Calderón debe reemplazar a Córdoba
Columna JFM

Calderón debe reemplazar a Córdoba

Cuando se dio a conocer el gabinete del presidente Calderón dijimos que su parte más débil era el área social: una serie de designaciones que, salvo excepciones, parecían pagos de cuotas a los sectores más conservadores de su partido. Sobre todo llamó la atención de la designación de José Córdoba Villalobos, al frente de la secretaría de Salud. No sólo porque no tenía antecedentes profesionales que justificaran su designación.
El entonces candidato y ahora presidente prometió pluralidad y respeto al Estado laico, el secretario Córdoba lleva a cabo políticas respetables desde el punto de vista confesional pero inaceptables para un estado laico.

Cuando se dio a conocer el gabinete del presidente Calderón dijimos que su parte más débil era el área social: una serie de designaciones que, salvo excepciones, parecían pagos de cuotas a los sectores más conservadores de su partido. Sobre todo llamó la atención la designación de José Córdoba Villalobos, al frente de la secretaría de salud. No sólo porque no tenía antecedentes profesionales que justificaran su designación, sino también porque su actuación previa, sobre todo en la comisión de Salud de la cámara de diputados, sólo había destacado por respaldar las posiciones más conservadoras de la iglesia católica en México y por su oposición constante al desempeño de Julio Frenk Mora en la secretaría de salud.

Dijimos también que a los nuevos funcionarios había que darles el beneficio de la duda. En el caso de Córdoba Villalobos parece que ya no hay razones para dudar: no sirve para ese cargo y si el presidente Calderón gobernar para todos los mexicanos, se deberá deshacer de un funcionario que no cubre los requisitos mínimos para hacerse cargo de una tarea tan importante como la salud pública del país. No es una exageración: Fausto Alzati salió del gabinete de Ernesto Zedillo por estas mismas fechas, hace doce años, porque se comprobó que los títulos académicos que exhibía no eran tales. Eso bastó para que dejará el cargo; en la secretaría de Hacienda ya se había ido Jaime Serra Puche, como consecuencia de la crisis de diciembre del 94. Ahora el secretario de salud tendrá, si el presidente Calderón es consecuente con sus propias declaraciones y convicciones, dejar su cargo: lo que está haciendo la secretaría de Salud es exactamente lo contrario a los compromisos que asumió Felipe Calderón.

El entonces candidato y ahora presidente prometió pluralidad y respeto al Estado laico, el secretario Córdova lleva a cabo políticas respetables desde el punto de vista confesional pero inaceptables para un Estado laico; el candidato y presidente Calderón prometió una política de salud para todos los mexicanos que excluyera toda discriminación, el secretario Córdoba discrimina a jóvenes, gay, enfermos de SIDA, mujeres. El presidente Calderón acaba de llamar, en Puebla, a los hombres de las comunidades indígenas a abandonar los prejuicios, apoyar a sus mujeres y permitirles realizarse los estudios ginecológicos que son imprescindibles para prevenir su salud, particularmente el cáncer cérvico uterino. En buena medida éste es provocado por infecciones que pueden detectarse con esos estudios y se previene utilizando el condón. El secretario de salud considera que el condón no sirve para prevenir enfermedades, ninguna, y que las campañas contra la discriminación se realizan para fomentar la homosexualidad. Para evitar el SIDA, el secretario de Salud dice que se harán campañas especiales para: “los hombres que tienen sexo con hombres y los que utilizan drogas inyectables” y que, además, basará su campaña en promover la abstinencia y la fidelidad. No sólo es una grave forma de discriminación sino de simple ignorancia: la mayor tasa de crecimiento del VIH se da entre las mujeres, amas de casa de los sectores más populares y suele ser causada por la vida sexual extramarital de sus esposos, en muchos de los casos de campesinos que migran, dentro o fuera del país, para trabajar largos periodos fuera y que regresan a sus casas infectados, porque ellos tampoco conocen la mayoría de las medidas de prevención que deben adoptarse para prevenir enfermedades sexuales.

Mientras el presidente Calderón se despidió del secretario Frenk Mora con efusividad y felicitándolo por la labor desarrollada (no en vano, Frenk fue el funcionario de la administración Fox que terminó el sexenio con las calificaciones más altas, según todas las encuestas), su sucesor está desmantelando la secretaría de salud, colocando a perfectos improvisados en cargos estratégicos y declarando que las medidas adoptadas por su antecesor no sirven. Mientras el presidente Calderón en múltiples oportunidades ha destacado la labor de la OMS y la OPS (y México ha tenido una presencia importantísima en esas organizaciones internacionales), la secretaría de salud no tiene mejor idea que decir que todos los estudios de la OMS sobre el condón como el mejor mecanismo de prevención para impedir la epidemia del SIDA, no son sirven y cambia la política del Estado mexicano, según han declarado, apoyándose en “una encuesta” realizada en “una preparatoria”. Mientras el presidente Calderón ha insistido en fortalecer la instituciones, entre ellas las de salud, el secretario del sector decidió que la actividades de prevención y educación son responsabilidad de los padres de familia, dejando a la mayoría de la población del país, a los jóvenes, olvidados. Mientras el presidente Calderón quiere garantizarles la salud a todos los niños nacidos a partir del primero de diciembre, independientemente de su situación social y familiar, el secretario de Salud, desde ya discrimina a aquellos que nazcan enfermos de Sida, sin familias o con familias disfuncionales o a los jóvenes que no podrán contar con conocimientos mínimos sobre como prevenir enfermedades sexuales, porque las autoridades han decidido renunciar a esa responsabilidad.

Ni el presidente Calderón, ni su esposa Margarita Zavala, son personajes conservadores. Son, en el mejor sentido de la palabra, liberales; son creyentes, como la mayoría de los mexicanos, pero nunca han tratado de imponer sus creencias a los demás; por los que los conozco sólo son intolerantes con los intolerantes. El nuevo gobierno tiene muchos desafíos por delante, no necesita a un funcionario gris y sin experiencia que quiera ganar protagonismo haciendo proselitismo religioso desde un cargo público. Hace un  año, el candidato Calderón salvó su campaña rectificando errores y cambiando a parte de su equipo. Hoy debería hacer lo mismo.

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