Las indulgencias plenarias de AMLO
Columna JFM

Las indulgencias plenarias de AMLO

29-10-2014 No simpatizo en absoluto con la forma de hacer y entender la política de Andrés Manuel López Obrador. Tampoco lo creo más honesto que cualquier otro político. Pero acusarlo de que es parte de la trama de Iguala por su presunta relación con José Luis Abarca es un exceso. López Obrador no protegió a Abarca de sus actos criminales, desde ese punto de vista, su defensa es inexpugnable. Lo que sí demuestra toda la historia de Iguala es cómo la izquierda ha perdido referencias éticas y legitimidad a la hora de luchar por el poder.

 

López Obrador sí sabía de dónde provenían Angel Aguirre, Lázaro Mazón (su candidato a gobernador por Morena en Guerrero y el hombre que promocionó políticamente a Abarca) y el propio ex presidente municipal. Se supone que López Obrador es particularmente cuidadoso en esos temas. Pero también sabemos que cuando se trata de conseguir espacios de poder y de sumar votos, el discurso de Andrés Manuel sobre la mafia y la honestidad valiente, pasan a segundo plano: ha terminado con compañeros de ruta que eran y son impresentables, por lo menos desde una perspectiva de izquierda: ¿desde cuando Manuel Bartlett es un hombre de izquierda, desde cuándo lo fue Aguirre o antes Zeferino Torreblanca, o Ricardo Monreal? El propio Mazón, cuyo hermano Luis es ahora el presidente municipal de Iguala, tanto como Abarca, eran candidatos que podían acercar votos, nada más. Pero eso es lo que les pide AMLO: si le acercan votos tienen, como en la iglesia, tras ciertas dádivas, sus indulgencias plenarias concedidas de inmediato.

El problema de López Obrador en el mitin del domingo, no es que haya protegido a Abarca y cia, sino insistir en que no los conoció ni trató, ni fueron sus aliados políticos. Todo eso es falso: no fue cercano, fue muy cercano a Aguirre, sobre todo en la etapa en la que el ahora ex gobernador (¿exgobernador?, su sustituto Rogelio Ortega mantiene su mismo equipo y se declara ferviente admirador de su antecesor) era una pieza de Marcelo Ebrard que fue quien lo trajo a la candidatura perredista sin que ni siquiera hubiera renunciado al PRI. Por cierto, como se recordó ayer, Aguirre terminó ganando Guerrero gracias a un invento periodístico sobre supuestas relaciones del priista Manuel Añorve con el narcotráfico, que explotaron en el PRD en esos últimos días de campaña ad nauseam. Todo era falso, pero sirvió para ganar. Nadie aceptó, entre los difusores y los ganadores, más tarde esa falsedad.

Pero volvamos al tema. López Obrador conocía a Aguirre y a Mazón perfectamente, tuvo relación con Abarca, conocía la situación en Tierra Caliente, porque un hombre que lleva doce años en campaña permanente, sobre todo en esos rumbos, no puede no conocerlo. Y la ignoró porque la lógica fue y es que le acercaran votos. ¿Lo hace eso responsables de encubrimiento criminal? Por supuesto que no, pero muestra, exhibe, su lógica política, la exhibe en la propia respuesta que supuestamente le dio a quien le mostró algún periódico con denuncias contra Abarca en Iguala: “hay que apoyar a todos”. No importa quiénes son, necesitamos votos.

Algo similar sucede con un PRD que ha mostrado en esta historia los peores reflejos políticos de décadas. Al igual que López Obrador conocían, tanto que los postularon, a todos los actores principales, desde Aguirre a Abarca. Eso no los hace cómplices de sus crímenes, pero muestra su flexibilidad política a la hora de elegir candidatos. Pero más allá de eso, lo que resulta incomprensible es porqué el PRD se empeñó en mantener a Aguirre en su cargo cuando se acumulaban acusaciones y presiones contra el ahora ex gobernador. Aguirre era un personaje insostenible porque permitió que se fugaran Abarca, esposa, familiares y jefe de policía de Iguala y desvió durante una semana conscientemente las investigaciones. ¿Por qué lo mantuvo el PRD?¿por qué inventar la dicotomía de que el tema no era la renuncia de Aguirre sino el encontrar a los desaparecidos cuando resultaba evidente que la permanencia de Aguirre, al ser éste un crimen realizado desde el estado, era uno de los mayores obstáculos para recuperarlos?. Es incomprensible, tanto como la feroz negativa de AMLO de aceptar que efectivamente tenía y en algunos casos mantiene, una relación política directa con algunos de estos personajes.

Salvo que alguien muestre alguna prueba que hasta ahora no se ha exhibido, ni el PRD ni AMLO son responsables de haber encubierto un crimen como el de Iguala. Son responsables, eso sí, de una forma de hacer y entender la política en la cual los principios que se pregonan no coinciden con la forma en la que se actúa. Pero eso, por lo menos en López Obrador, es casi una norma. Los suyos, siguiendo una paráfrasis bíblica se convierten en puros por haberlo seguido a él, no importa de dónde vengan, seguirlo condona todos los pecados: eso sucedió con Abarca, con Mazón, con Aguirre.

Jorge Fernández Menéndez

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