Ni Cuauhtémoc Cárdenas se ha descartado totalmente para dirigir el PRD, ni ese partido se va, por lo menos en lo inmediato, del Pacto Por México. Si bien el viernes Cuauhtémoc había dado a entender que no buscaría volver a la presidencia perredista, lo cierto es que esa posibilidad no está cerrada, como lo demostró el propio congreso perredista al cambiar los estatutos partidarios para permitir la reelección interna.
Ni Cuauhtémoc Cárdenas se ha descartado totalmente para dirigir el PRD, ni ese partido se va, por lo menos en lo inmediato, del Pacto Por México. Si bien el viernes Cuauhtémoc había dado a entender que no buscaría volver a la presidencia perredista, lo cierto es que esa posibilidad no está cerrada, como lo demostró el propio congreso perredista al cambiar los estatutos partidarios para permitir la reelección interna.
El punto es relativamente sencillo de plantear pero difícil de resolver políticamente. Nueva Izquierda tiene con Carlos Navarrete asegurado su triunfo en la contienda interna, pero también está casi asegurada una ruptura con varios grupos que no aceptarían una cuarta (si consideramos el periodo de Acosta Naranjo) reelección consecutiva de dirigentes de Nueva Izquierda. Se trata sobre todo de Marcelo Ebrard pero, más preocupante en esa lógica serían otros grupos menores (el de Carlos Sotelo, Nuevo Sol de Amalia García, incluso un cada vez más disminuido bejaranismo) alguno de los cuales podrían optar por la ruptura y sumarse a la opción que representa Morena.
La única opción de corto plazo en el PRD para evitar ese conflicto y para continuar una línea dialoguista pero al mismo tiempo con mayor autonomía y dureza partidaria, es Cuauhtémoc Cárdenas. Recordemos dos cosas: primero, para cuando se realice la elección interna en el PRD el Pacto estará concluido. Como dijo el propio César Camacho, presidente del PRI, el Pacto tiene fecha de caducidad y será para mediados del año próximo, posiblemente, si no ocurre antes, para cuando concluya el periodo ordinario en abril del 2004. Para esa fecha, la agenda de más de 90 puntos acordada hace un año se tendría que haber concluido, lo mismo que las leyes reglamentarias de muchas reformas en ciernes o ya aprobadas. Para esa fecha se realizará la elección perredista.
El segundo punto tiene relación con ese calendario. Con Pacto o sin él, el PRD mantendrá su línea en contra de la reforma energética: esa es su carta para las elecciones del 2015, no la va a abandonar. Y nadie refleja mejor esa posición que el propio Cárdenas. Un hombre que, además, como es lógico por su trayectoria y por su edad, también está pensando la historia. ¿Con quien iría usted, si fuera del PRD, a luchar por una consulta en contra de la reforma energética, o con quien preferiría competir en unas elecciones presentando como bandera esa oposición?. Dentro del PRD o de la izquierda, incluyendo a López Obrador, nadie representa mejor esa opción que Cárdenas.
Ahora bien. Para aceptar esa posición, Cárdenas tendrá que ser literalmente ungido por el perredismo. Cuauhtémoc, a esta altura de su vida, no irá a una disputa interna en la cual no tenga más que asegurada una muy amplia confluencia en torno suyo. No creo que le preocupe demasiado la oposición de Marcelo Ebrard, con el que nunca tuvo una buena relación, y tampoco pareciera que el ex jefe de gobierno tenga posibilidades reales en esa lucha. Pero de las tradicionales corrientes perredistas sí quiere no sólo tener apoyo sino además un explícito respaldo (como el que se vio en el Zócalo el fin de semana pasado) para lanzarse a la presidencia partidaria. Para eso, es fundamental el papel que jueguen por una parte Nueva Izquierda y por la otra Miguel Angel Mancera.
Nueva Izquierda tendrá que comprender que no pierde, ni remotamente, el control de la estructura del partido (lo que fue evidente en este congreso) si no tiene la presidencia. Sin duda podría desde la secretaría general (incluso mucho más que como lo hizo Jesús Ortega cuando ocupó ese cargo con López Obrador) controlar la operación. Segundo, salvo que ocurra algo muy extraño, es evidente que la opción perredista para el 2018 se llama Miguel Angel Mancera. Es una candidatura que el perredismo tendrá que cuidar pero que difícilmente alguien le podrá disputar al jefe de gobierno capitalino, que además ha logrado hacerse de muchos recursos presupuestales para la ciudad de México para los próximos años, con todo lo que ello representará en obra, programa y presencia. Y en ese tránsito lo más conveniente para todos sería un esquema en el cual Cárdenas sea el presidente del partido, Nueva Izquierda la principal estructura operativa del mismo, y Mancera su potencial candidato presidencial, en un explícito acuerdo entre esos tres sectores, mismo que, simultáneamente, sería benéfico también para las corrientes minoritarias en ese partido. Quienes dicen que Cárdenas sería una vuelta al pasado no comprenden que, para el PRD, esa triada es la verdadera opción para el futuro.
Eso marcaría la lógica. Pero sabemos que ésta no siempre se aplica cuando se habla de política y partidos. Siempre existe en esos ámbitos una inexplicable tendencia a buscar el suicidio.