Mejor Washington en mano que Los Pinos volando
Columna JFM

Mejor Washington en mano que Los Pinos volando

?Vamos a ganar la OEA? dijo el presidente Fox, contagiado quizás del espíritu de final de campeonato que se vive en buena parte del país con los juegos Pumas-Monterrey. El hecho es que ?ganar? la secretaría general de la Organización de Estados Americanos, no será sencillo aunque pareciera que la estrategia adoptada por la cancillería, en esta ocasión, parece ser la acertada.

"Vamos a ganar la OEA" dijo el presidente Fox, contagiado quizás del espíritu de final de campeonato que se vive en buena parte del país con los juegos Pumas-Monterrey. El hecho es que "ganar" la secretaría general de la Organización de Estados Americanos, no será sencillo aunque pareciera que la estrategia adoptada por la cancillería, en esta ocasión, parece ser la acertada.

Hasta el fin de semana, Luis Ernesto Derbez se había presentado como un hipotético candidato presidencial. Así participó en reuniones panistas, en esa condición habló con comunicadores explicando, incluso en detalle, cómo preveía encarar su precampaña y cuáles serían sus objetivos en ella. Cuando se lo cuestionaba sobre su escaso peso entre las corrientes internas de su partido, decía que eso no era lo más importante sino que, el porcentaje que tuviera, lo necesitarían los demás para completar una mayoría y que en buena medida su trabajo consistía en evitar una ruptura interna y lograr que él mismo o cualquiera de los otros aspirantes se apartaran del proyecto foxista. Por cierto, era muy crítico respecto a prácticamente todos sus otros competidores.

Pero, repentinamente, se lanzó a buscar la secretaría general de la OEA. Algunos han pensado que de esa forma se buscó no seguir ampliando la lista de precandidatos panistas (ya demasiado engordada en forma artificial por aspirantes que no tienen posibilidad alguna) y darle una salida elegante al canciller. Pero mucho más probablemente lo que sucedió fue exactamente lo contrario: Derbez se presentó como precandidato y su partido le permitió promoverse en esa condición para aumentar su peso político en la búsqueda de la secretaría general de la OEA. Recordemos que los últimos líderes de la organización fueron ex presidentes (César Gaviria, el ex presidente de Colombia permaneció diez años al frente de la OEA) y que incluso se estaba hablando de la posibilidad de impulsar la candidatura de Ernesto Zedillo, para seguir con esa lógica. El gobierno mexicano, al que no le gustó la posibilidad de que se manejara el nombre de Zedillo, decidió buscar un candidato propio, pero había que darle no sólo el peso diplomático del país sino también mayor empaque político: ya que no se podía enviar a buscar esa posición a un ex presidente, entonces se enviaría a un precandidato presidencial, a un aspirante a la presidencia que "resignaría" esa posibilidad para llegar a dirigir durante cinco años la OEA. En realidad, lo que vimos en las últimas semanas, fue el inicio de la precampaña de Derbez, pero no para el 2006 sino para dirigir ese importante organismo internacional.

Pero es una buena decisión buscar la secretaría general de la OEA en un momento en el que pareciera en que los objetivos de la política internacional del país, en el largo plazo, se están desfigurando. Nunca México ha encabezado la OEA, en buena medida por la lógica impuesta por la guerra fría que consideraba que sin buscar esa posición México mantendría mayor autonomía y se podía manejar con mayor neutralidad en la región, sobre todo después de la separación de Cuba y en el largo periodo posterior de dictaduras militares en el continente. Esa fue una posición probablemente correcta, pero la guerra fría terminó y también son cosa del pasado el ciclo de dictaduras militares centro y sudamericanas. La política internacional, en general, es la que se ha modificado y la vieja estrategia hoy parece poco útil para buscar una nueva inserción en el mundo. Y en ese sentido hemos tenido demasiadas indecisiones, demasiadas marchas y contramarchas que demuestran que ha existido poca claridad.

