Ni el presidente Fox ni el subcomandante Marcos están ganando la partida chiapaneca. El presidente porque su propuesta no ha tenido la respuesta que esperaba del zapatismo. El EZLN se ha mostrado mezquino con Fox, lo ha señalado como uno de sus principales adversarios políticos, lo ha agredido e insultado. Es verdad que Marcos ha logrado hacer un relativamente exitoso recorrido por 12 estados del país, logró su proposito de llegar al Zócalo, de presentarse en él, de colocarse como noticia principal de los periódicos. Pero el EZLN y Marcos tampoco han ganado nada real, tangible, hasta ahora.
Ni el presidente Fox ni el subcomandante Marcos están ganando la partida chiapaneca. Es más, como están las cosas se podría decir que nadie gana nada: el presidente porque su propuesta no ha tenido la respuesta que esperaba del zapatismo que no le ha reconocido ni siquiera la legitimidad que le otorga a su gobierno el triunfo del dos de julio; el zapatismo porque fuera de espacios en los medios y de colocarse nuevamente en la agenda política nacional, está comprobando que está más solo de lo que pensaba; los partidos porque a ninguno lo ayuda la actual situación: un PAN con contradicciones con el presidente, un PRD que es despreciado por el zapatismo mientras muchos de sus dirigentes tratan de congraciarse con él, un PRI que no puede en este caso jugar el papel opositor que muchos de sus cuadros quisieran, una sociedad que sea cual sea el resultado final de la ley de derechos y cultura indígenas no terminará este proceso respetando más a sus instituciones: el desinterés por el caso, en todas sus vertientes, salvo en los ámbitos involucrados de una u otra forma en el tema, es evidente.
Pero el presidente Fox y Marcos están en el centro de esta disputa: y ninguna de ellos, hasta ahora, está ganando nada. El presidente porque, como decíamos, no logró que el zapatismo aceptara su generosa, hay que recalcarlo, oferta para avanzar en el terreno de la legalidad: al contrario, el EZLN se ha mostrado mezquino con Fox, lo ha señalado como uno de sus principales adversarios políticos, no le ha reconocido legitimidad, lo ha agredido e insultado, ni siquiera se ha dignado darle el título de presidente: en este sentido, debemos insistir en que en nada se diferencia el trato que le ha dado Marcos a Fox respecto al que le dio en su momento a Carlos Salinas o a Ernesto Zedillo. Pero el presidente también pierde porque si bien su popularidad continúa estando muy alta, cerca de 8 puntos sobre diez de aceptación, tiene dos problemas en el mediano plazo: primero, que esa enorme popularidad no se refleja en la aceptación de políticas concretas, porque no ha logrado en estos cien días cerrar ninguna de sus grandes propuestas y apuestas políticas, por eso cuando se compara lo que piensa la gente del presidente en general con los niveles de acpetación de sus distintas políticas la diferencia es notable: el presidnte es popular sus estrategias concretas aún no lo son. Y eso se refleja en otro nivel: la diferencia de aceptación entre la labor presidencial y la de los miembros de su gabinete es un abismo y eso deja a la administración sin fusibles: los aciertos son del presidente y los errores o insuficiencias también serán de él, no de ninguno de sus colaboradores.
Al presidente Fox también se le presenta un problema adicional con el estancamianto que muestran las cosas en Chiapas: no ha podido avanzar en su propia agenda, sobre todo en la legislativa, particularmente en la reforma hacendaria y en la energética que son centrales para su proyecto y, para colmo, la situación en torno a la ley indígena, permite a los partidos desviar su atención hacia ese tema, dejando de lado el debate sobre muchos aspectos medulares como es la reforma hacendaria. En este sentido, el presidente Fox para mantener su papel en el tema Chiapas ha tenido que ampliar su distancia legislativa con el PRD y el PRI, pero quizás, lo que más debe preocupar al Ejecutivo, con el propio PAN. Incluso aunque finalmente se apruebe, lo que es probable, una ley de derechos y cultura indígena con cambios sobre la iniciativa original y ésta, como también es probable, no cuente con el respaldo del EZLN, el presidente quizás no pierda demasiado en términos de popularidad pero sin duda pagará un costo político.
