El presidente Vicente Fox, de gira por Japón, aún en la mañana de ayer, no quería decir cuál sería la posición de México en la ONU, en la crucial votación del Consejo de Seguridad sobre el futuro de Irak. Sin embargo, distintas fuentes estadounidenses lo habían divulgado desde varios días atrás: desde aquella llamada del presidente Bush a Vicente Fox, el voto de México estaba comprometido con Washington. El problema era que votar así implicaba dar marcha atrás a la posición que el gobierno federal había sostenido desde hacia un año en el tema iraquí y podía terminar con una crisis diplomática interna, incluso, como en su momento se dijo, con la renuncia del embajador de México ante la ONU, Adolfo Aguilar Zínser.
El presidente Vicente Fox, de gira por Japón, aún en la mañana de ayer, no quería decir cuál sería la posición de México en la ONU, en la crucial votación del Consejo de Seguridad sobre el futuro de Irak. Sin embargo, distintas fuentes estadounidenses lo habían divulgado desde varios días atrás: desde aquella llamada del presidente Bush a Vicente Fox, el voto de México estaba comprometido con Washington. El problema era que votar así implicaba dar marcha atrás a la posición que el gobierno federal había sostenido desde hacia un año en el tema iraquí y podía terminar con una crisis diplomática interna, incluso, como en su momento se dijo, con la renuncia del embajador de México ante la ONU, Adolfo Aguilar Zínser.
Para colmo, luego de que se había sobrevendido la reunión que tendrían los presidentes Bush y Fox este fin de semana en Tailandia, fue Condolezza Rice, la consejera de seguridad nacional de Estados Unidos (la misma funcionaria a la que el presidente Bush, según la versión oficial del gobierno mexicano, le había encargado armar la agenda del encuentro en Bangkok) había dicho que no se debía esperar mucho de ese encuentro, que sería casi protocolar, de quince o veinte minutos. El propio presidente Bush tiene contempladas varias reuniones bilaterales en Tailandia, donde se concentrará casi exclusivamente en el tema del terrorismo. Recordemos que en varios países asiáticos, sobre todo de la Cuenca del Pacífico, están instaladas algunas de las células más activas de Al Qaeda. Y ese será el centro de todas sus reuniones, ni pensar, entonces de que en esos quince o veinte minutos de los que habló la señora Rice se vaya a abordar seriamente el tema migratorio.
Pero en el camino, el presidente Fox ha tenido una mala y una buena noticia. La buena es que, como había trascendido el sentido del voto mexicano y Estados Unidos tendría probablemente mayoría en el Consejo de Seguridad, otros países miembros del consejo como Rusia, Alemania y Francia tuvieron que reducir sus presiones y decidieron apoyar también la resolución que presentó Estados Unidos, que plantea la construcción de una fuerza multinacional para mantener el control en Irak, el financiamiento multinacional de la reconstrucción y ambos, tropas y recursos, puestos bajo el mando de los propios Estados Unidos. Los países que se oponían a la resolución, China, Rusia, Alemania y Francia, lograron algunas modificaciones menores en el texto, como la obligación del Consejo de Gobierno de Irak, impulsado por las tropas de ocupación, para presentar antes del 15 de diciembre un calendario para redactar una nueva constitución y realizar elecciones, pero también terminaron aceptando que la próxima revisión del Consejo de Seguridad sobre el tema se dará hasta un año después de aprobada esta resolución. En otras palabras, hasta noviembre del año próximo la ONU oficialmente no volverá a revisar lo actuado por Estados Unidos en Irak al frente de esta tropa y de esos recursos multinacionales.
La situación permitió a México votar con los demás países del Consejo de Seguridad y que esta resolución saliera apoyada por unanimidad, sin tener que demostrar que había cambiado su voto: en última instancia se podría argumentar que ese voto diferenciado se dio en forma común con todos los demás países del Consejo. Con ello se evitó una crisis que podría haber sido profunda en la diplomacia mexicana.
