La carta de Campa
Columna JFM

La carta de Campa

El partido Nueva Alianza sorprendió el domingo con la rápida designación de Roberto Campa Cifrián como su candidato presidencial. Sorprendió porque Roberto, que había renunciado al PRI pocas semanas atrás, nunca había aparecido como un aspirante a esa posición. El hecho es que el viernes Campa todavía estaba de vacaciones con su familia en Estados Unidos y el domingo ya era candidato presidencial por el nuevo partido. Campa es un buen político, experimentado en el debate y hará, si tiene recursos una buena campaña.

El partido Nueva Alianza sorprendió el domingo con la rápida designación de Roberto Campa Cifrián como su candidato presidencial. Sorprendió porque Roberto, que había renunciado al PRI pocas semanas atrás, nunca había aparecido como un aspirante a esa posición e incluso había tenido acercamientos (por lo menos es lo que ellos decían) con el equipo de Andrés Manuel López Obrador. El hecho es que el viernes Campa todavía estaba de vacaciones con su familia en Estados Unidos y el domingo ya era candidato presidencial por el nuevo partido.

Campa es un buen político, experimentado en el debate y hará, si tiene recursos (y seguramente por los apoyos de los que proviene su candidatura los tendrá), una buena campaña. Recordemos que la suya será una campaña que buscará refrendar el registro para Nueva Alianza y crear un grupo parlamentario propio en el próximo congreso y para eso un operador como Campa puede funcionar muy bien.

Pero su designación también deja en claro varias cosas. Primero, el peso indudable de Elba Esther Gordillo en Nueva Alianza al que ya abiertamente califica como “su partido”. Con expulsión o sin ella, Gordillo ya está muy lejos del PRI y ha puesto su proyecto político personal en marcha en esta nueva etapa, buscando posicionarse no sólo ahora sino sobre todo en el mediano y largo plazo. La pregunta es en qué medida el magisterio (hablamos de los dirigentes del SNTE, no necesariamente de los maestros que muestran una gran pluralidad, como es lógico en un sindicato de cientos de miles de trabajadores) seguirán el camino marcado por Gordillo. Y parece que muchos de ellos por lo menos en esta etapa la acompañarán. Desde esa lógica la designación de Campa es inteligente no sólo porque de una u otra forma le sigue poniendo escollos al principal adversario de Elba que es Roberto Madrazo, sino también porque es una figura que muchos maestros no rechazarán explícitamente, particularmente por su posición en la cámara de diputados respecto al desafuero de López Obrador, al mismo tiempo que podrá legitimar su propia posición respecto a éste, porque el acercamiento que Campa había tenido con el candidato perredista era una contradicción con todas las opiniones que el propio Campa había vertido respecto al ex jefe de gobierno, incluso en la misma sesión del congreso en la que se aprobó el desafuro de López Obrador.

Obviamente, la candidatura de Campa buscará, con el apoyo de Gordillo, crear un polo antimadracista fuera del PRI. Y decíamos que ésta es una estrategia de mediano y largo plazo porque evidentemente el objetivo de esa operación política va más allá del dos de julio próximo. Campa es frontalmente antimadracista, pero al mismo tiempo nadie puede acusarlo de haber sido un priista “empanizado” y eso golpeará la campaña del tabasqueño, el cual, más que nunca, deberá operar en estos días para buscar consolidar en torno suyo a los que aún siendo priistas no son madracistas. Si Roberto Madrazo no opera con rapidez en ese sentido, podrá perder mucho capital político.

La candidatura de Campa se inscribe también en otra lógica: si el candidato de Nueva Alianza hubiera sido la propia Elba Esther Gordillo, la maestra no hubiera ganado nada y probablemente hubiera perdido mucho. Independientemente de su estado de salud (el domingo se veía muy recuperada), Elba sabe que no es una figura popular en muchos sectores y, además, su candidatura no hubiera tenido lógica para un partido que aspira, como lo hicieron en un momento los Verdes, a hacerse fuerte entre los jóvenes y las clases medias urbanas, con un perfil liberal. Pero Alberto Cinta, el talentoso dirigente de Nueva Alianza, tampoco hubiera podido con la candidatura: para hacerla crecer se hubiera necesitado de una campaña larga y costosa como la emprendida por Bernardo de la Garza en la segunda mitad del 2005, sólo para posicionar su nombre. Si el candidato hubiera sido Jorge Castañeda, sin duda hubiera sido conocido y con un buen perfil para el sector pero, paradójicamente, al que le hubiera terminado quitando votos hubiera sido a Felipe Calderón, por el tipo de elector que representa Castañeda.

Queda también una última consideración que debe tomarse en cuenta y que va en relación con lo que planteábamos ayer en este espacio: la candidatura de López Obrador parece haber llegado ya a un límite y desde hace semanas la tendencia es a la baja. Por eso, el ex jefe de gobierno concretó alianzas tan costosas con el PT y Convergencia, pero el hecho es que la desbandada de priistas  que esperaba, en torno a su candidatura, no se ha dado. Si así fuera, si se siguiera viendo a López Obrador como el candidato en ascenso, Campa estaría hoy, como aparentemente lo estuvo luego de su renuncia al PRI, en alguno de los equipos del tabasqueño. Esa estrategia no le está funcionando a López Obrador en buena medida porque al dejar a Manuel Camacho en un lugar de preeminencia en su equipo, pensando que eso jalaría a muchos priistas, terminó desplazando a quien es su mejor operador y que hubiera podido realizar una labor mucho más eficiente en ese sentido, que es Ricardo Monreal. Las cosas no están bien en la campaña de López Obrador y eso se refleja en muchas cosas, una de ellas la reticencia de Jesús Ortega a integrarse como coordinador de campaña: ¿usted cree que si todo estuviera funcionando tan bien como dicen los operadores de AMLO, un político como Ortega dudaría en aceptar esa responsabilidad?

El hecho es que Campa ya es candidato por un partido que obviamente no ganará las elecciones pero que parece tener muy claro hacia dónde dirigirá sus fuerzas. Y sus adversarios deberán comenzar a medir cuánto podrá ello afectarlos en el proceso electoral: porque quizás muchos de los jóvenes de Nueva Alianza podrán ser relativamente inexpertos, pero Elba Esther, Campa y la mayoría de los que integran el grupo de la maestra no lo son: tienen discurso, objetivo, algunas bases importantes y recursos. Mucho de lo que se necesita en una campaña electoral.

Los empresarios de AMLO

No deja de ser significativo que en el registro, el domingo en el IFE, de López Obrador, su equipo insistiera tanto en destacar la presencia de empresarios. Algunos de los así designados lo son, otros definitivamente no, y la mayoría no encabeza ninguna empresa de las importantes del país, pero el detalle está en que con la muy honrosa excepción de Alejandro Soberón, director de CIE, todos los demás participante de ese acto eran directivos de las empresas que hicieron las obras públicas del gobierno del DF con López Obrador, obras, por cierto, entregadas por adjudicación directa, no por licitación y que, además, cuyos costos han sido “sellados” como secreto de estado por el GDF por los próximos diez años. Casualmente son los que se sentaron en la primera fila el domingo en el IFE.

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