Michoacán o Oaxaca II
Columna JFM

Michoacán o Oaxaca II

Dicen que la historia se repite, una vez como tragedia y luego como comedia. Pero en esta ocasión, no hay margen para la comedia: lo que está ocurriendo en Michoacán es la repetición, casi puntual, de lo sucedido hace poco más de seis años en Oaxaca, hasta muchos de los actores son los mismos.

Dicen que la historia se repite, una vez como tragedia y luego como comedia. Pero en esta ocasión, no hay margen para la comedia: lo que está ocurriendo en Michoacán es la repetición, casi puntual, de lo sucedido hace poco más de seis años en Oaxaca, hasta muchos de los actores son los mismos.

Si hace seis años los maestros de la sección 22 recibieron el apoyo militante de la sección 18, ahora es al revés, los oaxaqueños corren en apoyo de los michoacanos. Los dos tienen fuerzas y reservas para mucho tiempo: son las dos secciones magisteriales con mayor número de comisionados en todo el país. Son las dos únicas también que tienen un control casi absoluto de las autoridades educativas en cada uno de esos dos estados. Tienen, también una fuerte relación con los grupos más violentos de las entidades y del país, y en el caso michoacano incluso con grupos de los llamados Caballeros Templarios, de la Tuta.

Lo que ha ocurrido en los últimos días en Michoacán no tiene sentido. Los manifestantes que han cometido todo tipo de actos vandálicos, han pasado de reclamar la eliminación en los planes de estudio de los maestros del inglés y la informática a exigir la renuncia del gobernador Fausto Vallejo. El gobierno del estado se ha equivocado también al subestimar el movimiento inicial de estos grupos, un movimiento que comenzó por una muy sencilla razón: se cortaron los cuantiosos recursos que desde la administración de Leonel Godoy fluían hacia estos grupos y sus dirigentes. Pensaron que demorando las cosas el conflicto iría decayendo pero sucedió exactamente lo contrario y cuando decidieron recuperar las normales (no tanto por las instalaciones en sí sino porque allí se amontonaban los carros, los camiones de pasajeros, los trailers, los vehículos oficiales que habían secuestrado los dizque normalistas, configurando una situación de notable impunidad), la respuesta fue la violencia. El gobierno de Fausto Vallejo cayó en la provocación porque no supo medir el desafío ni a quienes tenía enfrente.

Lo mismo sucedió hace poco más de seis años en Oaxaca, algunos actores y sobre todo las circunstancias son diferentes, pero la lógica es exactamente la misma. En Oaxaca existía la certidumbre en muchos sectores de que les habían robado la elección de gobernador; en el ámbito del priismo el gobernador saliente José Murat estaba distanciado con su sucesor, Ulises Ruiz y el primero financiaba a los que intentaban desestabilizar al segundo. Ulises se equivocó en la utilización del uso de la fuerza y los grupos radicales pusieron un cerco que duró meses en torno a la capital oaxaqueña con un alto costo social y político. Eso es lo que intenta hacer ahora en Michoacán. Sería imperdonable que las autoridades lo permitieran.

Aclara Sarukhán

Decíamos el miércoles que nunca se había pedido la extradición de los agentes de seguridad estadounidenses que han cometido delitos contra mexicanos en territorio nacional. Mi muy estimado Arturo Sarukhán, que ha cumplido una excelente labor como embajador de México ante Washington, nos escribe para decirnos que  no es así. En el caso Hernández Guereca en El Paso, el gobierno mexicano no sólo pidió la extradición, sino que informó mediante boletines de prensa que se había procedido a pedirla. El gobierno de EU negó la solicitud de extradición con el argumento de que la investigación interna del Departamento de Justicia no había encontrado motivos para sancionar al agente. En los demás casos efectivamente no se han pedido extradiciones porque a diferencia del caso de El Paso donde a través de un soplón averiguamos el nombre del agente, en los demás casos registrados no contamos con los nombres de los agentes porque evidentemente la Patrulla Fronteriza los mantienen confidenciales en tanto todos ellos han sido objeto de investigación por parte del FBI. Como creo q comprenderás, está canijo someter una solicitud de extradición sin contar el nombre del individuo”. Estamos de acuerdo Arturo.

Amigos y descalificaciones

Desde hace muchos años, Pablo Hiriart, Javier Lozano y Juan Ignacio Zavala, han sido, son, amigos cercanísimos de un servidor, una amistad que ha traspasado sexenios, coincidencias y diferencias en el desarrollo de nuestro trabajo. Comprendo y comparto que exista distancias, puntos de vista encontrados y discusiones fuertes entre cualquiera de nosotros. Pero la descalificación personal, sobre todo vista entre tres de mis mejores amigos, en verdad duele y no tiene sentido. No sé si las posiciones de Pablo en torno a la reforma laboral son las más acertadas, no importa, en esto siempre hay grises. Lo que sí sé es que Pablo Hiriart es uno de los profesionales más coherentes, más claros, más transparente que conozco. No es justo atacar puntos de vista con descalificaciones. Para los tres un gran abrazo.

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