Seguridad y economía: exigen golpe de timón
Columna

Seguridad y economía: exigen golpe de timón

12-03-2020 Ayer la DEA dio a conocer la lista de los 10 personajes más buscados por esa agencia: la encabeza Nemesio Oseguera, El Mencho, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación. Por él ofrecen 10 millones de dólares de recompensa. Inmediatamente después están los hijos del Chapo, en primer lugar Jesús Alfredo Guzmán, por encima de Ovidio e Iván Archivaldo. Le siguen Rafael Caro Quintero e Ismael El Mayo Zambada.

            La lista hace evidente el interés de las autoridades estadounidenses en la seguridad y el narcotráfico: El Mencho la encabeza porque su organización, además de una notable generadora de la violencia, tiene cada vez mayor protagonismo en la introducción de fentanilo en la Unión Americana. Los hijos del Chapo también están en el centro del tráfico de drogas sintéticas y fentanilo. El Mayo Zambada, siempre menos nombrado que los otros, es el verdadero líder histórico de estos grupos y Rafael Caro Quintero, además de estar plenamente reintegrado a las organizaciones criminales, como jefe de una de ellas, sigue estando en la prioridad de las autoridades estadounidenses que, a 35 años de su muerte, están a punto de reabrir el caso de Enrique Camarena, aquel agente de la DEA asesinado en 1985 en Guadalajara, que detonó lo que ahora conocemos como la guerra contra las drogas.

            Ayer mismo, el departamento del Tesoro de la Unión Americana, incluyó en la lista Kipling a varios negocios relacionados con el CJNG, demostrando que no abandonará la presión ni sobre esa organización ni tampoco sobre el gobierno mexicano para que revise y modifique su política de seguridad. Todo en el marco de una redada que ha dejado más de 200 detenidos del CJNG en todos los Estados Unidos. Si se suman, los de semanas atrás, son ya 700 los integrantes de ese grupo los detenidos en la Unión Americana.

            Lo que más sorprendió luego de la marcha y el paro de mujeres del 8 y 9 de marzo pasado, es que el presidente López Obrador dijera en la mañanera del día 10, que luego de esos hechos no cambiará nada de su política de seguridad. Que la estrategia seguirá siendo la misma. Pero esa estrategia ha fracasado: el mismo 8 de marzo fue el que mayor cantidad de mujeres asesinadas hubo en este 2020, trece en todo el país. Los enfrentamientos de esta semana en Guanajuato, en el contexto de los operativos para tratar de detener al Marro, han sido violentísimos. La inseguridad cotidiana no cesa, al contrario, crece día con día. Y Estados Unidos sigue muy atentamente los hechos porque en realidad desde que asumió la actual administración no se ha detenido a ninguno de los principales líderes del crimen organizado, y al único que tenían, a Ovidio Guzmán, ordenaron liberarlo. Que en este momento se vuelva a insistir en la lista de los más buscados, se aumenten recompensas e incluso se coloquen carteles en Los Angeles y otros lugares para exhibirlos, es un reclamo y una presión casi explícita para el gobierno mexicano.

            Si en ese tema no se quiere cambiar, tampoco parece que quieran hacerlo en el ámbito económico y financiero, incluso ante la tormenta que ya ha comenzado a azotarnos. La economía mexicana tiene algunos resortes para tratar de sortear la crisis, pero no está ni remotamente blindada ante ella. Insistimos en un punto, la disciplina fiscal y las finanzas públicas sanas son una exigencia para cualquier economía en cualquier momento, nada más. Hoy se podrían tomar muchas de las medidas que se adoptaron en última gran crisis, la de 2008-2009.

            En ese entonces se logró que la crisis externa, a pesar de que dañó y mucho la economía, no terminara en una profunda crisis interior, con una serie de medidas anticíclicas que funcionaron muy bien. ¿Qué se hizo entonces?. En política fiscal, se incrementó en más de un punto del PIB la inversión en infraestructura; se establecieron descuentos en pagos provisionales de ISR y IETU, y en cuotas patronales del IMSS. Se aceleró el gasto aprobado. Se congeló del precio de las gasolinas. Disminuyó el precio de la electricidad en la tarifa comercial e industrial y también del gas LP. Se incrementó el Programa de Empleo Temporal.

En Política Hacendaria se incrementó el financiamiento a la vivienda. Se flexibilizó el régimen de inversión de las siefores. Aumentó el financiamiento de la banca de desarrollo. Se permitió el acceso a su cuenta del Infonavit para aquellos que perdieron su empleo. Aumentó el beneficio por desempleo en la cuenta del SAR. Además, se bajaron las tasas de interés. Se aumentaron las coberturas cambiarias (como se ha hecho ahora) y se estableció una clara simplificación arancelaria.

Esa es la muestra de una política anticíclica que se mostró acertada. Pero para que tenga éxito, se necesita otra cosa: confianza de la iniciativa privada y los inversionistas. Y ella no se recuperará si no se establecen reglas claras en el sector energético acompañadas de cambios y programas que las respalden.

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