Este 2013 electoralmente será un año tranquilo. Es verdad que habrá trece elecciones incluyendo la de gobernador en Baja California, pero el primer año del sexenio siempre ha sido, en ese sentido, un espacio para reacomodar fuerzas, lo que permite, también, plantear un agenda legislativa que si no se concreta en esos primeros meses del sexenio luego tiene muchas dificultades para salir adelante. Pero esos reacomodos pueden, también, influir en el futuro de toda la agenda. Las tres últimas administraciones priistas (De la Madrid, Salinas y Zedillo) terminaron teniendo problemas serios en esos meses, precisamente por la irrupción en la agenda, de conflictos derivados de esos procesos electorales.
El primer fin de semana del año fue terrible en la Tierra Caliente de Michoacán. El avión privado en el que se trasladaba el líder de las autodefensas, José Mireles Valverde, junto con otras tres personas desde algún punto de Jalisco hacia Buenavista Tomatlán, se cayó (o fue derribado) en la zona de La Huacana. Uno de los pasajeros, no identificado, murió y Mireles quedó herido, fue trasladado por la Policía Federal a un hospital en el DF. Casi al mismo tiempo, grupos de autodefensa tomaban, luego de enfrentarse a integrantes de un grupo criminal, se supone que de los Templarios, el pueblo de Parácuaro. Al tomar el pueblo detuvieron a una docena de agentes municipales. Se sucedieron distintos enfrentamientos en toda la zona, incluso en uno de ellos murieron emboscados dos militares. Tanto autodefensas como autoridades municipales de Parácuaro han tomado carreteras e incendiado autobuses y trailers, unos para reafirmar su posición y otros para exigir el retiro de las autodefensas.
Al momento de escribir estas líneas la crisis local continúa. El gobierno del estado, a través de una declaraciones del gobernador Fausto Vallejo ha responsabilizado de la situación… a las administraciones pasadas de Felipe Calderón a nivel federal y de Leonel Godoy, en el ámbito local. Es una falta de seriedad (más allá de la valoración que se puede hacer de dos administraciones y de dos formas de hacer y entender la política tan diferentes como las de Calderón y Godoy) responsabilizar a los antecesores de lo que sucede en una entidad en la que se asumió el gobierno hace casi dos años (el 15 de febrero del 2012). Vallejo no es un político improvisado: con una larga trayectoria local, cuatro veces presidente municipal de Morelia, dos veces candidato, si bien ha tenido que sortear un delicado tratamiento de salud, es un hombre que conoce su estado. No puede alegar que le heredaron situaciones cuando, además, resulta obvio que las cosas han empeorado en los últimos tiempos con la violencia y la lucha interna de los grupos criminales y la aparición de las autodefensas.
Ha dicho también el gobernador Vallejo que se deberá implementar una nueva estrategia en materia de seguridad sobre todo en Tierra Caliente. Puede ser, pero las medidas estratégicas que se tienen que adoptar son las de siempre: garantizar seguridad a los habitantes de la zona; desarticular a los grupos criminales; pelear con ellos y con las autodefensas una representatividad social que el gobierno ha perdido simplemente por su ausencia; depurar un sistema político profundamente corrupto, una oportunidad que se perdió cuando no se dejó prosperar el llamado michocanazo.
Paradójicamente lo que hoy se necesita en forma prioritaria es un nuevo michoacanazo: golpe que limpie (o mejor dicho, ante un infección tan extendida, que comience a limpiar) un sistema político que está enfermo de corrupción desde su base. Hace un año, en febrero, cuando cumplía también un año la administración Vallejo, el gobierno federal ordenó una nueva estrategia en Michoacán y dijo que allí se medirían sus resultados. Aquí recordamos entonces que lo mismo había dicho seis años atrás el presidente Calderón con poca suerte. Ahora, salvo un corto periodo inicial, tras la llegada de tropas militares y elementos de la Policía Federal, las cosas no mejoraron. Más tarde se creó un pacto por Michoacán que nunca se ha visto en operación. Ahora el gobernador llama a crear otra nueva estrategia. Y la verdad es que no se necesita una nueva estrategia, se necesita aplicarla, la que sea: lo que se requiere es limpiar un sistema político local que no puede funcionar de esa manera y con esos personajes, porque desde la base hasta la cúpula, tiene innumerables lazos con la delincuencia. En un estado donde ya es hora, de facto o por la vía legislativa, de desaparecer poderes e intervenir desde la federación, con base en un amplio acuerdo político, antes de que las cosas se tornen, sencillamente, inmanejables.
Patricia y Barbosa
Todo un acierto de Miguel Mancera la designación de Patricia Mercado, ex candidata presidencial por Alternativa en el 2006 como secretaria del trabajo del DF. Patricia no sólo será una buena funcionaria sino también representa lo mejor de una izquierda nueva, inteligente, propositiva y que busca trabajar sobre causas no sobre dogmas. Es, además, una designación que le abre nuevos cauces y alianzas al propio jefe de gobierno.
También buena noticia el regreso al trabajo de Miguel Barbosa, el líder de los senadores del PRD, luego de que sufrió, derivado de la diabetes, la amputación de un pie. Se extrañó en el PRD a Barbosa en el debate energético, qué bueno que está de vuelta. Y también lo está López Obrador, en proceso de recuperación del infarto que lo tuvo postrado las últimas semanas. Ayer llamó a “abolir” las reformas constitucionales.