Las apuestas de Marcelo
Columna JFM

Las apuestas de Marcelo

Creo que en nuestra llamada izquierda, pese a que cada vez tenga menos rasgos reales de ésta (la oposición aunque sea radical no implica que tenga un contenido izquierdista y en el PRD, y más aún en el PT y Convergencia, lo que estamos viendo es una suerte de regreso hacia fórmulas populistas y nacionalistas, tipo Chávez), la figura más interesante es Marcelo Ebrard. Con el jefe de gobierno capitalino se podrá o no estar de acuerdo, pero es un político sensato y que tiene una visión de futuro del país que trata de escaparse, no siempre lo logra y menos lo dice explícitamente, pero sí creo que esa es su convicción, de ese populismo que aqueja a su partido.

Creo que en nuestra llamada izquierda, pese a que cada vez tenga menos rasgos reales de ésta (la oposición aunque sea radical no implica que tenga un contenido izquierdista y en el PRD, y más aún en el PT y Convergencia, lo que estamos viendo es una suerte de regreso hacia fórmulas populistas y nacionalistas, tipo Chávez), la figura más interesante es Marcelo Ebrard. Con el jefe de gobierno capitalino se podrá o no estar de acuerdo, pero es un político sensato y que tiene una visión de futuro del país que trata de escaparse, no siempre lo logra y menos lo dice explícitamente, pero sí creo que esa es su convicción, de ese populismo que aqueja a su partido. Lo mejor de Marcelo en este sentido es que en realidad es un liberal progresista y cree en esas políticas, aunque tenga que moverse en los intrincados pasadizos ideológicos y de intereses de su partido. Tiene además un mérito que nunca tuvo su antecesor en el cargo: con acuerdos y diferencias, siempre se puede hablar con Ebrard, incluso en un ambiente de divergencias profundas.

En el PRD, López Obrador detonó los acuerdos y adelantó los tiempos de la búsqueda de la candidatura presidencial de su partido. Lo hizo porque sabía que si no lo hacía iría quedando fuera de la jugada política, porque viene la sucesión en el propio partido y porque fue uno de los que no apostó por las alianzas y éstas salieron relativamente bien. Pero también es conciente de que al PRD como tal no le fue bien: que perdió Zacatecas y Tlaxcala y que su fuerza está menguando. Lo obligó a Ebrard, con su movimiento, a entrar en un proceso sucesorio que el jefe de gobierno hubiera preferido asumir más adelante.

Y Ebrard ha comenzado a realizar sus propios movimientos. Tiene que tener un equipo suyo y de sus aliados. Martí Batres y Armando Quintero, responsables de dos de las carteras de donde fluye mayor cantidad de recursos al lopezobradorismo, la de Desarrollo Social y la de Transportes, tendrán que salir de su gabinete. Se esperaba que en lugar de Martí entraría Mario Delgado, el muy eficiente secretario de finanzas de Ebrard, pero Mario fue enviado finalmente a la secretaría de Educación. Para muchos tendrá menos espacios que en Desarrollo Social pero se olvida un punto nodal: no sólo educación es un área estratégica en recursos, gente y posibilidades de operación y exposición pública sino también que Elba Esther Gordillo, con todo lo que implica (y sino que le pregunten a Rafael Moreno Valle) siempre ha mostrado simpatía por Ebrard y su gente. Esa designación confirma que la principal carta de Marcelo para sucederlo en el DF es Mario Delgado. Pero nadie debería olvidar que allí hay muchos tiradores.

Uno de sus hombres de confianza, René Cervera, se encargará, en los hechos de iniciar desde ya la precampaña de Ebrard desde una fundación privada y allí se incorporarán sus principales colaboradores. En ese acto estuvo presente y no podía ser de otra manera, Manuel Camacho. En lugar de Cervera, como jefa de la oficina del jefe de gobierno, se incorporó, ya estaba trabajando con Marcelo y mantienen una relación de amistad y profesional desde hace años, la periodista Marcela Gómez Zalce. La lealtad de Marcela hacia su ahora jefe es tan indudable como su capacidad. Mi muy estimada amiga tendrá que cuidar sólo su carácter en esa posición tan delicada, no vaya a convertirse en una PatyFlo.

Pero lo cierto es que, con todo esto, Marcelo ya está en la búsqueda de la candidatura presidencial. No será fácil porque salvo que ocurra algo muy extraño, López Obrador no abandonará sus aspiraciones. No se ve al ex candidato renunciando a volver a serlo. Y todos saben que si llega a dividirse la votación de esa corriente política sus posibilidades, de por sí escasas de llegar a la presidencia, desaparecerían. Pero existe una diferencia fundamental en todo esto: para López Obrador el único destino posible es la candidatura presidencial. Para Ebrard ese es un objetivo, pero sabe que si por alguna razón no puede obtenerlo, se puede quedar con dos posiciones claves y sexenales: la jefatura del gobierno del DF y el virtual liderazgo de su partido en el senado, ambas a partir del 2012 hasta el 2018. Y en ninguna de esas posiciones tendría que sobrellevar el peso muerto que tiene que cargar ahora…o por lo menos será un peso bastante menor con bases suyas ya mucho más sólidas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil