Relación México-EU: ¿qué es lo que no entiende Fox?
Columna JFM

Relación México-EU: ¿qué es lo que no entiende Fox?

Tenemos una frontera de más de tres mil kilómetros con la principal potencia económica, política y militar del mundo, un país que, es no sólo nuestro principal socio comercial, sino también al que van el 80 por ciento de nuestras exportaciones, en donde viven millones de nuestros compatriotas y gracias a su trabajo y a sus remesas viven en México, varios millones de familias. Estamos con ese país, Estados Unidos, prácticamente unidos en todos los sentidos. Todos parecen entenderlo perfectamente bien… menos nosotros en México, comenzando por el propio gobierno federal y por la mayoría de nuestros aspirantes presidenciales.

Tenemos una frontera de más de tres mil kilómetros con la principal potencia económica, política y militar del mundo, un país que, además, es no sólo nuestro principal socio comercial, sino también al que van el 80 por ciento de nuestras exportaciones, todo gracias a un tratado comercial mucho más abierto al que tiene ese país con el resto del mundo. Allí, del otro lado de la frontera, viven millones de nuestros compatriotas y gracias a su trabajo y a sus remesas viven en México, varios millones de familias. Estamos con ese país, Estados Unidos, nos guste o no, unidos en prácticamente todos los sentidos, desde el inevitable y geográfico hasta el siempre difícil lazo cultural. Para el resto de América Latina, sobre todo para el sur del continente, somos parte del bloque de América del Norte, al igual que para Europa y Asia. Todos parecen entenderlo perfectamente bien…menos nosotros en México, comenzando por el propio gobierno federal y siguiendo por la mayoría de nuestros aspirantes presidenciales.

En el gobierno federal parecen equivocarse una y otra vez en la relación con Estados Unidos. No se trata de insistir con el discurso sobre la migración: por supuesto que ese es un tema justo e importante, incluso puede considerarse prioritario en nuestra agenda, pero entonces debería, por lo menos, pensarse en cómo se va a avanzar en él fuera de realizar una y otra vez declaraciones que, del otro lado de la frontera, no causan ni el más mínimo efecto. Ya no hablemos de la insensibilidad del manejo de los adjetivos raciales o de la insistencia de alguno de nuestros políticos de estar diciendo una y otra vez, que no aceptarán intromisiones cada vez que alguien en el extranjero pronuncia la palabra México.

Lo ocurrido la última semana con el embajador estadounidense Tony Garza, raya con lo ridículo: el gobierno se rasgó las vestiduras porque Garza dijo en una reunión en Monterrey lo que dice todo el mundo: que vivir de las remesas y de los altos precios del petróleo no es una política económica y que si no se garantiza una mayor seguridad pública en el país finalmente no llegarán las inversiones. Para algunos será una declaración injerencista, para otros quizás excesiva, para muchos simplemente es una advertencia que se está haciendo desde Estados Unidos, ya en demasiadas oportunidades a nuestras autoridades y que éstas parecen no escuchar, porque “no responden” y cuando no hay respuesta en estos temas en una relación bilateral como la que mantenemos con nuestros vecinos del norte, es cuando cualquier otro tema de la agenda se torna complejo y ríspido para tratar.

Podrá gustar o no la administración Bush (en nuestro caso es evidente que no nos gusta), pero no se la puede ignorar. ¿Cuál es la preocupación de Washington respecto a México? La misma en la que han insistido una y otra vez desde hace meses y que la administración Fox parece no querer escuchar: la seguridad fronteriza y la seguridad pública, garantizar en la frontera (entendida ésta en un sentido más pol´tiico que estrictamente geográfico) un marco de certidumbre política y judicial. ¿Cuáles son los principales desafíos a la seguridad nacional de la administración Bush en su segundo mandato? Varios, pero para nuestro hemisferio considera, en ese orden, el terrorismo, el narcoterrorismo, el narcotráfico, el tráfico de personas, los secuestros trasnacionales y lo que ellos llaman el populismo radical, que ven escenificado en personajes como Hugo Chávez y por lo tanto mantienen una suerte de interrogación sobre la verdadera personalidad política de Andrés Manuel López Obrador.

