La falacia de Andrés Manuel
Columna JFM

La falacia de Andrés Manuel

17-04-2015 Le llaman la falacia del francotirador, consiste en disparar sin apuntar, a cualquier lado, y después dibujar una diana alrededor del disparo. Así siempre se acierta, pero es una falsedad, la falacia: no se acertó, se inventó el acierto. La campaña de Andrés Manuel López Obrador (que no de Morena porque en sus anuncios no aparece ni uno solo de sus candidatos) recuerda la falacia del francotirador: “lo advertimos”, “se los dije”, repite el candidato adelantado y sus amigos le aplauden porque acertó en su disparo al aire.

Pero cuando uno analiza el discurso y sus propuestas, descubre que hay una suma de lugares comunes y de compromisos imposibles de cumplir, absolutamente irresponsables. Acusa de corrupto al partido en el que militó hasta hace apenas un par de años y donde él mismo llevó y prohijó las prácticas corruptas que denuncia. Promete todo: aumentar salarios, bajar precios y hasta darle su lugar en la UNAM, en licenciatura, a todo el que se inscriba (¿de verdad cree que la UNAM o cualquier otra universidad resistiría cien mil o más alumnos de nuevo ingreso cada año?¿todo mundo debe y necesita ir a la universidad?¿eso es lo que necesita el mercado laboral en el país?¿quien puede confiar en una promesa de esas características literalmente imposible de cumplir?), dice que recontratará en el gobierno a todos los del SME y a todos los ex trabajadores de Mexicana de Aviación (¿en qué empresas, con cargo a quién?). El 8 de junio dirá que nada de eso se pudo cumplir porque no lo eligieron a él: “se los dije”.

Pero lo mejor es que no quiere el nuevo aeropuerto de la ciudad de México porque dice que “se van a robar 800 hectáreas para hacer un desarrollo urbano como Santa Fe” y que por lo tanto la instrucción que tienen sus representantes es “no permitir” la construcción del aeropuerto. Y que si lo quieren hacer, dice, que lo hagan en Tizayuca. Es una falacia tras otra. Primero, el aeropuerto se construirá, por completo, en terreno federales, nadie se va a robar terrenos porque no hay una sola hectárea que no sea ya propiedad federal. Se va a hacer en Texcoco porque Tizayuca, o cualquier otra zona cercan no genera las condiciones técnicas o de seguridad para un desarrollo de esas características. Construir un aeropuerto no es de contentillo.

Segundo, qué más quisiéramos que se construyera en torno del aeropuerto un gran desarrollo urbano ¿o López Obrador prefiere que la zona se encuentre, como hoy, sumergida en la pobreza, en tierras yermas, salitrosas, abandonadas, despobladas?¿está en contra de que haya nuevas líneas del metro, carreteras, empresas, fuentes de empleo, un plan hidráulico que modificará buena parte del aprovisionamiento y consumo de agua en la ciudad?¿ prefiere los desarrollos o los basureros, los terrenos baldíos, la incomunicación?. Eso era, por cierto, la zona de Santa Fe hace unos años. ¿Qué en Santa Fe, en terrenos que no eran federales sino privados, se hizo un gran negocio, no exento de actos por lo menos cuestionables?. Sí es verdad, y los que idearon, crearon, sacaron adelante y financiaron, con enormes beneficios todo el proyecto fueron Manuel Camacho (cuya salud, nos dicen, lamentablemente continúa deteriorándose), Marcelo Ebrard y Juan Enríquez Cabot, tres aliados de López Obrador. Lo hicieron con un grupo de constructores que fueron los grandes beneficiarios de su propio gobierno y después de Ebrard. ¿Con qué cara puede decir que se opone a lo que él mismo, y su equipo, bien o mal, contribuyeron a construir?. Y no hablemos de opacidad en la obra pública: la construcción de los segundos pisos, en la etapa López Obrador, sigue siendo secreto de estado: nadie sabe, siquiera, cuanto costó la obra.

Unos días después de ese discurso, de ese disparo a cualquier lado, le pusieron la diana: la “sociedad civil” representada, como no, por los macheteros de Atenco, encabezados por los Del Valle, padre e hija, tomaron la sede del senado, impidieron un foro y lo hicieron esgrimiendo machetes y agrediendo a los participantes. ¿Pero cómo entraron los macheteros de Atenco, como entraron los machetes, a la sede del senado?. Pues fueron llevados, a escondidas, por los senadores Alejandra Barrales y Alejandro Encinas, sí el mismo que ahora dice ser independiente pero se queda en la bancada del PRD para conservar prerrogativas, el mismo que permitió y financió aquel plantón en la ciudad de México desde la propia jefatura de gobierno, el mismo que permitió entrar en la cajuela de una carro y mantuvo escondido durante dos días en su oficina a un prófugo de la justicia, ligado al narcotráfico, como Juan Carlos Godoy, hermano del entonces gobernador de Michoacán, Leonel Godoy, para darle fuero en la cámara de diputados.

Qué pena de campaña, qué vergüenza de propuestas, qué falta de seriedad en alguien que se presenta a sí mismo como el salvador de la patria, el político que hace disparos al aire y sus aliados siempre le pintan una diana, para que nunca falle.

 
 

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