Bajos Valverde: un asesinato demasiado oscuro
Columna JFM

Bajos Valverde: un asesinato demasiado oscuro

No es la primera vez que en Guerrero se utiliza un asesinato para imponer condiciones o deshacerse de adversarios políticos, aunque sean de un mismo partido político.
En el caso de Jorge Bajos Valverde llaman la atención muchas cosas, la indudable amistad del diputado local asesinado con el gobernador Zeferino Torreblanca. Bajos era una pieza fundamental del gobernador para articular acuerdos en su estado. El asesinato de Bajos Valverde no puede ser visto como un ajuste de cuentas más. Puede ser que la versión oficial sea la verdaderas, pero faltan demasiadas explicaciones para tener mayor certidumbre sobre ellas e indagar.

No es la primera vez que en Guerrero se utiliza el asesinato para imponer condiciones o deshacerse de adversarios políticos, aunque sean de un mismo partido político. Ya en el pasado, en torno a Zeferino Torreblanca se había dado un caso similar: la misma noche de su elección como alcalde de Acapulco, el 4 de octubre de 1999, sufrió un atentado uno de sus coordinadores de campaña: Marco Antonio López García y en el mismo fue asesinado uno de sus hijos. Una semana después fue detenido el diputado local del PRD, Juan García Costilla, acusado de ser el autor intelectual del atentado contra su compañero de partido. Antes había sido detenido Angel Guillermo Martínez González, también militante del PRD, acusado de ser el autor material. Todos los involucrados aparecían como miembros del PRD, pero en realidad eran miembros del ERPI, infiltrados en el partido del sol azteca y la investigación que permitió llegar a los autores materiales e intelectuales del atentado, venía de tiempo atrás, de la caída de una casa de seguridad del ERPI y coincidió con la del atentado del colaborador de Zeferino. Allí se supo que la intención de matar a López García tenía como fin sacar de en medio a uno de los grupos políticos internos del perredismo. El pago era un acuerdo político de una corriente del partido con el ERPI y, además, un terreno en Acapulco para el autor material. El tema dio para mucho más porque terminó poniendo al descubierto la estructura del ERPI en Guerrero. Pero ese es otro tema.

Antes, la muerte de José Francisco Ruiz Massieu, intentó conectarse también con ajustes de cuentas internos en el estado. Hace poco, el ex secretario de gobierno de Rubén Figueroa, Rubén Robles Catalán, fue asesinado en un hecho que no ha sido plenamente esclarecido. Y la lista podría continuar.

En el caso del asesinato de Jorge Bajos Valverde llaman la atención muchas cosas. Primero, la indudable amistad del diputado local asesinado con el gobernador Zeferino Torreblanca. Pese a que Bajos era legislador por el PAN y el gobernador llegó a esa posición por el PRD, lo cierto es que la relación era muy estrecha y, como se ha dicho, Bajos era una pieza fundamental del gobernador para articular acuerdos en su estado. Torreblanca es un gobernador peculiar: ex presidente de la Coparmex local, ha sido candidato perredista a la alcaldía de Acapulco, al senado y ahora gobernador, sin abandonar posiciones moderadas en casi todos los temas. Precisamente ese perfil ha sido clave para ganar esas elecciones, porque le permitió generar confianza en muchos sectores mientras aseguraba el voto perredista, siempre fuerte en la entidad. Pero en los últimos tiempos, muchas cosas han comenzado a entrar en contradicción en el estado: Zeferino siempre ha tenido distancia con los grupos radicales del partido y no se ha sumado al carro del lopezobradorismo. En Acapulco, gobierna, es un decir, uno de los peores exponentes del PRD, Félix Salgado Macedonio, rodeado por todas partes por el narcotráfico y grupos armados relacionados con él. En el propio gobierno estatal los conflictos no han sido pocos entre moderados y radicales y sin duda se han profundizado con la decisión de instaurar el operativo Guerrero, destinado a desarticular tanto a grupos del narcotráfico como armados que suelen colaborar con él y que, a su vez, están relacionados o infiltran al perredismo.

El hecho es que el asesinato de Bajos Valverde no puede ser visto como un ajuste de cuentas más. Puede ser verdad la versión de la procuraduría local respecto a que los panistas Aldy Manuel y Eder González, le hayan pagado a Nicolás Cardoso para matar al influyente diputado local de su partido para que asumiera el cargo la esposa del primero, Jacqueline Orta. También puede ser verdad que en ello estuviera implicado el secretario general del PAN en la entidad, Ramiro Arteaga como dicen las autoridades locales. No sería la primera vez que ello ocurre. Pero en ninguna de esas otras ocasiones las cosas han sido tan sencillas.

Puede ser que la versión oficial sea la verdadera, pero faltan demasiadas explicaciones para tener mayor certidumbre sobre ella e indagar, incluso si la causa sería tan prosaica como sólo darle un puesto en el congreso a la esposa de uno de los involucrados.

Las hipótesis pueden ser muchas. ¿No se habrá intentado con el asesinato de Bajos Valverde romper el principal vínculo local del gobernador con el panismo?¿no tiene relación ese asesinato con el inminente inicio del operativo Guerrero que afectará, por su relaciones con el crimen organizado y la guerrilla, a alguno de los grupos más radicales del perredismo en la entidad?¿la investigación y sus resultados no buscarán, por otra parte, poner distancia entre el gobernador y el gobierno federal, obligando a la radicalización del ambos, precisamente cuando la misma debería ser más estrecha por las inevitables consecuencias que se derivarán del próximo operativo al que se habían opuesto los sectores más duros del perredismo, como el alcalde Salgado Macedonio?¿el secretario de gobierno Armando Chavaría y el gobernador Torreblanca juegan con las mismas cartas e intenciones en este proceso?¿opinan lo mismo el gobernador que proviene de la Coparmex y el secretario que fue líder de la federación estudiantil de Guerrero, controlado por los grupos duros de la izquierda local, sobre el operativo que inició en el estado o sobre el rumbo que la propia política estatal debe seguir?

Son preguntas (y hay muchas más) sin una respuesta definida. Insisto: la versión oficial de la investigaciones sobre la muerte de Bajos Valverde puede ser la verídica, pero todo resulta demasiado extraño, demasiado armado, tanto que ni siquiera sabemos cómo se llegó a esos resultados. Por lo pronto, detrás de la muerte de Bajos Valverde me temo que hay mucho más de lo que se nos ha dicho.

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