Gamboa Pascoe: un tipo impresentable
Columna JFM

Gamboa Pascoe: un tipo impresentable

Nadie duda que Fidel Velázquez o Leonardo Rodríguez Alcaine hicieron fortuna durante los años que estuvieron al frente del sindicalismo, de la CTM, del Congreso del Trabajo. Pero se acepta, también, que tanto uno como otro solían vivir sin ostentaciones, eran prudentes en el manejo de sus asuntos personales y tampoco solían caer un exhibicionismo de sus riquezas o propiedades que terminara lastimando en forma obvia su legitimidad y a sus representados. Incluso ambos, por supuesto más Fidel Velásquez que Rodríguez Alcaine, podían presumir de un conocimiento de la política real, de sus tiempos y sus momentos. El sucesor de Rodríguez Alcaine, el dirigente cetemista del DF, Joaquín Gamboa Pascoe, tiene todos los defectos de sus antecesores y ninguna de sus virtudes.

Hay que reconocerlo. Nadie duda que Fidel Velázquez o Leonardo Rodríguez Alcaine hicieron fortuna durante los años que estuvieron al frente del sindicalismo, de la CTM, del Congreso del Trabajo. Pero se acepta, también, que tanto uno como otro solían vivir sin ostentaciones, eran prudentes en el manejo de sus asuntos personales y tampoco solían caer un exhibicionismo de sus riquezas o propiedades que terminara lastimando en forma obvia su legitimidad y a sus representados. Incluso ambos, por supuesto más Fidel Velásquez que Rodríguez Alcaine, podían presumir de un conocimiento de la política real, de sus tiempos y sus momentos, que los hacían, gustaran o no sus métodos, procedimientos y convicciones, operadores muy útiles tanto para su partido como para los gobiernos en turno.

El sucesor de Rodríguez Alcaine, el dirigente cetemista del DF, Joaquín Gamboa Pascoe, tiene todos los defectos de sus antecesores y ninguna de sus virtudes. Es un hombre rudo, prepotente, que sólo disminuyó en algo su exhibicionismo después de que su figura se hizo intolerable como líder sindical, tras una sucesión de escándalos: un hombre que gusta coleccionar autos de lujo, que disfruta de los safaris en Africa, que carga cotidianamente con un exceso de joyas y relojes de oro. Un personaje que siendo líder del senado, fue atrapado de regreso de una interparlamentaria en Estados Unidos, en los tiempos de José López Portillo, con un enorme cargamento de artículos de contrabando. Pero eso sería quizás lo de menos si fuera un político o un sindicalista eficiente. Todo lo contrario: fue el primer cetemista en perder una diputación federal y luego, en 1988 se empeñaron él y Fidel Velázquez, en que Gamboa encabezara la lista de senadores del PRI en el DF: la derrota que sufrió ante Porfirio Muñoz Ledo, entonces candidato a senador por el naciente neocardenismo del FDN, fue apabullante. Desde entonces, en el plano político se lo mantuvo en una relativa oscuridad pero siguió siendo de los más cercanos a Fidel Velázquez, tanto que a la muerte de éste estuvo, como ahora con el fallecimiento de Rodríguez Alcaíne, en la primera línea de sucesión. Ello pese al enorme deterioro de la CTM capitalina, una de las más débiles, en términos proporcionales, del país y de las más desprestigiadas, en buena medida por la labor de su líder de décadas.

¿Cómo se puede explicar que un hombre enriquecido en forma oscura, que no ha brindado réditos políticos a su partido, que se ha mostrado incluso torpe en ese ámbito, y que ni siquiera ha mantenido su fuerza sindical en el área que controló durante tantos años, pueda ser encumbrado a la posición más alta del sindicalismo mexicano? La única explicación debe encontrarse en el manejo patrimonial de los recursos sindicales.

