Michoacán está al borde de la ingobernabilidad. Más que cualquier otro estado de la república, pareciera que todo grupo de poder, criminal o político está en posibilidad de imponer sus condiciones al gobierno y a la ciudadanía. Y ahora esa crisis global se instala también en el propio gobierno estatal.
Michoacán está al borde de la ingobernabilidad. Más que cualquier otro estado de la república, pareciera que todo grupo de poder, criminal o político está en posibilidad de imponer sus condiciones al gobierno y a la ciudadanía. Y ahora esa crisis global se instala también en el propio gobierno estatal.
Fausto Vallejo es un político con una larga carrera en el estado. Ser gobernador era su aspiración y la alcanzó aún estando enfermo. Pero su enfermedad, ocultada durante muchos meses, empeoró y tuvo que pedir varias licencias para realizarse un transplante de hígado del que, aparentemente, ha salido satisfactoriamente. Pero no deja de ser un hombre físicamente disminuido, que no está en condiciones de seguir el ritmo que implica gobernar un estado en crisis. Quien fuera su rival interno para la candidatura, luego su secretario de gobierno y hasta ahora, el gobernador sustituto, Jesús Reyna, que no realizó, hay que decirlo, ninguna labor notable en los meses en que estuvo al frente del gobierno, disgustado por el regreso de Vallejo, ha decidido dejar toda responsabilidad en el gobierno. Y ante ello el gabinete y el priismo local están divididos. Mientras tanto Michoacán está tomado por delincuentes, grupos magisteriales, normalistas que vandalizan, roban, secuestran. Y la economía se encuentra al borde de una crisis absoluta.
La mejor descripción de lo que está sucediendo en Michoacán la acaba de publicar la diócesis de Apatzingán, una de las zonas más castigadas por la inseguridad. Dice el documento de la diócesis que “El Estado de Michoacán tiene todas las características de un Estado Fallido. Los grupos criminales: Familia Michoacana, Zetas, Nueva Generación y Caballeros Templarios, principalmente, se lo disputan como si fuera un botín. La Costa: para la entrada de la droga y los insumos para la producción de las drogas sintéticas; la Sierra Madre del Sur y la zona aguacatera: para el cultivo de mariguana y amapola, el establecimiento de laboratorios para la producción de drogas sintéticas y refugio de los grupos criminales. Las ciudades más importantes y todo el Estado: para el trasiego y comercio de la droga, “venta de seguridad” (cuotas), secuestros, robos y toda clase de extorsión”.
Nuestro pueblo de Michoacán, continúa el documento, “tiene años sufriendo las injusticias del crimen organizado que se han recrudecido en los últimos meses. Han aumentado los levantones, los secuestros, los asesinatos, el cobro de cuotas se ha generalizado y familias enteras han tenido que emigrar por el miedo y la inseguridad que se está viviendo. En los últimos días se está obligando a líderes sociales y a las personas en general para que firmen y pidan que el ejército y los federales se vayan de Michoacán y a los comisariados ejidales se les ha amenazado para que vayan ante el Congreso de la Unión a hacer la misma petición. Los gobiernos municipales y la policía están sometidos o coludidos con los criminales y cada vez más crece el rumor que el gobierno estatal también está al servicio del crimen organizado lo que provoca desesperanza y desilusión en la sociedad”.
También habla de la situación de las autodefensas locales: “Son ya 6 municipios que, al ver sus gobiernos municipales vendidos con el crimen organizado y la incapacidad del gobierno federal para restablecer el Estado de Derecho, han tomado la determinación de organizarse para autodefenderse. En estos municipios se expulsaron a los miembros del crimen organizado con lo que se acabaron las cuotas, extorsiones, levantones, secuestros, asesinatos y violaciones. Pero ahora son agredidos constantemente por los Caballeros Templarios que intentan recuperar las plazas perdidas y ahogarlos, dificultándoles la comercialización de sus productos o impidiendo que las pipas de gasolina surtan las gasolineras que se encuentran en esos municipios”.
Desde mayo, agrega el documento de la diócesis, “tenemos la presencia de las fuerzas federales (Policía Federal, Ejército y Marina) con una estrategia para devolver la paz a Michoacán. Su presencia se constata por todas partes, pero hasta la fecha no hemos visto la efectividad de su estrategia porque no se ha capturado a ninguno de los capos principales del crimen organizado, aun sabiendo dónde se encuentran; prácticamente en su presencia se extorsiona, se cobran cuotas, se secuestra y se levanta a personas. Nos llama la atención cómo no han sido capaces de descubrir las casas de seguridad del crimen organizado y hasta la fecha no hayan liberado a nadie cuando se cuentan por decenas las personas levantadas. No obstante les damos el voto de confianza y esperamos tengan el firme propósito de solucionar el problema”.
Es difícil imaginar un diagnóstico más preciso y contundente. Este es el estado que volverá a gobernar un hombre honesto pero disminuido físicamente, que encabezará una administración divida y acosada desde todos los puntos cardinales.