Son días decisivos para la política nacional y en muchos sentidos para el futuro de la economía, del sistema político y de la propia administración Peña. Quedan poco más de la mitad de los 120 días que el propio presidente puso como meta para transformar el país y hasta ahora, en ese sentido, se ha avanzado poco. Pero todas las cartas están sobre la mesa. Y hoy las principales cartas las tiene que jugar el PAN que, con todos sus problemas, se convierte en un factor que puede solucionar las ecuaciones o definitivamente contribuir al desastre global.
Para Lou Reed, el poeta maldito, el cronista del lado oscuro
Son días decisivos para la política nacional y en muchos sentidos para el futuro de la economía, del sistema político y de la propia administración Peña. Quedan poco más de la mitad de los 120 días que el propio presidente puso como meta para transformar el país y hasta ahora, en ese sentido, se ha avanzado poco. Pero todas las cartas están sobre la mesa. Y hoy las principales cartas las tiene que jugar el PAN que, con todos sus problemas, se convierte en un factor que puede solucionar las ecuaciones o definitivamente contribuir al desastre global.
El PAN, o las diferentes fuerzas que conviven hoy en ese partido no se pueden confundir: una cosa es la lucha interna por dirigir en el futuro al blanquiazul y otra jugar con el del país. No pueden caer en la trampa que le están ofreciendo y alguno de sus integrantes, proponiendo. El PAN no puede ir a un acuerdo en contra de las reformas junto con López Obrador sin perder su base. La posibilidad de aliarse con López Obrador en contra de la reforma energética debería ser tan tentadora para el panismo como cortarse un brazo para sanar de una luxación.
El razonamiento debería ser sencillo: la reforma fiscal, como se la quiera calificar, buena, mala, regular (en la opinión pública obviamente ha salido mal calificada), es un producto del acuerdo entre el PRI y el PRD, que contribuyó con varios de los ingredientes que mayor rechazo han causado, justificadamente o no, en ella. El PAN se suicidaría si paga el costo de una reforma que no es suya y que va en contra de lo que ha planteado por años. Pero la reforma energética si es suya: el PAN la ha propuesto desde hace años y lo ha reiterado tanto en el gobierno de Fox como en el de Calderón.
Amarrar la energética a la reforma política tiene lógica legislativa pero no puede ser un ancla que frene el accionar político de un partido: por supuesto que el PAN está en condiciones de sacar provecho de la coyuntura y acordar una buena reforma política, pero debe evaluar hasta donde estirar la liga: no se puede negociar lo que resulta imposible para sus interlocutores…si es que se quiere sacar un acuerdo.
Pero si la forma en que se equilibra esa negociación es discutible, el que todavía se escuche la propuesta de López Obrador de ir junto con el PRD y el PAN en contra de todas las reformas, partiendo de la energética, resulta en los hechos, para el PAN, insensato. No sé cuál será la respuesta del panismo, pero alguien debería recordarle a quienes encabezan a cada uno de sus sectores que fue López Obrador el que frenó cualquier avance o reforma en el sexenio de Felipe Calderón; que fue López Obrador el que nunca reconoció como presidente al propio Calderón, al tiempo que se proclamó a sí mismo como “presidente legítimo”; el que bloqueó la ciudad durante meses para impedir la toma de posesión; el que emprendió todo tipo de campaña de desprestigio contra Fox, Calderón y el PAN; el mismo que antes había decidido que había un complot en su contra porque no quería atenerse a las consecuencias de haber desoído una orden de la Suprema Corte, porque su secretario de Finanzas había sido descubierto jugando miles de dólares en Las Vegas y porque su hombre de mayor confianza, René Bejarano (ahora escudero de Marcelo Ebrard) se robaba millones de pesos para supuestamente pagar las actividades del propio López Obrador. ¿Y resulta que ahora López Obrador le ofrece una alianza al PAN en contra de las reformas que el PAN siempre ha planteado en su agenda, como la energética, y todavía hay quienes piensan que ese acuerdo es viable?
Insisto, no sé cuál será en este terreno la respuesta del PAN (o de los distintos grupos del panismo: el de Madero, el de Cordero, el de Josefina y otros) pero un acuerdo de ese tipo reforzaría, por supuesto a López Obrador, a Morena y a otros grupos, incluso al PRD (aunque cada vez que Morena se fortalece, el PRD se debilita), pero para el PAN significaría la pérdida de toda legitimidad en aras de un pragmatismo que no le genera beneficio alguno.
La ruta para el panismo en estos días no debería ser complicada: en el tema fiscal mantendrá su posición: si no pudo influir en nada no tiene porqué pagar costos que no son suyos; en la política, sabe que puede llegar muy lejos, salvo la segunda vuelta, que para el PRI es intransitable, y aunque la opinión de los expertos es crítica con la propuesta de un Instituto Nacional de Elecciones, lo puede hacer realidad; en la energética, bloquearla sería una tontería, al contrario, su negociación debería ser para elevar el proceso de apertura y acercarlo a su propia propuesta en lugar de cancelar todo. Y a la invitación de López Obrador le debe dar la misma respuesta que éste le dio a los gobiernos panistas durante doce años.