Uno no espera, a esta altura de las cosas, que existan dirigentes sindicales impolutos. Desgraciadamente, eso ya no ocurre, ni en México ni en el mundo: ni con los compañeros de ruta de Lula en Brasil que resultaron tan corruptos como los políticos tradicionales, ni con los poderosos dirigentes de la ALF-CIO en los Estados Unidos. En nuestro país podrán existir diferencias políticas pero nada más, entre los sindicalistas que se dicen independientes y los denominados oficialistas: todos ellos gobiernan sus sindicatos de la misma forma; todos son alérgicos a la democracia interna y ninguno tiene siquiera algún lejano problema económico: el mejor ejemplo es Francisco Hernández Juárez, que llegó al sindicato de telefonistas luchando contra la reelección y el año próximo cumplirá tres décadas ininterrumpidas al frente del mismo: fue el delfín de Fidel Velásquez y fue exhibido en el mundo como la muestra del nuevo sindicalismo mexicano por el entonces presidente Salinas. Cuando las cosas no se dieron como Hernández Juárez esperaba, se puso al frente de la UNT y se ha convertido en un firme opositor de la reforma laboral, pero ni por asomo ha optado alguna vez por enfrentarse con los propietarios de Teléfonos de México. Tampoco es, en absoluto, un dirigente pobre, pero tampoco exhibe su riqueza. Lo mismo podría decirse de los líderes del SME o del IMSS o de muchos otros. Ninguno, ni los independientes ni los oficialistas, son realmente democráticos ni tampoco están escasos de dinero. Pero la mayoría trata de cuidar las formas y algunos de ellos, como el propio Hernández Juárez, han hecho aportes al movimiento sindical, han contribuido a la estabilidad del país en momentos complejos, difíciles, son reconocidos en sus propios movimientos.

Eso no sucede con Joaquín Gamboa Pascoe. Lo lamentable es que la CTM tiene algunos dirigentes más sólidos, más reconocidos. En estos días mucho se ha hablado por ejemplo de Enrique Burgos o de Juan S. Millán, personajes que podrían darle no sólo un cambio generacional al cetemismo sino ofrecer otra cara, mucho más presentable ante la opinión pública y que, al mismo tiempo le darían una cierta legitimidad a sus reclamos. Algunos cetemistas dicen que el liderazgo de Gamboa Pascoe es, por su propia edad, sólo un momento de transición en la CTM, por lo menos hasta que pase el proceso electoral del 2006. Puede ser, pero qué flaco favor se hace a sí mismo el priismo con estos personajes impresentables e injustificables políticamente. ¿Puede un hombre como Gamboa Pascoe suscitar alguna credibilidad? Ya no hablemos de política, ¿usted le compraría un auto usado al nuevo líder cetemista?

Asesinatos seriales en la capital: el silencio

Hoy presentará su segundo informe Guadalupe Morfin, comisionada especial del gobierno federal para atender la violencia contra las mujeres en Ciudad Juárez. En los últimos tiempos, además, se ha designado una fiscal especial para el caso y el propio gobierno de Chihuahua, ha establecido toda un área destinada a atender el caso de las mujeres muertas de Juárez. Se han escrito libros, se han hecho obras de teatro, películas, han estado en esa ciudad fronteriza personalidades de todo tipo, desde la actriz Jean Fonda hasta la secretaria general de Amnistía Internacional, Irene Khan. Y es correcto y lógico que exista ese nivel de preocupación nacional e internacional por un problema tan grave. No hay un número definitivo de las mujeres asesinadas en Juárez, pero se estima que en los últimos diez años han sido asesinadas unas 150 mujeres en casos que se apartan de la violencia doméstica o cotidiana de cualquier gran ciudad.

Pero en la ciudad de México, desde septiembre del 2003 hasta esta semana, cuando fue hallada la más reciente víctima en la zona de Villa Coapa, han sido asesinadas, casi todas estranguladas, con una misma metodología y sin móvil o explicación alguna, 24 mujeres, todas ellas ancianas, una cantidad mucho mayor que en el mismo periodo en Juárez. Y no pasa nada: ni los medios, ni las organizaciones no gubernamentales, ni la comisión de derechos humanos del DF, ni la nacional, ni mucho menos las autoridades capitalinas o las federales parecen estar preocupadas por el tema. No existe ya no digamos una comisionada o una fiscalía especial, ni siquiera un grupo de trabajo públicamente destinado a atender el caso. El procurador Bátiz lo minimiza o dice que no existe, mientras el gobierno capitalino se vanagloria de ofrecer atención especial a las personas de la tercera edad. Y los asesinatos seriales de ancianas en el DF continúan con la mayor impunidad.

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