Sin embargo, en la reunión del fin de semana se presentará, para el presidente Fox, un nuevo problema. Sin duda el mandatario estadounidense agradecerá el voto de México pero pondrá sobre la mesa las consecuencias del mismo: Washington quiere, necesita es la palabra correcta, tropas y respaldos civiles multinacionales para Irak y también recursos para solventar la "reconstrucción". Las razones, que son las mismas que lo llevaron a impulsar esta resolución en la ONU, es que la ocupación se ha prolongado y la resistencia ha sido mucho mayor que lo esperado y, de acuerdo con el plan de rotación de tropas del ejército estadounidense, las que están en Irak ya deben ser reemplazadas. El problema es que, literalmente, la Defensa estadounidense no cuenta con los suficientes soldados y mandos como para desplazarlos a Irak sin dejar en estado vulnerable otros puntos de su sistema de defensa, lo que por ley (y por simple lógica militar) no puede hacer, salvo que se comience a llamar en forma masiva a la Guardia Nacional y ello, en año electoral, sería algo así como un suicidio para George Bush. Pero tampoco alcanzan ya los recursos para seguir financiando la aventura iraquí: el déficit estadounidense llegará a fin de año a los 600 mil millones de dólares, cuando William Clinton le entregó a Bush la presidencia con un superávit de 240 mil millones hace apenas tres años. Se necesitan, entonces, tropas y recursos. Y el hecho es que Francia, Alemania, China y Rusia, han apoyado la resolución pero han dejado en claro que no colocarán en Irak ni soldados ni recursos públicos. Y Bush, si las otras grandes potencias no colaboran, tendrá que recurrir a todos sus otros socios y allí esperará que México juegue un papel.
El problema siguiente es que México jamás ha participado en este tipo de misiones internacionales. Es verdad que en los últimos tiempos ha habido tímidas iniciativas para que tropas mexicanas comiencen a participar en alguno de estos operativos internacionales desde una perspectiva estrictamente humanitaria, pero ese horizonte parece aún demasiado lejano, más aún si pretende iniciarse nada menos que en Irak. Por otra parte, nadie podría apoyar que, en una situación tan difícil como la actual, bajo condición alguna, el gobierno federal terminara invirtiendo un solo peso en la "reconstrucción" de Irak.
Pero todo ello se incluye en el ámbito de la noticia buena. En la mala está el fracaso de la negociación con Japón de un Tratado de Libre Comercio que le hubiera permitido al presidente Fox llegar mucho más fuerte y con mejores expectativas a la reunión de la APEC en Tailandia. Al contrario, el fracaso de las negociaciones con Japón, otra iniciativa que fue sobrevendida por los funcionarios de la secretaria de Economía antes de la gira, deja a México sin un acuerdo comercial con una de las economías más importantes del mundo (¿lo necesitamos en este momento?) y con pocas cartas que jugar en la Cuenca del Pacífico (el presidente no puede invitar a invertir en energía como lo hizo en Japón porque debería recordar que esa reforma aún no está aprobada). Pero quizás tenga su aspecto positivo: el fracaso en Tokio es uno más en la lista del secretario de Economía, Fernando Canales Clariond, que ya llegó a la gira golpeado por el insistente rumor, promovido desde el propio poder, de que dejaría a fin de mes su responsabilidad en manos del ya renunciante director de Bancomext, Jose Luis Romero Hicks. Incluso, la presencia de éste en la gira, pese a que había sido anunciada su renuncia desde días atrás, acrecentó esos rumores. Habrá que ver si se concretan cuando el presidente Fox regrese de la gira: lo cierto es que en el entorno de Romero Hicks están seguros que su lugar, a partir de noviembre, estará en el gabinete o en el equipo de Los Pinos (¿y entonces Eduardo Sojo iría al gabinete?).
El hecho es que una vez más pareciera que estamos apostando demasiadas cartas a la relación, a como dé lugar, con el presidente Bush. Y por supuesto que esa relación es necesaria e importante y no puede ser ni ignorada ni descuidada, pero otro estadounidense, tanto en la ciudad de México como en Veracruz, estuvo insistiendo en los últimos días que efectivamente la relación de México con su país era muy importante, pero que lo que necesitábamos era poner mucho mayor énfasis en el crecimiento interno de la economía y en nuestra propias reformas, para así fortalecer la clase media, generar ese crecimiento interno y fortalecer con él las instituciones encargadas de procurar justicia. Y William Clinton, que de él provinieron esos consejos, debe saber de qué está hablando.