Creel, asignaturas pendientes y destape
Columna JFM

Creel, asignaturas pendientes y destape

Santiago Creel anunciará mañana que deja la secretaría de Gobernación. Para hacer inocultable que Santiago será el precandidato que tendrá el respaldo del presidente Fox, el vocero presidencial, Rubén Aguilar, quien dio ayer la confirmación oficial, antes que el propio secretario. Entre mañana mismo y el viernes el secretario dejará su responsabilidad y se lanzará a la campaña: iniciará en Aguascalientes y luego irá a Veracruz y, después, en 14 días, pretende recorrer todo el país.

Santiago Creel anunciará mañana que deja la secretaría de Gobernación. Para hacer inocultable que Santiago será el precandidato que tendrá el respaldo del presidente Fox, fue el vocero presidencial, Rubén Aguilar, quien dio ayer la confirmación oficial, antes que el propio secretario. Entre mañana mismo y el viernes el secretario dejará su responsabilidad y se lanzará a la campaña: iniciará en Aguascalientes (¿señal de que su sucesor será el ex gobernador y hoy subsecretario de gobierno Felipe González, un hombre muy cercano tanto a Creel como a Fox?), luego irá a Veracruz y, después, en 14 días, pretende recorrer todo el país. Será el inicio de una campaña en forma, para la que se supone que Creel tiene muchos recursos y que explica, en buena medida, la insistencia de Manuel Espino de no reducir el límites de los gastos de precampaña en el panismo.

Creel no deja Gobernación en su mejor momento: su destape como precandidato fue demasiado anunciado y casi nunca pudo hacer nada con el congreso y quizás lo más destacado en los últimos tiempos fue, primero, su insistencia y presión en el tema del desafuero, tan notable como lo fue posteriormente su papel en dar marcha atrás al proceso y darle al jefe de gobierno capitalino un virtual perdón. La estrategia salió de su oficina y desde allí se convenció al presidente Fox de asumirla: la razón de fondo eran las encuestas, del propio secretario y del presidente Fox, que se mostraban a la baja en todos los casos. Eso se refleja en el momento actual de Creel: todas las últimas encuestas muestran que el precandidato y su partido van a la baja y corren el serio peligro de despegarse demasiado de los dos punteros. Como decíamos ayer, para el 2006 falta mucho y pueden ocurrir, aún, demasiadas cosas. Pero lo que es indudable es que, en un principio, ninguno de los tres principales partidos se puede dar el lujo de salir del centro de las expectativas, porque entonces quedaría fuera de las posibilidades reales de ganar. Tarde o temprano tendrá que haber una decantación, en la que la elección se polarizará, pero ese momento tendrá que ser en marzo o abril. El objetivo de la ambiciosa, por la forma, precampaña panista lo que busca es precisamente reposicionar a su partido que ha tenido muy malos resultados electorales del 2003 a la fecha.

Pero Creel parte, como decíamos, con una marca: es el candidato del oficialismo, el candidato de Fox. El respaldo del ejecutivo siempre ha sido positivo para un precandidato, pero siempre, sobre todo en estos momentos genera un costo, porque existe una evidente desilusión con la acción gubernamental: los logros de este gobierno han estado demasiado lejos de las expectativas que el propio gobierno generó y la estrategia de responsabilizar a otros actores políticos, como el congreso o los partidos, de sus males e insuficiencias no tiene futuro.

Creel, por lo tanto tendrá que mostrar a partir de mañana ya no sólo si quiere ganar la elección constitucional sino incluso la primaria de su partido, cualidades que, hasta ahora no ha exhibido. Deberá mostrar, en primer lugar que tiene una personalidad política propia. Fue un secretario de gobernación muy disciplinado y subordinado a los vaivenes presidenciales: cuando se avanzó en el desafuero, fue de los primeros en salir a respaldarlo; cuando vio que la vía no daba para más y se dio marcha atrás, fue el más insistente en defender esa salida y la hizo ver como un triunfo político personal. En el camino se ganó la animadversión de muchos perredistas, pero sobre todo de los priistas (y de importantes grupos empresariales e incluso de muchos panistas) que se sintieron, por distintas razones, traicionados. Tampoco se puede decir que logró establecer estrategias de negociación y acuerdos con los partidos: sin duda, hubo parte de responsabilidad de ellos, pero sería imposible no adjudicar éstas también al propio responsable de la política interna.

En ese sentido, todos los estudios de opinión confirman que se percibe a Santiago Creel como un político honesto, demócrata y en la mayoría de las ocasiones bien intencionado, pero también esos estudios insisten en mostrar que le falta firmeza, en un momento en que el país la reclama. Creel, por supuesto, lo rechaza, pero el hecho es que en ese sentido, por lo menos en el ámbito de las percepciones públicas, Creel ha dejado mucho que desear y quizás el tema del aeropuerto, aunque no sea en su totalidad responsabilidad suya, fue el que dejó una marca indeleble en este gobierno y en el secretario de Gobernación. No se terminó de comprender cómo el mayor proyecto de inversión pública de esta administración pudo caerse de tal forma sin meter, siquiera, las manos para defenderlo.

Algo similar ha ocurrido en el caso de las mujeres muertas en Ciudad Juárez. Hace ya varios meses, Creel encabezó un ambicioso programa para recuperar la gobernabilidad en la ciudad y buscar dar solución a esa historia terrible que tiene ya diez años sin solución. Se nombró a Guadalupe Morfín como comisionada y a María López Urbina, como fiscal especial de la PGR. En pocas oportunidades en estos años, Creel tuvo tanto respaldo en una iniciativa. Se dieron algunos avances en los primeros meses, el número de mujeres muertas disminuyó en el 2004, pero en lo que va de este año el número ha sido superior al de todas las víctimas del año pasado. Es una asignatura que se deja sin cubrir y la inexplicada remoción de López Urbina (que es una de las mejores investigadoras que tiene la PGR) por la ex ombudsman Mireille Rocatti, es quizás, el sello de que esa estrategia no funcionó.

Ayer, Creel estuvo en Washington, para despedirse de los funcionarios del departamento de Estado y de la secretaría de seguridad interna, con los que coordinó labores en los dos últimos años en términos de seguridad fronteriza. Es una visita necesaria porque de la misma forma que en esos ámbitos del gobierno estadounidense se tiene la convicción de que la colaboración ha sido en términos generales buena, Creel se ha involucrado una y otra vez, a lo largo de los últimos meses, en debates con Estados Unidos que parecían mucho más para el consumo interno que para afianzar la relación con EU. Al contrario, se generó una situación difícil, donde en Washington no entienden cómo funciona el gobierno de Fox y cuáles son sus prioridades. Creel ayer en Washington debe haber ido a despedirse pero, también, a asumir compromisos y explicar porqué quiere ser candidato y presidente. Esa también es una asignatura política que no le puede quedar pendiente al iniciar su precampaña.

Pero, por sobre todas las cosas, lo que debe mostrar Creel, es que tiene un proyecto propio. Hasta ahora no lo ha exhibido, no lo ha mostrado. Ha insistido en la legalidad, en la democracia, pero eso es insuficiente: la gente quiere saber en qué se diferenciará un gobierno de Creel respecto al que ejerce Fox; qué se hará en términos de seguridad, empleo, educación, crecimiento económico, obras públicas, todas ellas materias en las que existe demasiada distancia entre las expectativas generadas y los hechos. Creel, deberá, a partir de hoy, mostrar todas sus cartas, incluso más que sus adversarios, porque si quiere ganar, en su partido, deberá demostrar que no se trata de una simple línea de continuidad con la actual administración.

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