24-07-2015 Eso que se da en llamar a sí misma la nueva izquierda y que quiere darle lecciones de democracia y audacia a la socialdemocracia europea o a las izquierdas que han superado ya la caída del muro de Berlín, está demostrando ser un compendio de lugares comunes que no saben ni pueden moverse en el mundo real sin traicionar principios democráticos básicos ni tampoco, en muchas ocasiones, lo que se supone son sus propios objetivos.
El tema griego es el paradigma, pero ni remotamente el único caso de esta suerte de idiotez política que, por sus componentes caudillistas, nacionalistas y de fraseología antiimperialista, encanta en ciertos grupos políticos latinoamericanos y por supuesto mexicanos que todavía piensan que la negociación y los acuerdos son pecados originales y que están esperando una suerte de líder que los lleve, sin esfuerzo por supuesto, a la tierra prometida de la igualdad y la prosperidad, sin contaminarse, claro, con el mundo real.
El gobierno griego de Alexis Stipras llegó a un acuerdo con la Unión Europea, en condiciones mucho más duras y costosas que las que la propia UE les había planteado cuando Tsipras rompió las negociaciones para convocar a un referéndum realizado sobre las rodillas, donde el gobierno impulsó votar por el no a esas condiciones, con el respaldo de sus socios, el partido ultranacionalista ANEL (equivalente al Frente Nacional de Le Pen en Francia) y el partido neonazi (sí, neonazi) llamado Amanecer Dorado. Cómo una alianza con un partido ultranacionalista (que tiene incluso varios ministerios, entre ellos el de Defensa) y uno neonazi puede ser considerada de izquierda, nadie me lo ha podido explicar todavía.
Lo cierto es que al romper las negociaciones y convocar al referéndum, el gobierno de Tsipras provocó que Grecia cayera en default, que tuviera que cerrar los bancos implementando el llamado corralito (para evitar que la gente retire el dinero que los bancos ya no tienen) y polarizara aún más al país. Todo, para terminar aceptando un plan de ajuste mucho más duro que el que le habían propuesto antes de la ruptura de negociaciones. ¿Porqué? Porque la base de cualquier negociación, sobre todo cuando se está pidiendo un rescate que en tres años terminará siendo de 300 mil millones de euros, se debe basar en la confianza. Y el gobierno de Tsipras le demostró al resto de la Unión Europea, con la triquiñuela del referéndum que no es confiable. ¿Cómo comprometer tantos recursos si no se sabe si, finalmente, el gobierno griego cumplirá con su palabra?¿cómo confiar en una fuerza que se alía con neonazis y ultranacionalista antieuropeos?.
Las ocurrencias en política, se disfracen de izquierda o de derecha, se pagan. Y vaya si lo sabemos en América latina. Pero, como ocurre con Grecia, somos países donde el discurso y los actos dramáticos llaman más la atención que la seriedad y donde los blancos y negros atraen más que el gradualismo y los grises. Los que aplaudieron la “gesta griega” con el referéndum y el voto del no, son los mismos gobiernos que han dilapidado de una forma notable sus economías, han dividido a sus sociedades y no han dudado en aplicar la más dura y abierta represión a cualquier oposición, conculcando libertades básicas sin disimulo alguno. Allí están los Maduro, los Correa, Evo Morales, los Castro, y en nuestro caso López Obrador, ahora convertido en el aliado incondicional de la Coordinadora y de la sección 22, en contra de la reforma educativa y de las familias oaxaqueñas.
No debería asombrarnos que López y otros hayan vitoreado como una victoria el mayor fracaso de la historia reciente de Grecia, está en su naturaleza, como no debería asombrar a nadie que Morena quiera ser el brazo electoral de la sección 22.
En realidad, Tsipras en Grecia y López en México, y los que se entusiasman con sus políticas son partidarios de una izquierda autoritaria que están utilizando el discurso de la ruptura y el populismo para atraer los votos de los disconformes, que los hay y muchos. Ahí está el ejemplo de Pablo Iglesias, el líder español de Podemos, recién estrenado como eurodiputado, pidiendo por twitter que retrasaran un vuelo comercial a Bruselas porque él llegaría al aeropuerto una hora tarde y no se quería perder una votación. O Maduro que sigue manteniendo presos a sus opositores sin siquiera iniciarles un proceso. O Correa que aprobó una ley donde es obligatorio informar en lugar destacado y con la redacción que el gobierno quiera de todos los actos oficiales. O Morales que tuvo la ocurrencia de regalarle al papa Francisco un crucifijo insertado en una hoz y un martillo.
Son ocurrentes, a veces chistosos. Lástima que suelen llevarse a sus países, y a la gente, entre las patas.
PD: nos tomaremos unos días de descanso, estas Razones estarán nuevamente en estas páginas el próximo 10 de agosto. Gracias