10-06-2015 Más allá de la figura de Jaime Rodríguez Calderón, ganador de las elecciones de Nuevo León, hay otros personajes que, como en el caso del propio Bronco, no son propiamente independientes, pero que, como él y en distintas magnitudes, han logrado triunfos muy importantes. Son profesionales que se presentan como outsiders de la política. Y son mucho más lo primero que lo segundo, pero lo que los distingue es que apuestan, sobre todo, por sus proyectos personales, independientemente de los partidos que pueden o no impulsarlos.
Más allá de El Bronco, como decíamos, el principal de ellos es Enrique Alfaro, que no sólo ganó la presidencia municipal de Guadalajara, sino que también llevó a su partido, Movimiento Ciudadano, a convertirse en la principal fuerza política de Jalisco.
La historia de Alfaro, mucho más aun que la de Rodríguez Calderón, ha estado íntimamente ligada a los partidos. Comenzó como un joven diputado local priista, pero dejó ese partido en el 2005 para ingresar al Partido de la Revolución Democrática. Con esa fuerza política fue diputado federal y más tarde alcalde de Tlajomulco, uno de los municipios conurbados a Guadalajara. Cuando se esperaba que fuera candidato a gobernador por ese partido (incluso, se hablaba de una alianza con el Partido Acción Nacional, por la buena relación que existía con varias corrientes panistas estatales), el PRD decidió no apoyarlo, terminó como candidato de Movimiento Ciudadano, del Partido del Trabajo y de un partido local. No ganó, pero quedó a escasos 130 mil votos del ahora gobernador Aristóteles Sandoval. En estos comicios volvió a ser candidato por MC y no sólo ganó Guadalajara sino también buena parte de los municipios más importantes del estado: MC terminará gobernando sobre unos cuatro millones de jaliscienses, y ese partido se convirtió en la primera fuerza electoral en la entidad.
¿Cómo es Alfaro? Es difícil decirlo. Tiene, no cabe duda, carisma y un discurso popular y hasta populista, pero no necesariamente gobernó así Tlajomulco. Algunos dicen que es de izquierda, pero sus posiciones políticas personales y su accionar tampoco lo identifican claramente con esa corriente política: el respaldo que recibió del equipo, incluyendo los hijos, del exgobernador panista Emilio González Márquez (al que nadie podría acusar de izquierdista) y sus devaneos con el PRD e incluso con López Obrador (en la elección del 2012 estuvo más cerca de Josefina Vázquez Mota) lo demuestran, y confirman, también, que el suyo es un proyecto personal que cuenta con recursos y respaldos empresariales importantes en el estado. Ahora bien, hasta ahora su única experiencia de gobierno ha sido el municipio de Tlajomulco. Ahí es donde estará a prueba. Su objetivo, sin duda, serán las elecciones para gobernador del 2018.
Otro caso que se debe atender es el de Manuel Clouthier Carrillo, hijo del recordado candidato presidencial panista, Manuel Clouthier del Rincón, el famoso Maquío. Clouthier Carrillo renunció al PAN hace algunos años, disgustado con la dirigencia y la línea de ese partido y se lanzó ahora como candidato independiente a diputado en el distrito cinco de Sinaloa. Arrasó, duplicando los votos de sus contrincantes. Manuel Clouthier Carrillo es un personaje singular: empresario, con participación en medios de comunicación y con un apellido que pesa en la historia de la política local y nacional, nunca estuvo cómodo en el PAN y difícilmente se lo verá observando una disciplina partidaria. Llega a la Cámara de Diputados y no dudo que se acerque a alguna bancada (en los últimos tiempos López Obrador le ha hecho algo más que algún guiño y su enfrentamiento con el PAN y con el PRI es manifiesto) y nadie debería descartar que busque, siguiendo el mismo esquema de estos comicios, la gubernatura de Sinaloa el año próximo, pero ahora con más aliados.
Por cierto hablando de outsiders de la política que son, sobre todo, profesionales en lo que hacen, no deja de sorprender el desempeño de Encuentro Social, el partido, encabezado por Hugo Eric Flores, que no sólo ha logrado el registro, sino que corona con esta votación un trabajo serio, de más de 12 años, de una agrupación política que nació con el cobijo, inocultable, de iglesias cristianas y evangélicas (estamos hablando de unos ocho millones y medios de fieles, con presencia de hasta 60 por ciento de la población en estados como Chiapas: el PES tiene hasta ahora 500 mil afiliados), pero que ha logrado consolidarse paso por paso en distintos puntos del país de la mano con ellas. Su posible triunfo en Ciudad Juárez sería una demostración de ello. Y tendrá por lo menos diez diputados federales.
Finalmente nadie echará de menos al llamado Partido Humanista y tampoco al PT, uno de los pocos partidos en el mundo que siente admiración por esa fantochada fascistoide que es el régimen de Corea del Norte.