AMLO puso y quitó a Payán, el PRD paga el capricho
Columna JFM

AMLO puso y quitó a Payán, el PRD paga el capricho

La declaración del presidente nacional del PRD, Leonel Cota Montaño, al concluir el primer día del consejo nacional del PRD, demuestra porqué ese partido ha quedado sin dirección, navegando hacia un puerto incierto. Para Cota Montaño no existía ninguna contradicción, respecto a que él mismo haya dado una lucha pública por lanzar la candidatura de Ana Rosa Payán en Yucatán y que, este fin de semana, a escasas 72 horas de que se cierre el registro de candidatos en ese estado y cuando Convergencia y el PT, a pesar de todas las críticas recibidas, ya habían hecho suya esa candidatura, el consejo nacional del perredismo haya decidido rechazarla. Para Cota, obviamente, la culpa es de los medios: ?no entiendo a los medios, primero porque estábamos apoyando y ahora porque no estamos apoyando. Los medios nos pegaron porque tomamos la decisión y después nos pegaron porque rectificamos?. La verdad es que Cota lo que no sabe es cómo ocultar la profundidad de la crisis interna que vive el PRD.

La declaración del presidente nacional del PRD, Leonel Cota Montaño, al concluir el primer día del consejo nacional del PRD, demuestra porqué ese partido ha quedado sin dirección, navegando hacia un puerto incierto. Para Cota Montaño no existía ninguna contradicción, respecto a que él mismo haya dado una lucha pública por lanzar la candidatura de Ana Rosa Payán en Yucatán y que, este fin de semana, a escasas 72 horas de que se cierre el registro de candidatos en ese estado y cuando Convergencia y el PT, a pesar de todas las críticas recibidas, ya habían hecho suya esa candidatura, el consejo nacional del perredismo haya decidido rechazarla. Para Cota, obviamente, la culpa es de los medios: “no entiendo a los medios, primero porque estábamos apoyando y ahora porque no estamos apoyando. Los medios nos pegaron porque tomamos la decisión y después nos pegaron porque rectificamos”. La verdad es que Cota lo que no sabe es cómo ocultar la profundidad de la crisis interna que vive el PRD.

Lo que vimos este fin de semana en el Consejo Nacional es un ajuste de cuentas del lopezobradorismo y las corrientes más duras del partido contra Nueva Izquierda y una nueva demostración de que el ex candidato presidencial se mueve, toma decisiones y dirige al partido basado exclusivamente en su cambiante e inestable humor cotidiano. Como se encargó de aclarar una y otra vez el secretario general del partido, Guadalupe Acosta Naranjo, la “orden” de hacer candidata en Yucatán a Ana Rosa Payán fue del propio López Obrador y de él fue la orden de quitarla. Nueva Izquierda quería impulsar la candidatura de uno de los suyos, Erick Villanueva, que se tuvo que apartar del proceso para respetar la decisión del nuevo jefe máximo del perredismo. Leonel Cota, cuya elección y permanencia al frente del partido sólo puede entenderse por la incondicionalidad a las decisiones de López Obrador, se dio a la tarea de convencer a Payán, mientras que Nueva Izquierda defendía una posición en la que originalmente no creía. Payán aceptó ser candidata pero ocurrió lo inevitable: sostuvo que con las siglas del PRD o de otro partido, mantendría sus posiciones, notoriamente contrarias a las de la izquierda en general y dijo que no aceptaría a López Obrador en su campaña. El propio Cota y los demás dirigentes del PRD siguieron defendiendo la candidatura de Payán e hicieron que Convergencia y el PT la aceptara como su candidata. Pero López Obrador ya había cambiado de opinión. El problema no era la posición política (Payán es tan conservadora como Bátiz y éste funge como su “procurador” en el “gobierno legítimo”) sino que no aceptaba su protagonismo: ¿qué importa entonces una campaña si no sirve para fortalecer la imagen del jefe máximo?. Para colmo, Payán había decidido contratar como asesora a Rosario Robles. Entonces, de la misma manera que López Obrador había ordenado, pese a la resistencia del partido, que Payán fuera candidata, él mismo decidió que ya no lo fuera. No iba a reconocer, jamás lo ha hecho, que se equivocó y entonces ordenó que las culpas las cargaran los que, en su nombre, habían negociado la candidatura. Que el costo lo pagara el partido.

¿Por qué la carga contra Nueva Izquierda?. Porque es la única corriente con una estructura nacional que puede disputar la dirigencia del PRD y que tiene, guste o no, una agenda partidaria que no necesariamente es la misma de un López Obrador cuya única agenda es él mismo. Por eso se mantiene a un provocador como Gerardo Fernández Noroña como vocero, cuando el PRD tiene decenas de militantes mejor preparados para ser la voz de esa organización. Pero Cota y Fernández Noroña son la pareja ideal para desdibujar al partido y no hacer sombra a López Obrador. No es una novedad decir que López Obrador no es un hombre de lealtades, pero si alguien lo puede decir es Jesús Ortega y no lo hace: cuando López Obrador fue presidente del partido, el trabajo, los amarres, los triunfos electorales que se dieron, fueron producto del trabajo de quien fue su secretario general, Jesús Ortega, pero no hubo un solo reconocimiento público de aquel hacia éste. Cuando Ortega quiso ser presidente del partido, creó la candidatura de Cota Montaño, sin ninguna experiencia partidaria, para impedir que Jesús llegara a esa posición. Cuando Ortega quiso buscar la candidatura del DF, López Obrador lanzó a Marcelo Ebrard y obligó a Ortega, en los hechos, a abandonar la precampaña. Lo designó coordinador de la campaña federal pero nunca le dio esas atribuciones, que se siguieron manejando en un círculo alejado del partido, e incluso López Obrador le quitó a Ortega, que maneja la mejor estructura dentro del PRD, la organización electoral para ponerla en manos de dos de sus amigos, Alberto Pérez Mendoza y Francisco Yee, que fueron un desastre y nunca se supo qué hicieron con los millones de pesos que recibieron. Pasada la elección designó a Ortega, coordinador del Frente Amplio al mismo tiempo que una y otra vez se toman decisiones que ignoran a los supuestos aliados de esa organización. En el gabinete del DF no se le dieron posiciones a Nueva Izquierda, pese a tener la mayoría de la ALDF, y en el congreso, Carlos Navarrete fue elegido coordinador de los senadores pese a la oposición de López Obrador.

No se trata de hacer una defensa de Nueva Izquierda, que tiene, como cualquier corriente política, virtudes y defectos, sino de comprender cómo el lopezobradorismo está dispuesto a convertirse en el “jefe máximo” de un PRD que cada día se parezca menos a un partido político con autonomía, independencia y una participación plural en la toma de sus decisiones. El maximato sólo puede florecer en la confusión y por eso, hoy, los perredistas no saben si son parte del partido, de la convención democrática, del frente amplio o del “gobierno legítimo”. Lo único que saben es que ellos no toman las decisiones.

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