La histeria antiGarza o masiosare un extraño enemigo
Columna JFM

La histeria antiGarza o masiosare un extraño enemigo

La escalda que se produjo ayer en el deterioro de la relación entre los gobiernos de México y Estados Unidos es la confirmación de que algo importante no está funcionando, que las cosas que se dicen allá no se escuchan aquí y viceversa, que la comunicación está deteriorada y por lo tanto la propia cooperación bilateral.

La escalada que se produjo ayer en el deterioro de la relación entre los gobiernos de México y Estados Unidos es la confirmación de que algo importante no está funcionando, que las cosas que se dicen allá no se escuchan aquí y viceversa, que la comunicación está deteriorada y por lo tanto la propia cooperación bilateral.

Sigue siendo incomprensible que no se pueda entender en el gobierno y en buena parte del sistema político mexicano qué es lo que está planteando Washington (se esté o no de acuerdo con ello) y que se interpreten las declaraciones del embajador Tony Garza como un asunto casi personal. No es así: ningún embajador de Estados Unidos puede sostener una y otra vez una misma posición ante un gobierno durante nueve meses y pensar que se trata de simples posiciones individuales. Pero ese sigue siendo el tema de especulación de nuestros políticos y funcionarios que siguen especulando con que quizás todo se debe a que Garza “quiere ser gobernador de Texas” (como si indisciplinarse a los lineamientos que le dicta el departamento de Estado y la Casa Blanca, fueran el mejor camino para ello). La posición de Garza es la de Condolezza Rice y la de ésta es la de George Bush. No es difícil de comprender, pero ayer el departamento de Estado lo tuvo que ratificar en forma pública. Pero el gobierno federal, después de esa declaración del vocero del departamento de Estado, volvió a emitir otro comunicado hablando en particular del embajador. No tiene sentido.

En todo caso, se debe regresar al reciente discurso en Denver, del embajador Garza y veremos que lo que está pidiendo Estados Unidos puede ser compartido o no, pero se aleja de la simplificación en la que han caído la mayoría de nuestros políticos y funcionarios. Dijo Garza que “ningún otro país tiene un impacto sobre Estados Unidos como México”. Calificó a la de México como “una democracia líder” y un poder económico indudable en la región. Sostuvo que la meta debería ser “una nueva visión norteamericana” que inspire al resto del continente. Habló de los ideales compartidos de lucha contra el terrorismo, la economía global y la democracia de México, Estados Unidos y Canadá. Pero sostuvo que para alcanzar esa “visión” se requiere de un “trabajo conjunto, cercano y de comunicación respecto a una amplia agenda común que comience por la seguridad en nuestras fronteras y dependa del flujo legal de personas y bienes”. Dijo que la migración es el reto “menos comprendido” que enfrentan ambas naciones. Que se requiere una reforma migratoria “que debe permitirnos supervisar quién entra y quién sale de Estados Unidos, dándonos la oportunidad de enfocar nuestros recursos a detener a aquellos que pudieran tratar de hacernos daño”. Parece bastante simple, agregó, pero evidentemente no es así. Reconoció que la reforma migratoria es crucial para los dos países, pero que sólo será factible “cuando el pueblo estadounidense y nuestros líderes sientan confianza en cuanto a la seguridad en nuestra frontera”. Un párrafo coloca en perspectiva el tema de Nuevo Laredo. Recordó Garza que el comercio bilateral es de 300 mil millones de dólares anuales y que el 50 por ciento de ese intercambio pasa por un solo lugar: el puerto terrestre de Laredo, Texas, por donde cruzan de y hacia Nuevo Laredo, nueve mil camiones de carga diarios por un solo puente, el Word Trade. ¿Qué pasaría, se preguntó, con la economía si ello se paralizara por un atentado terrorista?

