Inteligencia de Estado, no de gobierno
Columna JFM

Inteligencia de Estado, no de gobierno

15-07-2015 Es obvio que en la fuga de El Chapo Guzmán hubo corrupción, colusión y se obviaron , dentro y fuera del penal, los procedimientos que permiten que una instalación de alta seguridad, efectivamente lo sea.

Pero hay muchos problemas que confluyen, aunque uno es central y es precisamente lo que una y otra vez se ha dicho que se privilegiaría en esta administración: y es la inteligencia. Es evidente que la inteligencia falló. Si la inteligencia es el producto de la suma de información y análisis, todo muestra que no hubo información alguna sobre lo que se planeaba y mucho menos análisis de lo que estaba ocurriendo en el penal del Altiplano.

Ya se ha escrito mucho sobre las fallas en el propio penal. Hay temas que sin embargo siguen llamando la atención: ¿cómo puede ser que en marzo pasado cien reclusos del penal, organizado por el Chapo y la Barbie, hayan iniciado una huelga de hambre pidiendo mejores condiciones en el reclusorio, incluyendo camas más cómodas para las visitas conyugales?. Cómo es posible que ello ocurra cuando se trata, por lo menos en el caso de los dos organizadores, de reos que estaban supuestamente incomunicados entre sí y con los demás reos. ¿Cómo se coordinaron?¿Nadie se enteró?¿nadie investigó qué había ocurrido?.

No es un dato menor porque con el argumento de los derechos humanos de los internos se han construido coartadas en el pasado para ocultar intentos de fuga o buscar la libertad de muchos detenidos. En el libro De los Maras a los Zetas, publicado en el 2006, mostramos documentos, sacados precisamente del Altiplano, en el que Osiel Cárdenas Guillén pedía a su despacho de abogados que contratara especialistas en justicia militar (pedía que fueran en concreto abogados militares retirados) y que utilizaran todo lo posible la documentación de derechos humanos en su defensa. Allí, en un locutorio del Altiplano, mataron al hermano del Chapo, Arturo, apodado el Pollo, el 31 de diciembre del 2004. Fue asesinado por el reo José Ramírez Villanueva con una pistola 9 milímetros ingresada de contrabando. Lo mandó matar Osiel. Fue la primera gran falla de seguridad en ese penal.

Olvidemos por un momento algunos temas de procedimiento, como la rotación de celdas, de turnos, de guardias en el resguardo de este tipo de detenidos. Concentrémonos en otro punto: ¿no hay control real sobre quiénes visitan a un personaje como El Chapo Guzmán?. Hace algunas semanas se dijo que una diputada local del PAN en Sinaloa, era de sus visitantes asiduas y que lo hacía con una credencial de elector y un acta de nacimiento falsificadas. La diputada lo desmintió, pero haya sido ella o no, lo cierto es que una mujer con documentos falsos visitaba regularmente al Chapo, y como ella abogados y muchas otras personas más. ¿No hay un control estrictos de visitantes?¿no se investiga a esas personas?¿cómo puede ingresar alguien con documentos falsos sin que termine detenido?.

Más allá de coyunturas existe es un problema estructural que atañe en los sistemas de inteligencia civiles (la inteligencia militar tiene otra lógica y otra continuidad). Hay áreas, instituciones del Estado que son su sostén, que hacen esfuerzos notables pero que están bajo constante fuego, político y mediático. Desde el ejército y la marina, hasta la Suprema Corte (que encabeza pero que no es sinónimo de todo el poder judicial) que se mantienen y renuevan. La inteligencia civil debería ser otra de esas instituciones: un instrumento del Estado que debería estar más allá de las vicisitudes sexenales. Así funcionan todos los grandes servicios del mundo de las democracias, desde la CIA o la NSA, hasta el MI5 o el Mosad. En nuestro caso no es así: cada sexenio en los últimos 30 años ha tratado de crear unos servicios de inteligencia a su medida y a su gusto. A veces acertaron y en otras se equivocaron, pero lo que no hubo es continuidad, ni en cuadros ni en estructuras. Mañana contaremos la historia de esa balcanización de uno de los instrumentos más importantes de cualquier estado moderno.

La llama del soldado desconocido

La visita presidencial a Francia tuvo ayer, en la lógica de inevitables claroscuros que determina la coyuntura, su jornada más emotiva. El desfile del 14 de julio en los Campos Eliseos con casi 200 elementos del ejército, la marina, la gendarmería mexicanas participando en esa parada. Por cierto, ahora que hablamos de instituciones y tradiciones, de continuidad y de políticas de Estado, el presidente Peña fue el invitado especial en la ceremonia de reavivar de la llama del soldado desconocido que desde principios del siglo XX ilumina perpetuamente, en memoria de los caídos por su patria, el Arco del Triunfo. Nunca, ni durante la invasión nazi, esa llama fue apagada, salvo una noche, durante el mundial de Francia, cuando la apagó, orinando sobre ella, un turista mexicano. Lo de ayer fue también un desagravio de aquella afrenta.

 
 

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