Por ejemplo: el anuncio de lanzar la candidatura de Derbez se hizo el mismo día en que en Lima (reunión donde estaba como observador el propio canciller) se estaba creando, encabezada implícitamente por Brasil, la comunidad de naciones sudamericanas. Además, Brasil, como lo ha hecho desde mucho tiempo atrás, ha buscado, en el contexto de la reforma de la Organización de las Naciones Unidas, tener un asiento permanente en el consejo de seguridad de la ONU en representación de la región. Una de las diferencias de la política exterior de Itamaraty (la cancillería brasileña) es que durante muchos años, décadas en realidad, su política se ha mantenido casi inalterable, desde las dictaduras militares de los 60 hasta el gobierno izquierdista de Luis Inácio Lula da Silva. Esa estrategia es sencilla: hacer crecer la influencia geopolítica (un término inventado por la diplomacia brasileña) de su país en la región, aprovechando que tiene fronteras con casi todas las naciones sudamericanas; presentarse como el interlocutor de la región con Estados Unidos; aprovechar las raíces de algunos de sus corrientes migratorias para establecer fuertes relaciones con naciones africanas y asiáticas. Y todo, con aciertos y errores, con avances y retrocesos lo han ido logrando. Quizás la mayor derrota de esa estrategia fue la firma del tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, que de alguna forma le dio a México una capacidad de interlocución especial con Washington y conformó un bloque regional que no hemos sabido aprovechar, como país y con todas sus ventajas potenciales, pensando, en muchas ocasiones, que nuestro destino, por lo menos en esta lógica de bloques, está más puesto en Latinoamérica que en América del Norte, cuando las tendencias económicas, comerciales, demográficas, sociales, económicas, están demostrando otra cosa. Es como si España hubiera pensado en la transición al franquismo en que su lugar estaba en su relación con Latinoamérica y el norte de Africa en lugar de insertarse de lleno en la comunidad europea. A partir de esa inserción en Europa es que España ha logrado una relación especialmente sólida con otras regiones del mundo, incluyendo América Latina. En nuestro caso tendríamos que hacer exactamente lo mismo: reforzar la integración en América del Norte para así fortalecer nuestra relación con América Latina.

La decisión de buscar la secretaría general de la OEA, como en su momento lo de buscar un lugar en el consejo de seguridad de la ONU, se debe enmarcar en esa lógica, haciéndola no sé si necesariamente más explicita pero sí mucho más intensa. ¿Se opondrá Estados Unidos a ello?. No, como dijo el antecesor de Derbez en la cancillería, Jorge Castañeda, no resulta lógico que México lanzara su candidatura a la OEA sin un contacto previo con el departamento de Estado, donde además está llegando Condolezza Rice, una funcionaria con la que Derbez ha establecido una buena relación (y recordemos que el compromiso para que el futuro secretario general de la OEA fuera centroamericano fue asumida por Colin Powell, que dejará en enero el departamento de Estado). El punto, en todo caso, está en saber cuáles serán los demás amarres que ha establecido la administración Fox para estar tan segura de que "vamos a ganar" en la OEA. Quizás un acuerdo con Brasil para apoyarlo en su anunciada candidatura a la Organización Mundial de Comercio a cambio de un apoyo recíproco para México en la OEA.

El fantasma de la inhabilitación

El jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, propuso al ex delegado de la Gustavo A. Madero y ex secretario de transportes en el DF, Joel Ortega, como nuevo secretario de seguridad pública. La presidencia de la república ha dicho que tomará su decisión respecto a si refrenda o no su nombre en los próximos días. Ortega venía trabajando en la coordinación de seguridad pública y procuración de justicia que creó López Obrador para colocar a este hombre que ha establecido una buena relación con el jefe de gobierno. Ortega viene del grupo que creó el Partido de Centro Democrático con Manuel Camacho y Marcelo Ebrard, aunque con el paso de los años no son exactamente del mismo equipo. Ortega ha sido un funcionario controvertido pero no se percibe que el ejecutivo federal pudiera rechazarlo. En todo caso lo que estará pendiente es el resultado de las investigaciones sobre el caso Tláhuac en el ámbito de las omisiones, o sea de las responsabilidades en que pudieran haber incurrido distintos funcionarios. Ello porque no sólo estamos hablando de hipotéticas sanciones penales, sino también administrativas, que podrían derivar en inhabilitaciones para ocupar cargos públicos. Y ahí es cuando Ebrard podría sufrir un golpe que buscaría dejarlo fuera de la búsqueda de la jefatura de gobierno para el 2006, cuando es el perredista mejor posicionado, pese a Tláhuac, para suceder a AMLO. Esa puede ser una de las decisiones más delicadas y políticas que se deberán tomar en los próximos días.

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