Reconoció los éxitos logrados pero reiteró la amenaza que la violencia genera en la frontera. Y dijo que el cierre del consulado en Nuevo Laredo se dio porque necesitaban “evaluar los riesgos potenciales a nuestros empleados estadounidenses y mexicanos” y a quienes visitan el consulado. En ese contexto pronunció la frase más controvertida del discurso sobre la especulación respecto al cierre del consulado “para castigar al gobierno mexicano por fracasar en el control de la violencia en la región. Y hasta cierto punto, aceptó, es verdad”. Dijo que su principal responsabilidad es proteger a los ciudadanos estadounidenses. Y dejó en el aire una frase clave para la administración Fox: “entre más tiempo continúe esa violencia, más difícil será para muchos estadounidenses hablar de los mexicanos como nuestros socios confiables…una respuesta agresiva a la violencia fronteriza es una manera de evitar que se hable de construir muros, cuando lo que más nos conviene es construir puentes”.

El lenguaje puede ser poco diplomático, pero nadie puede decir que no es claro, transparente y que lo que se exige es, desde su punto de vista, plenamente comprensible: quieren una frontera segura, que no la haga permeable a ataques terroristas. Y una frontera segura trasciende el tema de los ajustes de cuenta entre narcotraficantes. Un ejemplo: decenas de estadounidenses han sido secuestrados al cruzar de Laredo a Nuevo Laredo: muchos han sido liberados, otros continúan desaparecidos. Incluso la muy mundana revista People le dedicó un largo reportaje al tema. Es verdad que el tema del narcotráfico es responsabilidad de ambos países, pero también es verdad que esa violencia tiene su origen de nuestro lado de la frontera. No se vive igual en Laredo que en Nuevo Laredo, en El Paso que en Ciudad Juárez, en San Diego que en Tijuana, aunque la droga pase de un lado al otro de la frontera y las armas sigan el camino inverso. Como sociedad debemos aceptarlo como un desafío propio, que va mucho más allá de lo que quiera o deje de querer Washington. Acorazarnos tras el viejo discurso nacionalista y colocarnos en el papel de víctimas de las presiones injustas del imperio no sirve para nada, más que para tranquilizar la conciencia por lo que no hemos sabido hacer nosotros mismos. Garza habló de las consecuencias para la economía estadounidense de un cierre del puente internacional de Laredo: ¿alguien podría imaginar el costo mucho mayor que tendría para nosotros como país? El controlar la frontera, el garantizar la seguridad más amplia posible, el establecer mecanismos de cooperación eficientes es, sobre todo, algo que nos beneficia, independientemente de lo que piense el embajador Garza o la Casa Blanca. Debe ser parte de una visión moderna y útil de la soberanía nacional. Lo demás son palabras, cada vez más huecas, en el contexto de una relación bilateral que, desde nuestros intereses, parece haber perdido el rumbo.

Camacho no quiere que AMLO hable

Días atrás se reunió Manuel Camacho con varios empresarios regiomontanos. A estos les llamaron profundamente la atención dos cosas: primero, que el ex regente de la ciudad de México, hablara, siempre de López Obrador y él mismo, como de “nosotros”: no hablaba del proyecto de AMLO, sino del proyecto de éste y Camacho. Cuando los empresarios le solicitaron hablar con el propio López Obrador para que ratificara el discurso de centro y apoyo a la libre empresa que ofrecía Camacho, la respuesta los desconcertó aún más: les dijo que, por ahora, no querían sentar a López Obrador en reuniones “en corto” con los empresarios u otros sectores, sino que se dedicara a las reuniones masivas, pero que no se preocuparan, que López Obrador “piensa igual que yo”. ¿Extraño? No, es la misma forma en que se expresaba Manuel cuando hablaba del proyecto salinista, el “nosotros” como una forma de identidad y propiedad respecto al mismo. Pero sí resulta extraño que el verdadero coordinador del equipo de campaña de AMLO quiera mantener a éste alejado de quienes pudieran cuestionarlo y mostrar cuál es su verdadero proyecto de nación. Y asegurarles que, por su voz, habla un Andrés Manuel al que no pueden escuchar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil