14-08-2015 Ante el multihomicidio de la colonia Narvarte un grupo de abogados “democráticos” no parece indignarse ni tantito por la brutal violencia ejercida contra dos de las cuatro mujeres asesinadas, pero quieren convencernos de que ese fue un crimen político. Por eso les parece sospechoso que los asesinos contaran con un arma 9 mm (y, suspicaces, agregan que es un arma de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas) e ignoran que cualquier delincuente la utiliza. No se preguntan qué es lo que se llevan del departamento los asesinos en una pesada maleta (que era, aparentemente, lo que estaban buscando en la habitación de una de las jóvenes asesinadas), lo que debería ser valioso porque no se llevaron las computadoras (que en un crimen político deberían ser, supongo, lo más importante).
Les resulta sospechoso que haya un detenido que confiesa que tuvo dos cómplices, los tres personajes de los drenajes sociales de la ciudad, pero ¿de dónde creen que salen esos delincuentes que pueden realizar acciones tan brutales? Este grupo de abogados “democráticos” no quiere que se haga justicia, quiere torcerla tras objetivos políticos particulares.
Hay que reconocer que el que inició toda esta moda de utilizar los medios para manipular de esta forma la justicia y la información, fue Pablo Chapa Bezanilla, aquel personaje que en los dos primeros años de la administraciónZedillo y siendo el responsable de la investigación de los asesinatos del cardenal Posadas, de Luis Donaldo Colosio y de José Francisco Ruiz Massieu, cometió todo tipo de barbaridades y delitos con la idea de que, primero, había que decidir quiénes eran los culpables políticamente adecuados y, después, buscar cómo responsabilizarlos de esos crímenes. En el camino inventó y manipuló información, utilizó a ciertos medios como ministerios públicos (lo que esos medios aceptaron gustosos), metió a la cárcel a inocentes por crímenes que no cometieron, destruyó famas públicas y proyectos políticos, contrató brujas que, a su vez, sembraron cadáveres de sus familiares para tratar de sustentar indagatorias. Y como siempre ocurre con estos personajes, aprovechó el momento, además de gozar de sus cinco minutos de fama, para malversar una buena cantidad de dinero público.Chapa Bezanilla pasó al olvido, pero sus métodos siguen siendo utilizados cada vez que se quiere manipular una justicia que jamás se recuperó del todo del daño sufrido en esos años.
Por cierto, Chapa sigue ejerciendo como abogado, especializado en la defensa de pequeños narcos y secuestradores. Ahora, por una entrevista publicada en El Financiero, nos enteramos de que Chapa Bezanilla es, en muy buena medida, el responsable de que Lilia Angélica López, Angie, esta joven detenida hace unos meses acusada de transportar droga en una maleta en un vuelo que venía de Bogotá, siga en la cárcel. Lo cuenta su padre, JorgeLópez, que relata cómo contrató a Chapa, quien le quitó los 70 mil pesos que eran el ahorro de su vida, que le exigía 20 mil pesos mensuales para defender a Angie, pero la propia juez le dijo a López que la defensa que había presentado Chapa era tan mala que no había cómo sacarla adelante. CuandoLópez le informó a Chapa que ya no lo quería como abogado, Chapa lo insultó y le colgó el teléfono. Por supuesto, no le regresó ni un peso. Su negocio era que siguiera en la cárcel para seguir cobrando.
Me parece una excelente decisión la del gobierno del DF de darle apoyo legal a Angie. Pero si todavía no está en libertad, como ocurrió con Óscar y otros que han sufrido ese engaño, fue porque su abogado defensor, ChapaBezanilla, como hizo durante meses con toda la sociedad mexicana, simplemente, estafó a la familia. Hay redes de traficantes que operan en el aeropuerto y hay víctimas de ellas, como aparentemente lo fue Angie, pero también hay mecanismos de la justicia que se deben seguir para demostrar la inocencia y recuperar la libertad. Y esos gángsters que se dicen abogados son los que terminan de hundir a sus supuestos defendidos.
Otros son vivales pero, también por eso, manipulan alegremente la información, para obtener sus objetivos. Ayer el abogado defensor deJoaquín El Chapo Guzmán, Juan Pablo Badillo, le dijo a Ciro Gómez Leyvaque su defendido se fugó porque “había un grupo de mercenarios extranjeros que buscaban asesinarlo”. Que El Chapo “temía ser extraditado” a Estados Unidos, “donde lo torturarían, asesinarían o condenarían a muerte”. ParaBadillo, extraditar a El Chapo era una “siniestra intención del poder público”, y la extradición, aunque ese delincuente haya cometido miles de delitos en otro país, “es una burla a las instituciones de impartición de justicia nacional y a la soberanía”.
El Chapo, como cualquier persona, tiene todo el derecho de contar con abogados defensores, pero que nos quieran hacer creer que se fugó porque estaban contratando mercenarios para matarlo (¿dentro del penal?) o porque la extradición de un delincuente viola la soberanía. Es una burla a la inteligencia.