¿Qué es lo que Estados Unidos, de todas las formas posibles, públicas y no, le está enviando como mensaje a la administración Fox? Que haga suyos esos temas de la agenda hemisférica. Se podrá argumentar que nuestro país está comprometido en todos esos temas. Pero la verdad es que no es así, por lo menos no lo es en un sentido pleno y mucho menos cuando se involucra al conjunto de las autoridades. En Washington (y eso lo podrá comprobar hoy el procurador Daniel Cabeza de Vaca en su visita a la capital estadounidense) tienen confianza en unos pocos funcionarios mexicanos en la lucha antinarcóticos, en el antiterrorismo, y confían en una institución, el ejército. Desconfían profundamente de la capacidad de las demás instancias de gobierno no sólo para dar esa lucha sino incluso para comprometerse con ella.

Es difícil, de asumir que sea diferente cuando, por ejemplo, se asegura que las fronteras están realmente controladas y nos enteramos que no solamente pasan por ella miles de personas de todas las nacionalidades diariamente, sino también terroristas como Luis Posada Carriles (no se tiene que tener simpatía alguna con los actuales gobiernos de Cuba o Venezuela para darle ese calificativo a este personaje: nadie que decida hacer estallar en el aire un avión comercial con más de 70 pasajeros a bordo merece un calificativo distinto) que entró al país por Chetumal y recorrió todo México para ingresar a Estados Unidos en forma ilegal. ¿Si pudo hacerlo este personaje porqué no puede hacerlo cualquier otro, perteneciente, también, a una organización terrorista pero de otro signo? Si se dice que existe seguridad en los reclusorios, ¿cómo se pudo ir sin que se sepa siquiera qué día se fugó el narcotraficante guatemalteco Otto Herrera García, del reclusorio sur de la ciudad de México, desapareciendo, además, la parte central de su expediente y los archivos de entradas y salidas de la aduana del penal? Recordemos que este personaje estaba a punto de ser extraditado a Estados Unidos y era clave para entender las relaciones del narcotráfico centroamericano con el de México y, además, las conexiones de esas organizaciones con grupos pandilleriles como la Mara Salvatrucha.

¿Cómo se va a tener plena confianza cuando en Nuevo Laredo hay más de 30 jóvenes desparecidos en las últimas semanas? Cuando en el gobierno y su partido, a pesar de la información sobre la conexión con el narcotráfico de algunos personajes como Nahum Acosta, deciden no avanzar en la acción penal contra ellos; cuando pese a las evidentes relaciones del diputado que encabezaba las listas del propio PAN en Sinaloa, Saúl Rubio Ayala, se lo protegió hasta que murió acribillado en un ajuste de cuentas hace apenas unas horas.

Podrá gustar o no lo dicho por Garza en el sentido de que si no hay seguridad y certidumbre no habrá inversiones, pero es una realidad que repiten un día sí y el otro también, en todos los tonos posibles, los empresarios del país. Y nuestros gobiernos, federal y estatales, y nuestros políticos, de todos los partidos, no terminen de comprender que esa exigencia, en este caso, hace coincidir los intereses nacionales con los de Washington. Y que si se avanza en ello, se abrirán mayores posibilidades de avanzar en los temas que son también importantes para nosotros, como es el de la migración. Por el contrario, las declaraciones aparentemente contundentes pero en el fondo frívolas, la confrontación vacía y para consumo interno, los dislates y la ignorancia sobre cómo funcionan las cosas en esa peculiar combinación entre política, seguridad e integración regional, lo único que están provocando es un peligroso aislamiento de nuestro país y un contexto de confrontación en la que no ganaremos absolutamente nada. Pero algunos todavía creen que, en ese ambiente de confrontación con Washington, ganarán algunos puntos electorales de cara al 2006.

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