Peña: el momento del poder
Columna JFM

Peña: el momento del poder

La estrategia fue la misma pero sólo cambió de lugar: pasó del recinto legislativo de San Lázaro, que hace seis años tenía sus puertas cerradas con cadenas, con bombas molotovs dentro del recinto y con grupos realizando todo tipo de agresiones, a las calles del centro de la ciudad, donde grupos de provocadores que se identificaron como el 132 o como anarquistas y que simplemente son provocadores, trataron de ensuciar y llevar al límite de la violencia una transferencia de poderes que, por otra parte, se realizó con ejemplar civilidad. Que nadie se engañe: es la política y la estrategia del Morena, del lopezobradorismo, reflejada en la constante búsqueda de la víctima, del muerto del gobierno represor que escenificó sin ningún pudor en tribuna Ricardo Monreal.

La estrategia fue la misma pero sólo cambió de lugar: pasó del recinto legislativo de San Lázaro, que hace seis años tenía sus puertas cerradas con cadenas, con bombas molotovs dentro del recinto y con grupos realizando todo tipo de agresiones, a las calles del centro de la ciudad, donde grupos de provocadores que se identificaron como el 132 o como anarquistas y que simplemente son provocadores, trataron de ensuciar y llevar al límite de la violencia una transferencia de poderes que, por otra parte, se realizó con ejemplar  civilidad. Que nadie se engañe: es la política y la estrategia del Morena, del lopezobradorismo, reflejada en la constante búsqueda de la víctima, del muerto del gobierno represor que escenificó sin ningún pudor en tribuna Ricardo Monreal.

La nueva administración deberá tomar en cuenta, registrar, la provocación. Porque lo que busque es romper la percepción de que se puede cambiar las cosas, que se pueden, como se dijo, romper mitos y paradigmas. El mayor enemigo que pueden tener esas oposiciones radicales es una agenda de cambios, un programa real contra la pobreza y una propuesta de unidad, una mano abierta a sus propios adversarios. Y eso es lo que propuso, en apretada síntesis, el presidente Peña Nieto en su toma de posesión.

Más allá del respeto de las formas, del contenido de las ceremonias, de las anécdotas, lo cierto es que el eje de lo propuesto por Peña Nieto el primero de diciembre se puede sintetizar en pocas líneas: un fuerte programa social, donde destaca, sobre todo, la llamada contra el hambre, un concepto muy similar al que aplicó al inicio de su gobierno el presidente Lula en Brasil (que a su vez había tomado elementos de Solidaridad y de Oportunidades para diseñarlo) combinado con un fuerte impulso a la inversión, el comercio y la producción, en una sociedad económicamente abierta. Lo interesante de todo esto es que se comprometió a hacerlo presentando un presupuesto con déficit cero, o sea sin endeudarse. El esquema luce impecable desde ese ángulo pero requerirá un esfuerzo de imaginación política muy importante.

Pero en todo ello quedaría pendiente un capítulo central: qué hacer con la seguridad. Peña Nieto no fue muy explícito sobre el tema, pero la línea que seguirá, más que de los discursos proviene de los nombramientos y las acciones. Las designaciones del general Salvador Cienfuegos en la Defensa y del almirante Vidal Soberón en la Marina Armada de México, implica no desconocer a las actuales cúpulas militares: los dos son hombres que pertenecieron a los más altos niveles de las mismas, que aplicarán seguramente sus propios enfoques, pero conservarán la continuidad estratégica. La llegada de Manuel Mondragón y Kalb le otorgará a la Seguridad Pública una línea más política, de mejor trato con la ciudadanía, pero se debe tomar nota que el doctor Mondragón cuando tomó una policía capitalina en crisis por los hechos del News Divine, no llegó con la intención de comenzar de cero. Trabajó sobre la propia institución, con buena parte de los mismos mandos y elementos, y sobre ellos construyó una policía con más controles y sobre todo más eficiente. Hacer eso a nivel macro, a nivel federal, será difícil, pero lo importante es que no se caerá en la tentación de destruir lo realizado para iniciar algo nuevo. En ese sentido, el que Peña Nieto haya comenzado su discurso en Palacio Nacional dedicado a respaldar las distintas instituciones de la Nación, adquiere otro sentido. Por eso también, aunque para muchos pueda parecer un tema demasiado retórico, la propuesta, que paradójicamente no abonaron en su momento los priistas, de contar con un código penal y de procedimientos penales únicos, puede servir para mejorar el sistema de justicia, para hacerlo más eficiente y abandonar ese nivel de 98 por ciento de impunidad de los delitos denunciados que debería avergonzarnos como sociedad.

Muchas veces hemos dicho que el problema no era, no es la estrategia de seguridad, sino la política de seguridad. Todo apunta a que con las distintas acciones que se emprenderán, se trata de corregir ese error sin arrojar el niño con el agua por la ventana. La lógica de las instituciones de seguridad seguirá operando, pero en un contexto diferente, donde el eje de muchas cosas, terminará pasando, por lo que resulta más novedoso y sugestivo, si se concreta eficientemente, en el principal programa social del nuevo presidente: la Cruzada contra el hambre. Allí hay que poner la mirada.

Acabar con el México de dos velocidades o aprovechar la oportunidad histórica que se nos presenta no es, no puede ser en la actual circunstancia, sólo una suerte de declaración de principios: debe ser un verdadero programa de acción. Y debe serlo más porque realmente tenemos esa oportunidad histórica y no podemos desaprovecharla. Muchos menos perder el tiempo con provocadores.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Salir de la versión móvil