¿Cuándo se jodió Nuevo León?
Columna JFM

¿Cuándo se jodió Nuevo León?

Una de las mejores novelas de Mario Vargas Llosa comienza preguntándose “¿cuándo se jodió el Perú?”. Luego del secuestro y asesinato del edil de Santiago, Edelmiro Cavazos inevitablemente debemos preguntarnos cuándo se jodió Nuevo León. ¿Qué sucedió en ese estado, el más próspero, el hasta hace relativamente poco tiempo, más tranquilo y seguro del país, para que estemos viviendo una situación caracterizada por asesinatos, secuestros, levantones, bloqueos, tiroteos en plena ciudad de Monterrey?

Una de las mejores novelas de Mario Vargas Llosa comienza preguntándose “¿cuándo se jodió el Perú?”. Luego del secuestro y asesinato del edil de Santiago, Edelmiro Cavazos inevitablemente debemos preguntarnos cuándo se jodió Nuevo León. ¿Qué sucedió en ese estado, el más próspero, el hasta hace relativamente poco tiempo, más tranquilo y seguro del país, para que estemos viviendo una situación caracterizada por asesinatos, secuestros, levantones, bloqueos, tiroteos en plena ciudad de Monterrey?

La historia viene de muy atrás y está marcada por la confianza de una sociedad en que no podía contagiarse, por su propia prosperidad y sus valores, de la violencia que estaba azotando al resto del país. En el año 2001 publiqué el libro El otro poder (Aguilar). Hicimos una presentación en Monterrey. Como se dice en el libro, en esa presentación explicamos cómo estaba penetrando el narcotráfico en la ciudad y porqué la presencia de las familias de los principales capos aunado a un mercado creciente de consumo de drogas, terminarían convirtiendo la ciudad y el estado en un territorio en disputa entre los cárteles del narcotráfico. En esos días me reuní con el entonces gobernador Fernando Canales Clariond. Platicamos del tema, me dijo que estaba equivocado: que sí había familias de narcos en la ciudad pero que era un fenómeno controlado. Un par de años después, ya con Fernando como secretario de economía de Vicente Fox, volvimos a abordar el tema y seguía pensando que en el estado no debería haber problemas. En esos años, cada vez que me tocaba ofrecer una plática en el estado, los empresarios estaban preocupados por la seguridad en el país y siempre preguntaban cómo hacían para que la violencia no llegara a su entidad. Cuando decíamos que el fenómeno, como el huevo de la serpiente, ya había anidado allí, no parecían creer en esa posibilidad.

Los marxistas hablan de la transformación de la cantidad en calidad, de cómo una acumulación de hechos en determinado momento transforman un fenómeno social, lo colocan en otro estadío, la cantidad se transforma en calidad. Eso ocurrió en Monterrey entre el 2003 y el 2005, cuando se dejó penetrar en el estado, en medio de una guerra entre el cártel de Sinaloa y el del Golfo, que ya había mostrado los primeros visos de enorme violencia, a los Zetas, entonces sicarios de Osiel Cárdenas. Hubo cambio de presidentes municipales y sus jefes de seguridad comenzaron a corromperse. Ahí comenzó la violencia, la penetración abierta de los cárteles en los cuerpos policiales y de seguridad. El problema se profundizó mucho más cuando el cártel de Sinaloa se divide y comienza el enfrentamiento de los aliados del Chapo Guzmán con los grupos de los Beltrán Leyva, que a su vez se habían asociado con los Zetas. Pero para entonces el problema era mayor, porque no sólo estaban penetrados los cuerpos de seguridad, desde ese momento, comenzó el ajuste de cuentas entre los ex aliados, dentro y fuera de los cuerpos policiales. Un hecho paradigmático fue el asesinato del director de la Agencia Estatal de Investigación Marcelo Garza y Garza, un hombre honesto, en pleno San Pedro, cuando se dirigía a la iglesia de Fátima. Fueron los años, de la intimidación y las amenazas a funcionarios, de los muertos diarios, del imperio de Edgar Valdez Villareal, la Barbie, que desataron una violencia que, desde entonces, no ha hecho más que crecer.

Y ha crecido porque no se han tomado las medidas de fondo que se requerían. Los bloqueos de hoy fueron precedidos por los que realizaban los tapados, pandilleros de las colonias populares reclutados por grupos del narco. Las policías municipales, todas, hace tiempo que están colapsadas y han llegado al grado de enfrentarse con armas en la mano a las fuerzas federales. El gobernador Rodrigo Medina tenía decidido desde su campaña electoral unificar las policías, transformarlas, y colocarlas bajo un mando único. Luego de asumir el gobierno, la IP local trabajó con el gobierno para establecer mecanismos de coordinación e incluso de financiamiento para avanzar en un esquema de ese tipo, incluyendo una activa participación de las fuerzas federales mientras se reconstruían las locales. Hay grupos y comités funcionando, pero no se terminan de sacar adelante, un año después, esas iniciativas. Y mientras tanto continúa el deterioro. A Edelmiro Cavazos, dicen los investigadores, lo secuestraron y mataron narcotraficantes, pero con la activa colaboración de miembros de su propia policía municipal. ¿Qué esperan el gobierno federal y el local para tomar las medidas necesarias para que Monterrey y con ella Nuevo León, no se siga hundiendo?

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