Más allá de El Chapo: ¿cabezas o cambios?
Columna JFM

Más allá de El Chapo: ¿cabezas o cambios?

14-07-2015 Nos encanta tanto la teoría de la conspiración que nos olvidamos de los hechos. Se quiere tejer tanto con base en especulaciones que se deja de lado lo que sí se sabe, que es la base para cualquier investigación cierta. Se tiene tanta predilección por cortar cabezas que se olvida cambiar, más allá de los nombres, las estructuras, métodos y conceptos. En la fuga de El Chapo Guzmán, por supuesto que debe haber habido una conspiración y debe haber responsables, pero en ese camino, para tener claros los límites de los mismos debemos partir de los hechos.

Ya sabemos cómo se fugó El Chapo. Caer en especulaciones sobre si fue de otra manera o si hubo un oscuro acuerdo para dejarlo ir, es absurdo. Como decíamos ayer si se hubiera ido por la puerta principal, como lo hizo en Puente Grande, no sería tan lastimoso para las autoridades como no haber descubierto un túnel de mil 500 metros a diez de profundidad, construido en un mínimo de seis meses, donde se generaron casi 400 camiones de tierra, donde se llegó exactamente a las regaderas, contando, por ende, con planos que les permitieran sortear los obstáculos que cualquier construcción de esas características tiene para vulnerar un penal de máxima seguridad. Es obvio que hay complicidades, pero, también, un ablandamiento de las medidas de seguridad que fueron de la mano con una estrategia que, también, siguió El Chapo en la fuga de Puente Grande, cuando reclamaba por sus derechos humanos, logrando algunos privilegios, para disfrazar el plan que estaba gestando.

Pero eso no garantiza nada: El Chapo se fugó en el 2001 utilizando, en el fondo, los mismos métodos que ahora, 14 años después. Hemos avanzado en muchos puntos, pero el sistema termina siendo igual de vulnerable ante la corrupción. Ése es el centro: han pasado tres sexenios, pero no se ha podido blindar la seguridad ante la corrupción, ni se ha construido una base en la seguridad pública que lo permita. El Chapo se escapó dos veces en 14 años, pero en esos años no ha habido reformas estructurales en seguridad (el tema no estuvo en el Pacto por México); el decálogo presidencial de noviembre quedó en letra muerta; el Ejército hace tres sexenios que reclama una ley de seguridad interior que le otorgue seguridad jurídica a su accionar, y ha sido sistemáticamente ignorado; de crear policías con mandos únicos ni hablemos, no transita; el Poder Judicial deja libre a Caro Quintero, en tres ocasiones a El Menchito, a todo tipo de delincuentes y el Consejo de la Judicatura mira hacia otro lado; cada sexenio quiere construir su estructura de inteligencia descartando lo realizado en el pasado.

Hay buenos mandos de seguridad en el país, aunque muchos han sido devorados por la propia maquinaria estatal y por las acusaciones o sospechas recíprocas, pero no tenemos un verdadero andamiaje de seguridad que abarque todas las instituciones y territorios. Creemos que soltando dinero del presupuesto y discursos, oficialistas u opositores, las cosas se solucionarán. Se requiere actuar en temas de fondo, acuerdos que vayan más allá de lo superficial, asumir que éste será un camino sin retorno si la seguridad sigue estando constreñida a los esfuerzos, o falta de, del partido o el político en turno en el gobierno.

Las autoridades, los partidos, los legisladores, los jueces, los medios, no tenemos claro en este tema hacia dónde ir, aunque desde hace años se tiene un diagnóstico muy concreto al respecto. Sólo que ese diagnóstico no se refleja en acciones. Conocemos la enfermedad, pero preferimos un buen maquillaje que oculte el deterioro producido por ésta, a las medicinas que podrían recuperar la salud del paciente. Nosotros no hemos aprendido ni nos hemos hecho cargo de nuestro destino, como le escuché decir a Jorge Tello Peón hablando de estos temas, pero El Chapo Guzmán sí, y a lo largo de 20 años no ha quitado el dedo del reglón aprovechando una y otra vez esos vacíos.

 

EPN EN PARÍS

En esa lógica de los gestos vanos, hay quienes han dicho, López Obrador el primero, que el presidente Peña tendría que dejar su visita de Estado a Francia y regresar a México. No tiene sentido y es acotar toda la agenda nacional a un tema, aunque éste genere una crisis que no se acabará en los próximos tres días. Nuestro país es una suma de claroscuros. Mientras la fuga de El Chapo nos exhibe, la gira por Francia demuestra que otras cosas se pueden hacer muy bien. La recepción que tuvo el Presidente ayer en la Sorbona y los acuerdos firmados son notables e inéditos en la relación con Francia. La participación militar hoy en el desfile por el aniversario de la Revolución Francesa también. Sé que lo del vaso medio lleno o medio vacío es un lugar común, pero en esta gira donde se han unido el momento político más humillante con una recepción internacional notable, ese lugar común se convierte en una realidad cotidiana.

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