Pero el EZLN y Marcos tampoco han ganado nada real, tangible, hasta ahora. Es verdad que Marcos ha logrado hacer un relativamente exitoso recorrido por 12 estados del país, protegido, hay que recordarlo, por miles de policías federales esos que se suponen son sus adversarios; es verdad que logró el propósito de llegar al Zócalo, de presentarse en él, de colocarse como noticia principal de los periódicos durante algunas semanas, de desperatar la curiosidad de muchos sectores sobre su persona. Pero todo eso es imagen, es un capital político bastante volátil si no va a acompañado de medidas serias y reales de inserción en sectores sociales y populares, si no logra aliados específicos y no lo transforma en acuerdos políticos reales. Hoy Marcos está lejos de haber acumulado aliados en el curso de la caravana: sí incrementó simpatías y logró nuclear a los dispersos sectores que desde hace años simpatizan o coinciden con la agenda zapatista.
Pero sus bases reales de apoyo son muy endebles y están basadas en un punto que no debería subestimarse: tanto el EZ como el PRD están compartiendo una misma clientela política y los dos no son lo mismo. Tarde o temprano se hará público un conflicto que en lugar de permitir tener una izquierda más sólida y poderosa en el país nos dejará con una más dividida y fragmentada. Se repetirá la historia aquella de que, “somos pocos pero sectarios”, porque hasta ahora, el EZ ha recibido los gestos de los militantes perredistas que se han desvivido en atenderlos y demostrarles simpatía, pero nadie recuerda un solo gesto, menos aún unas palabras, del zapatismo o alguno de sus líderes de respeto, siquiera, hacia el PRD o alguno de sus líderes. Y en el partido del sol azteca crece la preocupación sobre las reales intenciones del zapatismo para con ellos: ha trascendido que al inicio de la caravana se estipuló un acuerdo entre el EZ y el PRD de que no habría “pirateo” de bases del primero sobre el segundo, pero nada indica, hasta el día de hoy, que fuera de ello exista algún acercamiento entre ambas fuerzas, salvo la presencia de algunos dirigentes del PRD en los actos zapatistas, siempre entre el público.
Si esa es la situación con el perredismo peor aún está con los otros partidos. Con el PRI, a cuyo régimen el EZ le declaró, literalmente, la guerra, no puede haber acercamientos, salvo casos tan específicos y tan lejanos de lo que piensan la mayoría de los priístas como el del diputado Martínez Veloz, pero con el PAN la situación se torna dramática, porque los zapatistas han elegido a los dirigentes del ala ortodoxa del panismo para concentrar el fuego de sus declaraciones: la lista de insultos sobre Diego Fernández de Cevallos es kilométrica y la verdad no recuerdo, se esté o no de acuerdo con su posición, que Diego les haya endilgado uno solo públicamente. Los zapatistas y sus personajes cercanos hablan una y otra vez de la intolerancia de Diego o de otros panistas pero, la verdad es que, hasta ahora, los que han dado la mayor muestra de intolerancia y la incapacidad para tratar con sus adversarios son ellos.
Se podrá argumentar que el EZ no está para buscar acuerdos con los partidos legalmente constituidos y en parte es verdad, pero también lo es que se ha dicho hasta el hartazgo que el objetivo de la caravana y de la visita al DF era lograr la aprobación de la ley de derechos y cultura indígenas, y todo lo que está haciendo el EZ parecería ir en sentido contrario, parecería que el objetivo es que los legisladores terminen rompiendo con el zapatismo para tener una justificación que lleve las demandas más allá de la ley indígena. En este sentido, no deja de ser paradójico que mientras el zapatismo se niega a hablar en comisiones con el Congreso nacional, esté tratando de organizar una visita al Parlamento Europeo, en Estrasburgo, para dar a conocer su posición…sobre la ley de derechos y cultura indígenas. ¿Con qué pasaportes, por cierto, viajarán a Europa?.
Paradójicamente, Marcos con sus constantes ataques al presidente Fox está desperdiciando un aliado con el que podría tener acuerdos sin compromisos partidarios, acuerdos que ambos requieren recíprocamente. Porque para salir bien librados de esta situación Marcos y el presidente Fox se necesitan uno al otro. Es una situación similar a la de Colombia: el único sostén que tiene el diálogo de paz en ese país es el endeble punto de acuerdo entre el comandante Manuel Marulanda de las FARC y el presidente Andrés Pastrana. Y por eso, el primero jamás ha tratado de romper la relación con el segundo, porque saben que roto ese lazo, los dos tienen demasiado que perder.