La antipublicidad gubernamental
Columna JFM

La antipublicidad gubernamental

27-03-2015 Una pregunta básica: si usted está a punto de participar en una elección trascendente para su futuro político dentro de escasos tres meses, ¿qué haría?: ¿infundiría esperanzas y trataría de crear expectativas de un futuro mejor, al tiempo que destaca los avances presentes y las posibilidades futuras, o insistiría un día sí y el otro también sobre las acechanzas del futuro, advirtiendo que dentro de nueve meses ajustará el presupuesto, recortará programas y gastos y que además liquidará a buena parte de los trabajadores públicos?.

Cualquiera con sensatez y si quiere ganar esa elección se iría por la primera opción. ¿Alguien puede explicarme porqué la administración Peña se empeña en recorrer el otro camino, en anunciar recortes, liquidaciones, despido de trabajadores para dentro de nueve meses cuando tiene una elección en tres y cuando ni siquiera sabe, porque esa es una potestad de la cámara de diputados y la conformación de la misma es precisamente la que está en la disputa electoral, si sus propuestas pasarán el tamiz legislativo?¿Alguien me podría explicar porqué ese futuro de dificultades, de sangre, sudor y lágrimas, se convierte en el principal discurso gubernamental cuando existen temas que podrían mostrar éxitos o un camino más optimista?¿se puede comprender que se hable de recortes y liquidaciones a futuro, en lugar de hablar de la reducción de la cifra de secuestros o de asesinatos en los dos primeros meses del año; del incremento de las cifras del turismo y el regreso del país al top ten mundial de visitantes internacionales; del crecimiento, así sea todavía insuficiente, de la economía y las posibilidades que otorga el repunte de la estadounidense a la nuestra; de que la ronda uno está avanzando y que la licitación de las cadenas de televisión fue exitosa?.

Cuando se habla de problemas de imagen, de desconfianza, de falta de expectativas de la gente respecto al gobierno o al presidente se habla precisamente de esto. La administración Peña no difunde sus avances o éxitos y cuando lo quiere hacer sus resultados son los contrarios a los esperados (¿qué mejor ejemplo que la investigación del caso Ayotzinapa, la mayor y más precisa investigación que ha realizado en décadas la PGR y que ha terminado con el reemplazo de su titular?).

No logro entender cómo están planteadas las cosas a la hora del mensaje de la administración federal. Mucho menos ante un proceso electoral que es, siempre lo es, plebiscitario respecto al desempeño gubernamental y en el cual se debe remontar todo un ciclo de bajas percepciones. Resulta difícil de entender que el centro del mensaje pareciera estar en una pelea con el papa Francisco por una palabra escrita en un mensaje privado; en concesiones al 10 por ciento de los maestros disidentes mientras se medio ignora al 90 por ciento de los que trabajan todos los días; en si se podrán realizar o no las elecciones en Oaxaca y Guerrero. Y la lista podría continuar, pero tiene su máximo esplendor en el anuncio de los futuros recortes y liquidaciones.

Dick Morris, aquel célebre consultor de medios convertido en un muy derechista comentarista de Fox, siempre decía que una de las mejores estrategias era lo que él llamaba la triangulación que es el mecanismo mediante el cual un gobierno se apropia de las propuestas de sus adversarios (e incluso de los logros) para hacerlos suyos y, cuando las condiciones lo permitían compartirlos. Aquí parece que estamos realizando un proceso de triangulación pero al revés: el gobierno se apropia de todos los errores, yerros, tragedias y hasta de las vicisitudes económicas globales, y los asume como propios. No sería mala idea que el presidente Peña en estos días de descanso que vienen, pudiera reflexionar sobre la marcha de las cosas y el discurso que quiere presentarle a los mexicanos, por lo menos en estos tres meses que vienen.

Iguala: seis meses

A seis meses de que los estudiantes de Ayotzinapa fueron secuestrados, asesinados e incinerados, los padres (que no son todos los que están, ni están todos los que son) han descubierto gracias a sus asesores cercanísimos al ERPI, que para encontrar con vida a sus hijos, deben impedir las elecciones en el ámbito nacional, o por lo menos en Oaxaca y Guerrero, lo que ya está en la agenda de la de la CETEG y de la sección 22, con sus distintos aliados. Es una traición a su propia lucha abandonarla para convertirla en una agenda política más que sectaria. El ahora ex presidente de Uruguay, José Mujica les dijo, cuando vino a Guadalajara en diciembre, con toda su experiencia de vida, de clandestinidad, de prisión y tortura a grados inimaginables que tenían que buscar “a los normalistas en sus corazones”. No los van a encontrar en una agenda desestabilizadora.

PD: nos tomaremos unos días de descanso. Lo esperamos nuevamente en este espacio el miércoles 8 de abril.

 
 

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