Seguridad sin una visión de Estado
Columna JFM

Seguridad sin una visión de Estado

Los partidos políticos, los gobiernos estatales y el federal, parecen haber coincidido en las últimas horas, después del asesinato del candidato priista a gobernador en Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, en buscar una visión de Estado, una agenda común para atacar frontalmente a las organizaciones criminales. Esperemos que todos esos actores puedan pasar de las palabras a los hechos, porque lo cierto es que, casi todos, han fallado a la hora de establecer siquiera una visión conjunta sobre el tema de la seguridad.

Los partidos políticos, los gobiernos estatales y el federal, parecen haber coincidido en las últimas horas, después del asesinato del candidato priista a gobernador en Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, en buscar una visión de Estado, una agenda común para atacar frontalmente a las organizaciones criminales. Esperemos que todos esos actores puedan pasar de las palabras a los hechos, porque lo cierto es que, casi todos, han fallado a la hora de establecer siquiera una visión conjunta sobre el tema de la seguridad.

Y es que no existe el compromiso ni se asume que esa estrategia debe superar los límites partidarios. Hoy el tema de la seguridad y del combate al crimen organizado se utiliza como elemento publicitario, o como un instrumento netamente electoral, sin siquiera reflexionar seriamente sobre lo que se dice. ¿Cuántas veces hemos escuchado que se debe cambiar la estrategia de lucha contra el crimen organizado sin que siquiera se muestre un sendero alterno por el cual transitar?¿Cuántas veces hemos escuchado, y se lo presenta como si eso fuera en realidad una alternativa, que se debe negociar con estos grupos o que no se debería haberlos enfrentado frontalmente?¿no resulta incomprensible que los dirigentes partidarios estén reclamando estrategias de seguridad al mismo tiempo que demandan que las fuerzas policiales y militares no hagan vigilancia en las calles el día de las elecciones porque “podrían ser utilizadas” para cometer fraude?¿quién cuidará de la ciudadanía si las fuerzas de seguridad están acuarteladas?¿no es simplemente una estupidez siquiera plantearlo en la actual coyuntura?.

Si los partidos y los gobiernos quieren establecer una estrategia común tendrían por comenzar a cumplir con los compromisos que han adquirido. Y allí hay varios capítulos pendientes. Primero, tendrían que hacer una profunda revisión de la esperpéntica ley de seguridad nacional que aprobaron en el senado y está congelada, afortunadamente, en la cámara de diputados. Esa ley es un desastre que llevara a ese mismo destino a las fuerzas de seguridad y militares, las desprotege y rompe la unidad de mando en un momento en el que esos dos principios deberían reforzarse. Por el contrario, deben otorgarle a la participación militar un marco jurídico claro, transparente y confiable. Hoy no lo tienen.

Segundo. Deben pasar de las declaraciones a los hechos y avanzar en forma decidida en la creación de las policías estatales, también con los mandos más unificados posibles. Es absurdo que el tema siga abierto desde tanto tiempo atrás y que entre los presidentes municipales sigan debatiéndolo porque dicen que perderán con ello espacios de poder. Tercero, se debe avanzar mucho más rápidamente en la transformación del sistema de justicia hacia uno oral y acusatorio, con leyes más estrictas y unificando los códigos penales. Los plazos actuales son demasiados amplios. Cuarto, se debe ser más estrictos en las investigaciones, en las averiguaciones previas, en la sanciones penales contra este tipo de delincuentes y exigir en las policías, en los ministerios públicos, en los jueces mayor dureza y rapidez en los procesos. Quinto, se debe avanzar en la colaboración con otros países, en forma destacada con Estados Unidos, exigiéndoles una mínima reciprocidad. Ayer se divulgó en Estados Unidos una lista de bancos mexicanos que supuestamente coadyuvan en el lavado de dinero, sabiendo que no es así e ignorando que, además, se habían realizado las reformas cambiarias recientes para establecer normas más firmes en ese aspecto. Y todo había sido negociado con el gobierno estadounidense. Evidentemente les importó poco respetar el acuerdo.

Y por sobre todas las cosas se requiere del compromiso de los políticos pero también de la gente, de la sociedad y de los medios. Los políticos siguen sin tomar en serio el tema. Mucha gente sigue viendo esta lucha como algo ajeno; la sociedad no ha terminado de comprender lo que realmente está en juego; los medios seguimos viéndolo como una noticia más con la cual vender periódicos, o aumentar los ratings de radio y televisión. Y se termina haciéndole el juego, voluntaria o involuntariamente, a los grupos criminales. Mientras no se comprenda que éste no es un conflicto de seguridad pública más, que lo que está en juego es la seguridad interior del país y que se deben adoptar medidas alejadas del corto plazo partidista, la indignación o el dolor de los líderes partidarios servirá de bastante poco.

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