiota racista o un ex funcionario corrupto.

 

Jorge Fernández Menéndez

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