El último mes
Columna JFM

El último mes

Dentro de un mes asumirá la presidencia de la república Felipe Calderón. El periodo de transición, muy largo en lo político, muy corto para tomar los hilos reales del poder en un sistema como el nuestro, más aún cuando el mismo fue cortado por las protestas poselectorales, ha entrado en su etapa final y, en los hechos, el presidente electo tiene que comenzar a cerrar, en estos días, los proyectos sexenales que se ha planteado en los últimos meses.

Dentro de exactamente un mes asumirá la presidencia de la república Felipe Calderón. El periodo de transición, muy largo en lo político, muy corto para tomar los hilos reales del poder en un sistema como el nuestro, más aún cuando el mismo fue cortado por las protestas poselectorales, ha entrado en su etapa final y, en los hechos, el presidente electo tiene que comenzar a cerrar, en estos días, los proyectos sexenales que se ha planteado en los últimos meses.

Hasta ahora, en relación con el futuro gabinete, lo que ha quedado claro es que la conducción del área económica está en manos de Agustín Carstens, y que en esa área hay ya un equipo en el que están trabajando, desde tiempo atrás, el propio Calderón, Ernesto Cordero y Eduardo Sojo. Allí se podrían integrar, también, Luis Téllez y otros especialistas, como Carlos Ruiz Sacristán, Santiago Levy y Tomás Ruiz. En el área económica, Calderón parece tener claro no sólo cómo estará estructurado su equipo, sino que también, como lo obliga la conformación del presupuesto, tiene a su gente trabajando, hacia dentro y hacia fuera en él.

Es diferente en las otras áreas, particularmente en las políticas y de seguridad. En el terreno político, la designación como enlace legislativo de Jorge Alcocer, estableció, una vez más, un marco de relación con los partidos en el congreso, y la carta debió mostrarse porque existía una necesidad para ello. No hay mucho más en ese terreno: lo que se ha dicho está más en el terreno de las especulaciones (y de la mano con ello de guerra sucia a favor o en contra de algunos de los personajes centrales del equipo de transición) que de la realidad. Calderón no ha mostrado ninguna carta en ese ámbito y no lo hará hasta no tener mucho más claro cómo estructurará la administración federal. Regresando de Canadá, el presidente electo hizo una declaración importante que pasó casi desapercibida, cuando explicó que consideraba necesario que las áreas de seguridad pública regresaran al ámbito de Gobernación. Pero también dijo que ello implicaría cambios a la ley de la administración pública y que quizás no fuera lo mejor hacerlos en un primer momento, para no distraer fuerzas en las primeras semanas en esos temas y concentrarse en algunas iniciativas importantes, además del presupuesto.

Si es así, muy probablemente tendremos dos etapas en la integración del gabinete. Una que iniciará el sexenio y la siguiente que podría ser parte de la reforma política que se ha planteado desde diferentes sectores y que podría incluir desde la creación de alguna figura como el jefe de gabinete, hasta una reestructuración de los órganos electorales y que sería corolario de una serie de acuerdos con los partidos políticos. En esa lógica, las áreas de seguridad, por lo menos formalmente, quedarían separadas de Gobernación, aunque en términos operativos el presidente electo buscará una coordinación efectiva entre ambas, para no repetir la experiencia de la actual administración en sus cuatro primeros años.

Ello se relaciona, también, con la forma en que el presidente querrá que se trabaje desde Los Pinos. El esquema de principios de este sexenio, el de las coordinaciones, fracasó y Calderón parece preferir diseños mucho más directos y con mucha mayor participación personal del propio presidente en la operación de los temas torales. En ese sentido, habrá, muy probablemente, un esquema similar, en ese aspecto, a algunas administraciones pasadas (particularmente la de Salinas) o de la Casa Blanca, basada en dos fuertes coordinaciones, una política y operativa, en torno a lo que sería una suerte de jefe de staff, y una de comunicaciones, que serán claves para coordinar al resto del gobierno.

Para terminar de configurar este esquema de gobierno, en particular en las áreas de seguridad, el futuro gobierno deberá colocar toda la atención, también, en las designaciones de los secretarios de Defensa y Marina. Son dos de las decisiones claves para el futuro mandatario y deben ser atendidas en forma prioritaria y personalísima por el propio presidente.

En este sentido, se debe recordar que el presidente electo viajará a Washington el próximo 8 y 9 de noviembre. Las visitas a Estados Unidos de los mandatarios electos son muy importantes no sólo para los primeros contactos formales que establecen con los mandatarios de la primera potencia mundial que es, además, nuestro principal socio comercial y nuestro vecino, sino también por el intercambio de información y los mensajes que, directa o indirectamente, se hacen llegar al futuro mandatario, sobre situaciones, personajes, historias personales, que necesariamente deben ser tomadas en cuenta a la hora de integrar un gobierno y proceder a ejercer el poder. Sólo un ejemplo: cuando ganó las elecciones, Vicente Fox declaró que el narcotráfico no era un desafío a la seguridad nacional y que debía ser tratado desde el ámbito policial, retirando de esa lucha al ejército. Designó también a dos coordinadores para esa área: Francisco Molina y José Luis Reyes. Cuando regreso de su primera visita a Washington como presidente electo, cambió su visión, aseguró que el narcotráfico era el principal desafío a la seguridad nacional, no sólo no retiró al ejército de la lucha contra el narcotráfico sino que incluso designó a un general, Rafael Macedo de la Concha, como procurador general de la república y ni Molina ni Reyes tuvieron cargo alguno en el gabinete de seguridad. Qué se platicó en privado en esos dos días con las autoridades estadounidenses no lo sabemos, pero sí conocemos sus consecuencias. El perfil político de Calderón es muy diferente al de Fox, pero en ese sentido, los mensajes se entregan y se reciben de la misma manera y con la misma intencionalidad.

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