El pinche árbitro italiano
Columna JFM

El pinche árbitro italiano

Estas líneas fueron escritas a las mismas horas que se atentaba contra Rodolfo Torre Cantú y quedaron para otras horas. El fútbol mundialista, por lo menos para nosotros, ha pasado tan rápido como llegó. El domingo hay elecciones y la crispación política, junto con la violencia, están otra vez a nuestro lado. Pero la reflexión sigue en pie, y se aplica lo mismo al fútbol que a buena parte del resto de nuestra vida en sociedad: siempre culpamos al árbitro, al otro de nuestras desgracias, nunca las asumimos como propias. Y por eso pagamos costos tan altos, en todo.

Estas líneas fueron escritas a las mismas horas que se atentaba contra Rodolfo Torre Cantú y quedaron para otras horas. El fútbol mundialista, por lo menos para nosotros, ha pasado tan rápido como llegó. El domingo hay elecciones y la crispación política, junto con la violencia, están otra vez a nuestro lado. Pero la reflexión sigue en pie, y se aplica lo mismo al fútbol que a buena parte del resto de nuestra vida en sociedad: siempre culpamos al árbitro, al otro de nuestras desgracias, nunca las asumimos como propias. Y por eso pagamos costos tan altos, en todo.

La gran mayoría de las personas que fueron encuestadas luego del juego México-Argentina, consideraron que la responsabilidad de la eliminación de la tricolor en Sudáfrica es del árbitro italiano que dio por bueno el gol en fuera de lugar de Carlos Tévez. Muchos cronistas consignan que luego de ese gol injusto, la selección perdió el ánimo y a partir de allí vinieron los errores como el de Ricardo Osorio y por lo tanto la derrota.

El gol era ilegítimo (como lo fue el del Chicharito Hernández ante Francia), pero los culpables de nuestras derrotas siempre son los otros, el destino o simplemente “nos tocó perder”. La verdad es que cualquiera puede sufrir una injusticia, todos la hemos sufrido, pero no por eso se puede o se debe dejar de luchar, de buscar un objetivo. Cualquier juez se puede equivocar, con buenas o malas intenciones, pero eso no es lo que determina, en última instancia una derrota. México quedó eliminada del mundial porque no supo imponerse a Sudáfrica en el primer partido (y hablando del destino si en ese juego hubiera entrado el cabezazo que pegó en el palo del conejo Pérez en el último minuto hubiéramos quedado eliminados en la primera ronda) y luego no jugó a ganar contra Uruguay; porque muchos jugadores no estuvieron a su verdadero nivel (o ese es su verdadero nivel); porque Javier Aguirre apostó desde el principio (¿se recuerda el caso de Jonathan Dos Santos y cómo el técnico prefirió al Bofo Bautista por encima del joven del Barcelona?) por los viejos y cometió muchos errores en las alineaciones y los cambios; porque México resultó inferior a algunos de sus rivales, sobre todo en mentalidad y no tuvo la ambición suficiente como para buscar ser primero en su grupo y evitar a los más fuertes. El árbitro con su mala decisión contribuyó a la eliminación, es indudable. Pero iban 25 minutos de juego y apenas estaban uno a cero ¿cómo explicar los 65 minutos restantes de confusión y apatía y todo lo que sucedió entonces?

Pero lo que vemos en el futbol sirve para justificar todo: en 2006 López Obrador, dicen sus seguidores, perdió porque los jueces en el tribunal electoral no lo apoyaron. No es verdad pero no importa: López Obrador perdió porque cuando tenía una enorme ventaja se volvió cada vez más intolerante y duro; porque dijo aquello de “cállate chachalaca”; porque no fue al primer debate; porque no quiso dar entrevistas a los medios que no eran sus amigos; porque no quiso ir con los empresarios; porque se equivocó radicalmente en su campaña. No perdió por las decisiones del IFE o del Tribunal Electoral.

La administración Calderón no puede comunicar a la sociedad sus propuestas y muchos en ella consideran que es por esa suerte de jueces que son los medios. La comunicación gubernamental no está funcionando bien, eso todos los sabemos, pero el problema no son los medios: no se ha sabido trasmitir el mensaje; no se han podido explicar muchas medidas; en el terreno de la seguridad faltan voceros o los que hay no cumplen cabalmente con su función y las divisiones internas, reales o ficticias, parecen estar distorsionando aún más ese mensaje. Los medios seguramente cumplimos, como el árbitro italiano, un papel en esa mala percepción social, pero no somos los únicos responsables. Los medios podrán haberle exigido justa o injustamente a Aguirre que quitara a Franco y pusiera al Chicharito sin entender las razones del Vasco, pero la decisión de mantener a uno o quitar al otro fue de éste, no de los medios.

Y lo mismo ocurre en el poder y en la política. El domingo hay elecciones y ya hay dirigentes partidarios que en los hechos ya están responsabilizando del resultado a su propio árbitro italiano. El problema con las coartadas, como lo es el error del árbitro, es que impiden tomar decisiones que expliquen los fracasos. Si todo se debió a un error arbitral o al destino (el karma dirán algunos) ¿para qué cambiar?¿para qué aceptar responsabilidades? ¿para qué ver qué es lo que no está funcionando?. Y esas son las preguntas que nunca nos queremos hacer ni responder. Pinche árbitro.

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