López Obrador no fracasó, la culpa es de la gente
Columna JFM

López Obrador no fracasó, la culpa es de la gente

Las palabras del impresentable vocero perredista, Gerardo Fernández Noroña, fueron terminantes el viernes pasado: no había que esperar multitudes este lunes pasado en la autoproclamación de López Obrador como ?presidente legítimo?, porque la situación había cambiado y la gente había caído en ?la apatía y el desgano? en lugar de continuar con la movilización. En otras palabras, Fernández Noroña, cuyo único mérito político es haber sido un provocador de la política que jamás ha construido nada a través de ella, se estaba curando en salud: preparaba sus argumentos para enfrentar el fracaso y el ridículo del acto de ayer.

Las palabras del impresentable vocero perredista, Gerardo Fernández Noroña, fueron terminantes el viernes pasado: no había que esperar multitudes este lunes pasado en la autoproclamación de López Obrador como “presidente legítimo”, porque la situación había cambiado y la gente había caído en “la apatía y el desgano” en lugar de continuar con la movilización. Por eso, decía el ex dirigente de El Barzón, la “resistencia civil” no ha tenido la repercusión que se esperaba. En otras palabras, Fernández Noroña, un incondicional de López Obrador, cuyo único mérito político es haber sido un provocador de la política que jamás ha construido nada a través de ella, se estaba curando en salud: preparaba sus argumentos para enfrentar el fracaso y el ridículo del acto de ayer.

Al momento de escribir estas líneas, ese acto, preparado por la muy talentosa Jesusa Rodríguez como si fuera una de sus puestas en escena de El Hábito (sin comprender o comprendiendo plenamente que precisamente por ello caería en el humorismo involuntario) estaba a punto de iniciarse, pero no es necesario esperar su final para comprender la magnitud del fracaso, adelantado por Fernández Noroña. Lo grave es que, como lo sostiene el vocero, haciéndose eco del ex candidato, la responsabilidad por ese fracaso no se debe a la estrategia adoptada por el lopezobradorismo desde la campaña electoral y profundizada desde el dos de julio y que ha tenido una demostración empírica con los fiascos consecutivos de las movilizaciones, la resistencia civil, el plantón en Reforma y el Centro Histórico, la derrota en Tabasco, la indiferencia ante la “presidencia legítima”. Un fracaso con continuará con las provocaciones previas al primero de diciembre y que tendrá ese día, cuando asuma el poder Felipe Calderón, su culminación con las que ejecutarán un grupo de perredistas en el palacio legislativo de San Lázaro. Un suicidio político en toda la línea.

Pero el fracaso no es responsabilidad del ex candidato y su equipo. Es culpa de la gente, de su apatía, de su desgano, de su incapacidad para seguir la ruta dictada por el líder. Es una lógica que se ha repetido una y otra vez por López Obrador: si la gente no lo apoya no es porque él esté equivocado, sino porque ha sido comprada o porque es débil. Hace ya varias semanas, comparamos esa lógica de López Obrador con aquella memorable escena de la película La Caída, que nos cuenta las horas finales de Hitler, cuando los pocos cercanos que le quedan, le piden que concluya la guerra para evitarle sufrimientos al pueblo alemán y éste responde que no, que mejor sufran, porque supieron estar a la altura de su liderazgo, incluso si ello implicaba su aniquilación.

Son historias que reflejan una realidad diferente, pero la ruta, la lógica, es la misma: el pueblo no estuvo a la altura del líder y por lo tanto la responsabilidad es suya, nunca puede ser consecuencia de una política y un liderazgo equivocados. La forma en que se ha extendido esta enfermedad en el perredismo, la dio, también la semana pasada, nada menos que el secretario general, Guadalupe Acosta Naranjo, un hombre que solía ser sensato, que, cuando fue interrogado sobre porqué el PRD estaba “obligado” a impedir la toma de posesión de Felipe Calderón, aseguró, sin sonrojarse, que si no la impedían, la gente pensaría que “ya los habían comprado”. Otro alto dirigente del perredismo, también incluido entre los políticos sensatos del perredismo, interrogado en privado sobre porqué había adoptado el discurso radical y seguido acríticamente a su líder, nos dijo que ése “era el papel que le había tocado jugar”, como si un extraño determinismo se hubiera impuesto sobre su comportamiento.

Es absurdo, ni la gente piensa que cuando un político actúa civilizadamente es que se ha vendido ni el determinismo puede ser la cosmovisión (“el papel que me tocó jugar”) de un dirigente capaz de articular una política sensata para su partido.

No hay nada peor que un discurso en el cual se reivindica constantemente a la gente al mismo tiempo que se desprecian sus opiniones. Pero en eso anda el lopezobradorismo. El perredismo pagará un precio muy alto por esta tragicomedia de errores. La renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas a la comisión organizadora del bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución, es un ejemplo. Significa haber perdido un espacio que hubiera podido ser casi único para reflexionar sobre un camino futuro para el país pero sobre todo para las corrientes progresistas. Y Cárdenas debió renunciar por las presiones que se generaron dentro de su propio partido. El fundador del PRD, como los gobernadores perredistas, se ha distanciado de la ruta seguida por López Obrador y muchos de ellos están apostando a construir algo nuevo, diferente. Pero López Obrador quiere transformar su fracaso en el hundimiento definitivo de su partido para, sobre sus restos, construir, sólo él y sin contrapesos, una nueva corriente política.

¿Canales representa a Nuevo León?

Hay quienes están impulsando a Fernando Canales Clariond como futuro director de PEMEX, alegando que podría llegar a esa posición “representando” a la iniciativa privada regiomontana. No es verdad: la IP regiomontana está distanciada desde hace años con Canales, desde que en Nuevo León fracasó como gobernador y en la secretaría de Economía (como después en Energía) no hizo nada significativo. Para la estrategia que piensa implementar Calderón en el ámbito energético se necesita de voluntad y capacidad de transformación, además de apoyos políticos sólidos. No parece en absoluto que Canales cuente con unos u otros.

Por cierto, los movimientos que se tienen que haber dado ayer en las fuerzas armadas pueden señalar con claridad por dónde irán las designaciones de los futuros secretarios de la defensa y la marina.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil