20-03-2019 Al ser interrogado sobre su participación como padrino de bautizo del hijo del empresario Miguel Rincón, Andrés Manuel López Obrador sostuvo, con toda razón, que lo hacía por la amistad que lo unía al empresario y que ese hecho no debería constituir de ninguna forma un conflicto de interés.
Es verdad, confundir la amistad o la cercanía de un funcionario, así sea el presidente de la república, con un empresario, un comunicador, un miembro de otro partido, no tiene porqué ser visto como un conflicto de interés, o el motivo de una sospecha. Lamentablemente esa visión se ha alimentado durante años como una forma de golpear, desprestigiar, deslegitimar a personajes públicos. En todo caso, y no porque sea un conflicto de interés sino por su imagen pública y los conflictos que se viven en la propia iglesia católica, debería preocuparle más al primer mandatario la foto en la que aparece con el cardenal Norberto Rivera. Pero ese es otro tema.
Lo que llama la atención es que todo ello ocurra al mismo tiempo que se ataca y se usan instrumentos del Estado para deslegitimar a un personaje como Enrique Krauze, precisamente por la sospecha, la "presunción", dice la diputada Tatiana Clouthier, de tener estrechas ligas con empresarios que hicieron campaña contra López Obrador, lo que el director de Letras Libres niega absolutamente.
No hay en todo esto una sola prueba contra Krauze más que los dichos de alguien que dice haber participado en esa "campaña". Enrique en un hombre firme en sus convicciones, un historiador y analista con el que no necesariamente se debe estar de acuerdo pero que es reconocido dentro y fuera de México por su independencia e integridad. No me imagino a Krauze ocupado en construir "campañas negras". Lo que sucede es que en ciertos ámbitos del poder cualquier crítica se transforman en una "campaña". Es una forma de victimizarse y de no responder a las críticas, justas o no, que sufre López Obrador como cualquier otro presidente.
Pero incluso si fuera así, coincido plenamente con lo que escribió ayer Leo Zuckerman: Krauze o quien sea está en su pleno derecho de participar en una campaña contra un candidato con el que no está de acuerdo. Eso tampoco loconvierte en uno de los "intelectuales orgánicos" de los que habló también el presidente López Obrador. Hoy, en su equipo de gobierno tiene trabajando a buena parte de los intelectuales que se presentaban hasta hace unos meses como independientes y alejados del poder, desde Paco Taibo hasta Jenaro Villamil, pasando por Sanjuana Martínez, Jesusa Rodríguez (con todo y sus sesudas reflexiones sobre los tacos de carnitas) y muchos otros, todos empleados gubernamentales. ¿Está mal? No, pero es una demostración más de que sus posiciones eran parte de una campaña política.
Krauze es un crítico de López Obrador y tiene todo el derecho de serlo sin por eso ser atacado y deslegitimado por "presunciones" que se basan en la amistad del director de Letras Libres con ciertos empresarios o escritores. Amistades tan legítimas como la que tiene el presidente de la república con un destacado empresario, del que ahora es compadre, sin que eso sea un conflicto de interés.
Dos Bocas, cuatro empresas
Dos Bocas no estará terminada y operando en marzo de 2022. No es posible construirla en tres años cuando no existe siquiera un proyecto y una planificación acorde a una obra de esa envergadura. Los tiempos y los números no cuadran y así lo han advertido desde el Instituto Mexicano del Petróleo hasta la secretaría de Hacienda. Pero, además, las empresas invitadas a la licitación tampoco son sinónimo (en ese sector casi ninguna empresa lo es) de la "transparencia y ética" que presumió Rocío Nahle.
Las cuatro empresas han tenido y tienen denuncias en su contra por casos graves de corrupción: unas están denunciadas por el departamento de Justicia estadounidense,acusadas de corrupción en negocios petroleros en Nigeria;otra por compra de contratos en Arabia Saudita y Abu Dhabi; una más pagó sobornos, al estilo Odebrecht, a los Kirchner, Néstor y Cristina, cuando éstos fueron presidentes de Argentina. Luego de la cancelación de aeropuerto en Texcoco, Dos Bocas se convertirá en el mayor dolor de cabeza de la administración López Obrador. Inversionistas, consultores y calificadoras ya lo han advertido.