Veracruz, entre el pasado y el futuro
Columna JFM

Veracruz, entre el pasado y el futuro

El operativo que anoche decidieron lanzar el gobierno federal y el del estado de Veracruz para atacar la creciente violencia que se ha registrado en esa entidad servirá para recuperar la seguridad pero también para colocar en un contexto mucho más amplio lo que allí está sucediendo. Es también una reacción oportuna para frenar un proceso que, como ya hemos visto en otros estados, si no es atacado a tiempo sólo puede empeorar.

El operativo que anoche decidieron lanzar el gobierno federal y el del estado de Veracruz para atacar la creciente violencia que se ha registrado en esa entidad servirá para recuperar la seguridad pero también para colocar en un contexto mucho más amplio lo que allí está sucediendo. Es también una reacción oportuna para frenar un proceso que, como ya hemos visto en otros estados, si no es atacado a tiempo sólo puede empeorar.

En Veracruz la penetración de los Zetas comenzó a manifestarse con claridad desde el sexenio pasado, en la administración de Fidel Herrera. Aumentaron en forma dramática las extorsiones, los secuestros, los robos, pero según el gobierno local no pasaba nada, las cosas estaban tranquilas y en orden. No era así, el grado de violencia poco trascendía porque existía una hegemonía muy clara de uno de los cárteles en disputay no había demasiado interés en divulgarla. Eso se trastocó por dos hechos simultáneos: el cambio de administración local y la ruptura definitiva entre el cártel del Golfo que se alió con la organización del Pacífico liderada por Joaquín el Chapo Guzmán, con sus antiguos socios de los Zetas. En la misma media en que los del Golfo fueron recuperando espacios en Tamaulipas y se fue transformando la situación de seguridad en ese estado, los Zetas comenzaron a necesitar hacerse más fuertes en Veracruz (y en Tampico). El cambio de administración local y la decisión del gobernador Javier Duarte de combatir a los grupos criminales (porque Duarte ha cometido errores en este proceso, como el caso de los twiteros detenidos y otros, pero lo que no está en debate es que sí quiere recuperar la seguridad en el estado), exhibió el modelo de protección que se había generado.

La distancia política de Duarte con Herrera creció en la misma proporción en que Herrera quiso seguir manteniendo influencia en la administración de su sucesor y también en la misma medida en que se exhibían los rezagos que había dejado esa administración, sobre todo en el muy delicado tema de la seguridad y de la protección de las fuerzas locales al crimen organizado.

El tema estalló cuando se arrojaron 35 cuerpos en plena Boca del Río, a unas horas de que comenzara la reunión de procuradores de la entidad. Había, en realidad comenzado semanas atrás, cuando a los hechos de violencia, entre ellos el asesinato de dos periodistas, se sumaron todo tipo de rumores desestabilizadores sobre ataques a escuelas, instalaciones, población civil. Se acentuaba también en la misma medida en que se marcaban las definiciones políticas transexenales. No creo en los fantasmas, pero que los hay, los hay. No creo tampoco en las grandes conspiraciones, creo que se subestima, como decía Adolfo Bioy Casares, la estupidez, pero no podemos ignorar que los grupos del crimen organizado y quienes los patrocinan o preteguen también juegan a la política.

Con el acuerdo que se firmó ayer, en Veracruz comenzará un proceso difícil pero imprescindible: la recuperación de la seguridad pero también la reconstitución de las fuerzas de seguridad locales, estatales y municipales: un estado como Veracruz, uno de los más grandes y fuertes económicamente del país, apenas tiene cuatro mil policías estatales y las fuerzas municipales están, por lo menos, permeadas por el crimen. Es un estado con límites con otras ocho entidades de la república, que tiene centenares de kilómetros de litorales, y tiene el principal puerto del país. Es la principal conexión entre el sur y el norte del país. Se requiere una verdadera estrategia de seguridad que trascienda la coyuntura y que sólo puede surgir de acuerdos profundos, de fondo, entre las autoridades federales y estatales, con un involucramiento cada vez mayor de las municipales. Incluso, como ha quedado establecido en el acuerdo firmado ayer, se necesita, por las características propias de Veracruz, de una colaboración diferente y diferenciada, entre el ejército, la marina y la policía federal.

En el terreno local no se necesita cambiar a las policías, se requiere crear nuevas policías. Pero también se necesita de funcionarios más jóvenes en ciertas áreas estratégicas de seguridad más comprometidos con el futuro que con el pasado, y de un esquema de toma de decisiones diferente en muchos sentidos.

Estados como Nuevo León, como Tamaulipas, como Chihuahua, ahora como Veracruz, tienen todo el potencial para salir adelante en esta crisis de seguridad que se vive en forma global y local. Pero eso sólo se logrará con esfuerzo, pero también asumiendo que el desafío es de la misma magnitud que la crisis y que los tres niveles de gobierno y los tres poderes de la Unión deben comprometerse en sacarla adelante.

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