Zeferino, en la mira del fuego ?amigo? (¿o enemigo?)
Columna JFM

Zeferino, en la mira del fuego ?amigo? (¿o enemigo?)

Días atrás, Zeferino Torreblanca, el gobernador de Guerrero, dijo en una reunión con ingenieros que solo no podía combatir el narcotráfico en la entidad. Repentinamente, la información se transformó en algo así como que no podía con la seguridad del estado. Evidentemente, existe una notable diferencia entre ambas declaraciones, pero, sobre todo, la primera es clave si se trata de establecer una estrategia que permita recuperar la seguridad pública en Guerrero y sobre todo en Acapulco, donde se han suscitado en los últimos días numerosos hechos de violencia.

Días atrás, Zeferino Torreblanca, el gobernador de Guerrero, dijo en una reunión con ingenieros que solo no podía combatir el narcotráfico en la entidad. Repentinamente, la información se transformó, gracias a algunos de los supuestos compañeros de ruta del perredismo, en algo así como que no podía con la seguridad del estado. Evidentemente, existe una notable diferencia entre ambas declaraciones, pero, sobre todo, la primera es clave si se trata de establecer una estrategia que permita recuperar la seguridad pública en Guerrero y sobre todo en Acapulco, donde se han suscitado en los últimos días numerosos hechos de violencia.

Se requiere una estrategia global y claridad sobre lo que está sucediendo y no parece que hoy las autoridades de todos los niveles sean plenamente concientes de ello. Se ha insistido, y mucho, en que este repentino brote de violencia proviene de un enfrentamiento entre los cárteles de Joaquín El Chapo Guzmán y el de Osiel Cárdenas por el control de territorios en Guerrero. Incluso hubo informaciones casi incomprensibles, como la del chofer de un asesinado funcionario de seguridad pública, que fue secuestrado por los sicarios sólo para que divulgara que estaban a punto de llegar 120 miembros de los Zetas a Acapulco para tratar de apoderarse de esa plaza. No tiene sentido: sabemos que los Zetas o cualquiera de esos grupos de sicarios, pueden movilizar esa gente o más para tratar de controlar un territorio tan importante para el narcotráfico como es Guerrero, pero sería absurdo que lo anunciaran públicamente. Y lo mismo podría aplicarse al lanzamiento de granadas contra cuarteles de la policía ministerial. ¿En qué ayudaría eso a cualquiera de los grupos del narcotráfico en su lucha por la plaza?

Es verdad que las organizaciones ligadas a Osiel Cárdenas son más violentas y han buscado en ocasiones efectos políticos, pero en el caso de Guerrero lo que vemos parecería un exceso, incluso para los famosos sicarios del cártel del Golfo, asumiendo, además, que mucho más probablemente quienes podrían tener interés en penetrar o mantenerse en ese territorio, serían sus socios michoacanos, pertenecientes al cártel de los hermanos Valencia.

Pero fuera de ello, Guerrero es una parte clave de la geografía del narcotráfico. La sierra guerrerense, sobre todo el Filo Mayor y la Montaña, es junto con el triángulo dorado (donde confluyen Sinaloa, Durango y Chiahuahua) la mayor productora de marihuana y amapola del país. Cualquier recorrido aéreo por el Filo Mayor nos muestra una sucesión interminable de sembradíos que deben ser erradicados manualmente, asumiendo altos grados de peligro, por los miles de soldados destinados a esa labor. Tanto por la presencia de grupos armados que custodian algunos de esos sembradíos como por las condiciones extremas en que se realiza esa tarea, incluyendo los mecanismos utilizados (como el cruce de cables de un cerro al otro, para dificultar la labor de los helicópteros) no es nada sencilla la labor de erradicación en la zona y nunca es ni remotamente completa.

En el Filo Mayor, en la Montaña, en Tierra Caliente, la relación de los grupos del narcotráfico con lo que ha quedado (mejor dicho en lo que han degenerado) los viejos grupos guerrilleros, es intensa: en ocasiones protegen sembradíos u otras propiedades; en ocasiones actúan como elementos de distracción ante ciertos operativos; en otras comparten infraestructura o mecanismos de corrupción de autoridades locales y municipales para traficar con armas, ejecutar secuestros u otras actividades relacionadas con el crimen organizado,

Además de la muy alta producción de marihuana y goma de opio en la región, tanto Acapulco como Ixtapa, por ser dos de los principales centros turísticos del país, son zonas de un alto consumo de drogas y por ende de redes encargadas de mantener ese suministro al menudeo. Puede ser que existan grupos que quieran quedarse con parte de ese mercado ligado al narcomenudeo, incluso que busquen un cierto control sobre el puerto por la importancia que ello tendría para la llegada de cargamentos de drogas, como ya sucede en la zona de Salina Cruz, en Oaxaca, en Lázaro Cárdenas en Michoacán o en Manzanillo, en Colima. Pero la disputa por los territorios en la sierra parece ser mucho más difícil porque estamos hablando de grupos asentados allí hace años.

Lo que sí resulta mucho más probable es que esos grupos armados que operan en la entidad, y que en muchas ocasiones se han infiltrado en las estructuras del PRD local, quieran presionar a un gobernador que llegó a ese cargo con las siglas de ese partido, pero cuya forma de entender y ejercer el poder dista mucho de los grupos radicales del perredismo. Ex presidente de la Coparmex, él mismo empresario, candidato independiente por el perredismo, Torreblanca no ha negociado ni espacio ni recursos con esos grupos, como lo habían hecho las anteriores autoridades priistas. Pero en este caso, la diferencia se amplía aún más porque estamos ante un gobierno en el que participan corrientes antagónicas y ello se da a unas semanas de unas elecciones locales para municipios y congreso, que determinarán el equilibrio de fuerzas entre esos grupos durante los próximos tres años.

A pesar de que las autoridades, sobre todo las federales, insisten en que las acciones y la violencia que hemos visto en Guerrero en los últimos días no proviene de grupos armados sino de una disputa de cárteles del narcotráfico, los hechos indicarían lo contrario. No porque esa disputa entre grupos del narcotráfico necesariamente no exista (lo más probable es que sí) sino porque en muchas ocasiones, sobre todo en Guerrero, es muy difícil diferenciar esas organizaciones armadas en estado degenerativo con los propios operadores del negocio del narcotráfico o de grupos violentos con intereses muy específicos en ciertas zonas del estado. Sumado al hecho, que no se debería desconocer de que para algunos de esas tribus del perredismo radical, desestabilizar a Torreblanca puede ser concebido como una oportunidad para alcanzar ellos mismos, nueva cotas de poder.

Elba Esther, ahora sí

Quizás fue una casualidad, pero no lo pareció, que apenas horas después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación rechazó el artículo transitorio en los estatutos priistas que dejaba en manos del Consejo Político Nacional la elección de quien sucedería a Roberto Madrazo, cuando éste dejara la dirección del partido, apareciera ahora sí públicamente Elba Esther Gordillo, en una reunión con los miembros de Unidad Democrática, en la casa de gobierno del estado de México, en Toluca. No es una coincidencia porque la decisión del Tribunal Electoral impedirá la acción de algunos grupos (como el encabezado por José Murat) que anunciaron que intentarían evitar la llegada de Gordillo a la presidencia del partido ejecutando una suerte de golpe de estado desde el CPN priista. Esa posibilidad es lo que también había demorado el cambio en la dirigencia partidaria y ahora la resolución del Tribunal prácticamente ata de pies y manos (por lo menos en lo legal, sabemos cómo se mueve esa camarilla en otros ámbitos) a los hooligans del priismo que tan flaco favor le hacen al madracismo.

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