PAN-PRD: alianzas y lastres
Columna JFM

PAN-PRD: alianzas y lastres

En sectores del gobierno federal, y en las dirigencias del PAN y del PRD han quedado tan satisfechos por los resultados de las alianzas electorales en Oaxaca, Sinaloa y Puebla que están pensando seriamente no sólo en la opción del 2011 para el estado de México (demasiado obsesionados en la persona de Peña Nieto) sino también, aunque para muchos parezca a un sueño guajiro, en la presidencial del 2012.

En sectores del gobierno federal, y en las dirigencias del PAN y del PRD han quedado tan satisfechos por los resultados de las alianzas electorales en Oaxaca, Sinaloa y Puebla que están pensando seriamente no sólo en la opción del 2011 para el estado de México (demasiado obsesionados en la persona de Peña Nieto) sino también, aunque para muchos parezca a un sueño guajiro, en la presidencial del 2012. El único problema es que cualquiera de esas alianzas sólo resultan funcionales con base en un candidato idóneo para esos partidos: la alianza en sí misma lo único que logra es potenciar una candidatura individual, pero los partidos no concitan ese respaldo, no les alcanza para ganar. Más aún: si se parte de buscar a alguno de sus militantes como una forma de imponerle o negociar con su “aliado” la candidatura común, la misma se frustra. En todos los casos las alianzas funcionaron sobre la base de un candidato llegado de una u otra forma de afuera.

Pero, además, se deben deshacer previamente de los enemigos internos de las mismas. El enésimo destape de López Obrador el domingo tiene, entre otros, ese objetivo: mostrar desde un inicio que tratará de reventar no sólo la candidatura de Marcelo Ebrard, sino cualquier posibilidad de una alianza con el PAN, restando de ella a una parte de las fuerzas de izquierda. El siguiente paso del tabasqueño pasará por tratar de quitarle antes de fin de año la dirigencia del partido a la corriente de Jesús Ortega. Si lo logra, la posibilidad de acuerdos entre el PRD y el PAN para el 2011 serán escasas y para el 12 inexistentes. Que nadie dude que López Obrador será candidato.

Es verdad que en todo este proceso ganó más el PAN que el PRD, fortaleció posiciones y le dio oxígeno y hasta estrategia electoral a futuro al gobierno federal, pero tampoco el PAN se ha podido escapar de los límites que le ocasionan esos acuerdos. Los cambios en el equipo presidencial fortalecen la presencia del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, como se ha dicho, pero sobre todo mantienen, al estilo del presidente Calderón, basado en la amistad y las lealtades personales, el control sobre la estructura gubernamental y el partido. Ahora viene la etapa más dura que es cumplir con los objetivos planteados. En términos políticos los desafíos son dos y resultan evidentes: existe distancia con todo un sector del priismo que será muy difícil acortar y eso se pondrá de manifiesto en temas presupuestales y de seguridad, pero también en acciones u omisiones políticas, como en el caso del huracán Alex. Al mismo tiempo, no hay ninguna garantía de que con el PRD se pueda establecer una agenda legislativa común, y aún así, no les alcanzaría para imponerla en el congreso. En el PAN deberán decidir qué hacer con sus adversarios internos más duros.

Están en la mesa las expulsiones de Manuel Espino, ex dirigente nacional, muy ligado a Vicente Fox, y también las del todavía gobernador de Aguascalietnes, Luis Reynoso y la del ex alcalde de Monterrey, Adalberto Madero. Los dos últimos tendrían que haber sido separados del PAN hace tiempo, el gobernador porque claramente trabajó para apoyar la candidatura de otro partido; el ex alcalde lisa y llanamente por corrupción en la función pública. En el caso de Espino las cosas se complican: ¿debería la dirigencia del PAN expulsar a un ex presidente nacional porque no está de acuerdo con la línea, acertada o no, que llevan sus sucesores?¿tienen elementos que demuestren que hay acciones en contra del PAN que vayan más allá de esos desacuerdos?. Esas son las preguntas que deberían hacerse, porque sin respuestas claras pueden provocar una estampida interna de consecuencias graves hacia el futuro: ahí está el caso de Gerardo Buganza boicoteando la candidatura de Yunes en Veracruz. Porque no todos en el PAN están muy satisfechos con las alianzas, por buenas o malas razones, y si éstas continúan en el futuro podrán acercar triunfos pero también reducirán los espacios y las posiciones a compartir con la propia militancia. Y a la hora de gobernar una cosa será Gabino Cué y otra, por ejemplo, Mario López Valdez. Lo cierto es que si deciden seguir por la misma ruta, tanto el PAN como el PRD tendrán que hacer ajustes internos que, inevitablemente, implicarán soltar lastre.

La carta de Diego

El método, la carta, las fotos, la forma de presionar, hasta los argumentos presentados. Todo es igual en el secuestro de Diego Fernández de Cevallos que en el de Alfredo Harp Helú en 1994. Demasiadas coincidencias. ¿Son los mismos operadores aunque ahora se llamen diferente?

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil