Las razones de Fox, los errores de Ortega
Columna JFM

Las razones de Fox, los errores de Ortega

Apenas ayer decíamos que el presidente Fox debía explicarnos porqué durante su gestión no impulsó las medidas que ahora propone en término de legalización de drogas. El ex mandatario en una entrevista con Carlos Loret de Mola dijo que no lo había hecho porque durante su gobierno no había ni los niveles de consumo ni de violencia que hay ahora.

Apenas ayer decíamos que el presidente Fox debía explicarnos porqué durante su gestión no impulsó las medidas que ahora propone en término de legalización de drogas. El ex mandatario en una entrevista con Carlos Loret de Mola dijo que no lo había hecho porque durante su gobierno no había ni los niveles de consumo ni de violencia que hay ahora. No es verdad: el consumo de drogas en México viene elevándose de forma sistemática desde 1994, y la violencia como ahora la conocemos comenzó en el 2005. Y por lo menos en los dos últimos años de la administración Fox el tema salió de la agenda central del presidente, pese a que fue cuando comenzaron las decapitaciones y la guerra abierta entre los cárteles. Es un dato cierto, como lo recordó Genaro García Luna en la reunión con líderes partidarios, que durante el sexenio pasado la Policía Federal no detuvo un solo capo importante del narcotráfico. Sí hubo detenciones pero éstas se dieron, sobre todo, en las áreas que controlaban entonces la PGR, vía José Luis Santiago Vasconcelos (y con García Luna como director de la AFI) con el apoyo y la operación de cuerpos especializados del ejército mexicano. Pero en esos años, la PF no apareció en la lucha contra el narcotráfico.

La explicación de porqué no aplicó Fox esas medidas que ahora propone puede provenir de otros ámbitos. Recordemos que el presidente Fox envió al congreso una iniciativa para determinar los máximos permisibles, la cantidad de droga que un  eventual consumidor podría poseer sin caer en el delito de trafico de estupefacientes. Esa reforma la cabildeó el ejecutivo federal en ambas cámaras, particularmente en el senado y directamente con quien era entonces su líder (y también un precandidato presidencial con el cual el PRI hubiera podido tener otra suerte en el 2006) Enrique Jackson. El sinaloense se comprometió con Fox a sacar adelante la iniciativa y logró que se aprobara, no sin presiones en ambas cámaras y se envió a Los Pinos para que se publicara. Pasados algunos meses, extrañado por la falta de publicación de la reforma, Jackson pidió una cita con el presidente Fox y le preguntó  qué estaba pasando. Dice Jackson que Fox le contestó con una sonrisa: “querido senador fíjate que me habló Bush, molesto y contrariado porque le habían informado que el gobierno mexicano pretendía legalizar las drogas en  su  territorio” y evidentemente Fox se comprometió a que esa iniciativa, que él mismo había enviado, no pasara. La ley, con cantidades máximas para el consumo diferentes a la aprobada en el sexenio anterior, fue aprobada y promulgada en éste.

O sea que no es verdad que en la administración Fox no se avanzó en la propuesta de legalización porque “no había los índices de consumo y de violencia actuales”, sino porque el gobierno estadounidense se oponía y si no hay una acción concertada entre los dos países, por lo menos, la legalización de la marihuana, que es de lo que en realidad se está hablando, no es viable. Por eso habrá que estar muy atentos a ver cómo se vota el referéndum sobre la legalización que se someterá a votación el 2 de noviembre en California.

Pero lo que resulta indiscutible es que la legalización no derrota al crimen organizado. En la reunión con el presidente Calderón, Jesús Ortega, defendiendo la legalización equivocó por completo su argumentación. Aseguró Jesús que no fue Elliot Ness el que derrotó a la mafia en los años 30 sino el fin de la ley seca, de la prohibición de la venta de alcohol. Son demasiados errores en una sola línea: primero, Elliot Ness y su grupo hicieron su parte al detener a algunos de los principales capos de ese entonces (nada menos que Al Capone y otros) y romper la corrupción policial en Chicago. Segundo, el fin de la ley seca no derrotó a la mafia. Hasta el día de hoy la mafia sigue operando. Es más su época de esplendor fue entre los años 50 y principios de los 60. Si no se quiere hacer un estudio bibliográfico más extenso el dirigente del PRD simplemente tendría que ver El Padrino. La mafia no desapareció, cambió de giro: prostitución, apuestas, venta de protección, venta de drogas, robos, contrabando. Lo hacía entonces, lo hace ahora. Lo mismo sucederá en México: ¿o alguien cree que la lucha entre las pandillas de los Aztecas y los Artistas Asesinos concluirá en Juárez con la legalización de la marihuana?

No nos engañemos ni engañemos a la gente. El debate de la legalización de la marihuana debe darse, con todos los grises del tema creo que tiene aspectos muy benéficos y otros cuestionables. Pero no tiene nada que ver con la crisis de seguridad: que se definirá actuando sobre el modelo policial, sobre la reforma a los ministerios públicos y el sistema de justicia. Nada más, nada menos.

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