Sí, sigue siendo la economía, estúpido
Columna JFM

Sí, sigue siendo la economía, estúpido

3-12-2014 Era 1992 y la popularidad de George Bush llegaba casi al 90 por ciento de aceptación. Había caído el muro de Berlín, Estados Unidos tenía una indudable hegemonía global, Bush acaba de ganar la primera intervención en Irak con la Tormenta en el Desierto y se enfrentaba en las elecciones presidenciales con un desconocido gobernador de Arkansas, Bill Clinton. Pero aquel muro tenía una fisura: la economía cotidiana de los estadounidenses, a la que no llegaban los beneficios de tantos éxitos diplomáticos, bélicos y macroestructurales.

 

Fue cuando James Carville, el estratega de la campaña electoral de Clinton, insistió en que el candidato debía enfocarse en los temas más relacionadas con la vida cotidiana de la gente y sus necesidades más inmediatas, sobre todo en la economía del día a día. Y para mantener la campaña enfocada en un solo mensaje, Carville pegó un cartel en las oficinas centrales de Clinton con tres puntos. Decía, literalmente: cambio versus más de lo mismo; es la economía, estúpido, y no olvidar el sistema de salud. Cuando la economía cayó en el estancamiento, la frase se convirtió en el slogan no oficial de la campaña de Clinton, el tema resultó decisivo para modificar la relación de fuerzas y derrotar a Bush.

Hoy, en nuestro caso, el tema es, nuevamente, la economía. Pero no las grandes variables macro que están en buena medida bajo control y desde hace ya tiempo atrás. Es la economía cotidiana, la de la gente que está viviendo muy malos momentos y todo indica que los vivirá peores.

¿Qué sucede, por qué está tan mal la economía de los mexicanos?¿es parte de la crisis global?. No. La economía global está lejos de ser boyante y existe un decrecimiento notable, por ejemplo, en Asia, además del que vive Europa desde el 2008, pero Estados Unidos se está recuperando y este año crecerá más del doble que México, cuando históricamente nuestras tasas de crecimiento han estado uno o dos puntos por encima de la Unión Americana. Demostración de ello es que nuestras exportaciones no petroleras están creciendo a un muy buen ritmo y eso se percibe en la balanza de pagos. Algo similar sucede con las remesas, que están volviendo a crecer, luego de muchos retrocesos desde el inicio de la crisis.

Pero el precio del petróleo, es verdad, están cayendo. Sin embargo, el precio del crudo siempre tiene más de una lectura. Por lo pronto, los ingresos petroleros están garantizados por las coberturas compradas que garantizan cobrar hasta 70 dólares por barril (en el paquete económico está contemplado en 71 dólares). El precio más bajo del petróleo también debería garantizar precios más bajos en distintos productos, incluyendo las gasolinas. En Estados Unidos son hoy mucho más baratas que en México, donde aún tendremos un gasolinazo este mes y otro, anual, en enero próximo. Tampoco, pese a lo dicho, han bajado los precios de la energía eléctrica, mucho más altos en México que en la Unión Americana.

Nuestros vecinos del norte, han estructurado una notable estrategia de sustitución de importación de crudo y generación de energía que los tiene al borde de la autosuficiencia energética. Pero en buena medida eso se ha logrado gracias a las técnicas de shale y freaking que tienen un costo de extracción, para una multitud de pequeñas empresas, de entre 50 y 60 dólares por barril. La caída de los precios puede hacer inoperantes a muchas de esas empresas. Por eso la OPEP se ha negado a recortar su producción, apostando a sacar del mercado a muchos de esos productores pequeños o medianos. Tener precios que no sean demasiado bajos pero tampoco demasiado altos le tendría que convenir a México.

¿Por qué entonces tiene para nosotros tantos costos?. Primero, porque no es novedad decir que la economía y sobre todo la recaudación está petrolizada. Pero además, porque está paralizado es el mercado interno, que no crece ni tiene perspectivas de hacerlo en el futuro. Y no crecemos porqué la economía cotidiana está asfixiada por los impuestos, la falta de recursos y de inversiones. El costo fiscal es muy alto y la reforma está destinada a restringir el consumo, y lo hemos estado viviendo durante todos estos meses.

Tampoco se invierte: para muchas empresas sus inversiones en el exterior son hoy mucho más importantes que las realizadas en el país. Será por especulación o por aprovechar oportunidades, pero también es porque no hay el suficiente mercado interno y porque las condiciones para invertir no son hoy las mejores en muchos terrenos, incluyendo el fiscal y el infraestructura. Se dice que hay fuga de divisas: no es verdad, lo que sí hay es desinversión. Y no es un consuelo.

Clinton ganó aquellas elecciones en apariencia imposibles porque decidió apostar al cambio, a la economía cotidiana, a las necesidades básicas de la gente, comenzando por la opción a que tuviera dinero en sus bolsillos con una propuesta enfocada al mercado interno. Es difícil comprender porque ahora no hacemos en México una apuesta similar.

 

Jorge Fernández Menéndez

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